El diario La Rioja lleva un tiempo organizando interesantes catas de vinos con la colaboración de distintas bodegas. A estas catas se puede asistir de forma gratuita participando en un sorteo de 50 plazas al que se accede registrándose en su web. En alguna ocasión me había apuntado sin éxito. Pero esta vez sí que me sonrió la suerte. A mi y también a Javier, otro de los redactores de este blog.
Esta cata se celebró el pasado martes, día 26, en el Hotel Husa de la Gran Vía de Logroño. Los vinos que se presentaron pertenecían a distintas bodegas del Grupo Diego Zamora, con sede en Cartagena. Aprovechando tal circunstancia la cata se enfocó a la comparación de vinos elaborados con uva Tempranillo en distintos lugares de España.
Condujo la sesión Rodolfo Bastida, gerente y director técnico de Bodegas Ramón Bilbao. Durante unas dos horas nos explicó sus vinos con todo detalle mientras los íbamos probando. Desde las características climáticas de cada zona, el tipo de suelo y las peculiaridades del cultivo de la uva en cada lugar, hasta las distintas fases del proceso de elaboración. Sin duda Rodolfo conoce muy bien sus vinos, tanto desde el punto de vista vinícola como desde el comercial y además sabe transmitirlo. Así que esas dos horas fueron muy entretenidas e instructivas.
Pese a que, como he dicho, la cata se enfocó a comparar distintos vinos de Tempranillo, empezamos conociendo un blanco de Albariño. El Mar de Frades tiene denominación de origen Rías Baixas y se elabora en una pequeña y moderna bodega en Meis, Pontevedra, muy cerca de la Ría de Arosa. Las uvas se cultivan en emparrados y el problema de la alta pluviometría de la zona se resuelve gracias a suelos que evacúan el agua con rapidez. De hecho, y para nuestra sorpresa, en algunos casos tienen hasta sistemas de riego para los momentos más secos del verano.
El vino que nosotros probamos fue el de la cosecha 2009, que está a punto de empezar a distribuirse. Viene en una característica botella de color azul y tiene una etiqueta termosensible, en la que un barco, emblema de la bodega, se muestra cuando la temperatura es adecuada para su consumo. El grado alcohólico es un 12,8%. Mayor según nos dicen que el que habían obtenido en años anteriores.
A la vista es de color amarillo pajizo. Sus aromas nos parecen muy atractivos: predominan frutas tropicales (piña) y pera blanquilla. Y en boca tiene una característica acidez que lo hace muy fresco y agradable.
Visto en retrospectiva fue el vino que más nos gustó de esta cata. Tanto por sus características objetivas como porque es algo a lo que estamos menos acostumbrados y nos sorprendió gratamente.
A partir de aquí empezamos con los tempranillos. El primero de ellos, el Volteo Tempranillo 2008. Este vino se elabora en La Mancha, en concreto en La Roda (Albacete), pero no lleva denominación de origen sino que se presenta como Vino de la Tierra de Castilla.
Para entender este vino empezamos viendo un gráfico de posicionamiento en el mercado con dos ejes: tradición - modernidad y consumo diario - consumo especial. Volteo busca su lugar en el cuadrante de vinos modernos y de consumo diario. Junto a él aparecía el Yellow Tail, ya conocido en este blog, y del que nos contaron había sido su principal modelo. Los riojas tradicionales aparecían en el extremo opuesto. Después nos explicaron cómo habían buscado un logotipo llamativo y diferenciador y lo habían encontrado en la figura que realiza acrobacias sobre un caballo. Y por último habían elaborado el vino, en este caso 100% Tempranillo (también tienen Tempranillo + Shiraz y Tempranillo + Cabernet Sauvignon) con cuatro meses de crianza en barricas de roble francés y americano y sin crianza en botella.
Con tales antecedentes no era de extrañar lo que nos encontramos. Botella con etiqueta termosensible, sólo en inglés, para exportación. Corcho de silicona o tapón de rosca. Un tinto de 13,5% de alcohol y color muy intenso con típicos aromas de cerezas en licor y algo de madera. En boca era sin duda cálido y afrutado.
En mi opinión un vino correcto pero sin personalidad, similar a muchos otros de distintos países y por tanto obligado a diferenciarse por su imagen.
Alguien preguntó si pensaban venderlo en España. La respuesta fue sensata y evidente: en un supermercado español, por un precio similar (si no recuerdo mal eran cinco libras), competiría ante vinos con denominación de origen, más del gusto de los consumidores locales.
El tercer vino que probamos fue el Ramón Bilbao Tempranillo Edición Limitada 2007. Elaborado en la tradicional bodega de Haro, que pertenece al Grupo Diego Zamora desde 1999. Es un monovarietal de Tempranillo, selección de viñedos viejos, envejecido durante 15 meses en roble francés principalmente y 6 meses en botella. Grado alcohólico 13,5%.
Color intenso rojo cereza con ribete violeta. Aromas de frutas rojas y balsámicos. En boca muestra la finura del Tempranillo riojano y la característica acidez de los vinos de Haro.
Muestra claramente, y así nos lo cuentan, la "modernización" de los vinos de esta bodega. Modernización que han buscado desde su último cambio de propiedad. Han conseguido aumentar su grado y han recibido varios premios internacionales de los que están muy satisfechos. Pero lamentablemente ha sido a costa de modificar su producto. Esto ya no es un vino tradicional de Haro, es otra cosa.
Para el siguiente Tempranillo nos vamos a otra denominación de origen: Ribera de Duero. Cerca de Peñafiel y en lo que se conoce como la Milla de Oro se elabora el Cruz de Alba Crianza 2006.
Esta zona es considerada la mejor de esta D.O. pero lo cierto es que su clima, en ocasiones muy frío debido a su altitud, hace que el cultivo de la vid no sea precisamente sencillo. De hecho Rodolfo nos cuenta que en los últimos cinco años han tenido problemas de heladas importantes, incluso en pleno mes de septiembre, en dos de ellos. Ahora me explico mejor el porqué de los ventiladores que vimos cuando visitamos Abadía Retuerta.
El caso es que este vino es un 100% Tinto Fino (Tempranillo) que fermenta en tanques de inoxidable con frecuentes remontados para su mejor maceración. Pasa 15 meses en barricas de roble francés y americano y es embotellado sin filtración.
De nuevo es un vino de intenso color apenas evolucionado. Aromas medicinales y balsámicos sobre frutas. Y en boca es donde mejor lo distinguimos de los anteriores pues resulta bastante astringente, además de cálido debido a su grado.
Nos dicen que es un vino adecuado para acompañar a un lechazo y estamos de acuerdo. Pero como muy bien apunta Javier, no todos los tintos tienen que servir para acompañar lechazos. De hecho, añado yo, a algunos nos gusta poder beber buenos tintos con otra variedad de comidas sin que anulen todo su sabor y sin que su excesivo grado nos impida disfrutarlos.
Para terminar la cata volvemos a Rioja. El último vino de la tarde es el Mirto de Ramón Bilbao 2005. Uvas 100% Tempranillo de viñedos de más de 70 años seleccionadas cada año en zonas límite de cultivo (Haro, Ollauri, Gimileo, Cihuri, Villalba y Cuzcurrita). Realiza la fermentación maloláctica en barrica y es criado durante 20 meses en roble allier con tostado medio plus. Su grado alcohólico es del 14%.
Muestra su modernidad ya desde su embotellado, con el original diseño de su etiqueta. Es un vino de color intenso y aromas complejos a compota de manzana, balsámicos y especiados. En boca vuelve a mostrar la finura de los vinos de la zona y su acidez, así como la calidez que le da su grado.
Llegados a este punto recuerdo haber notado sensación de saciedad. Pese a haber probado sólo unos sorbos de cada vino, me han llenado. Y este último, con tanto grado, me resulta hasta pesado. Y es que de nuevo se trata de un buen vino para quien le guste este estilo, pero muy alejado de la tradición local.
En definitiva, como ya he dicho al principio, escuchar a Rodolfo Bastida fue muy entretenido y muy instructivo aunque me deja un sabor agridulce al constatar que una bodega de larga tradición en Haro como es Ramón Bilbao, rompe con ella y se deja llevar por la moda internacional. Particularmente prefiero los vinos de menos grado que a mi gusto permiten disfrutarlos mejor y disfrutar también más de la comida a la que acompañen. Pero esto es lo que hay.
Por lo demás, la organización de la cata fue muy buena, en una sala adecuada (teniendo en cuenta el gran número de asistentes) y con buena iluminación. Además es un buen detalle el que la secuencia de vinos nos llevase poco a poco por muy distintos lugares de España y hacia atrás en el tiempo, desde el año 2009 hasta el 2005. Aunque, como se ve en la foto, los tintos apenas mostraban signos de su edad.
1 comentario:
Doy fe de que la cata estuvo muy bien. Rodolfo Bastida es un orador experimentado, que conoce perfectamente su producto y habla de él con pasión, consiguiendo trasladar su entusiasmo al oyente. La prueba del nueve está en la duración: casi dos horas al final del día que no pesaron en absoluto; personalmente, se me hicieron incluso cortas.
En cuanto a los vinos, partimos de una discrepancia de concepto. Si, como es mi caso, no nos gustan demasiado los vinos "modernos", o al "gusto de Parker", las pretendidas virtudes se convierten en defectos. Así, un color intenso no es positivo para quien gusta de encontrar en la copa una gama de colores que marcan el envejecimiento del vino como los anillos en el tronco de los árboles y los aromas intensos a madera no son positivos cuando las copas empiezan a evocar a un aserradero.
Finalmente, la graduación alcohólica actual es excesiva. Comentaba el ponente que su abuelo iba a la viña con un almuerzo de tocino y un cuartillo de vino. Aquel vino, seguramente, estaba elaborado en casa, no estaba envejecido y oscilaría entre los once y doce grados (un cosechero). Por no mencionar que, probablemente, estaría rebajado con algo de agua. Hoy día el vino no se rebaja y un beberse un cuartillo de catorce grados es, simplemente, impensable. Como dijo Bastida, aquel alimento de entonces es hoy una copa placentera
¿Eran mejores los vinos de entonces? No, simplemente eran diferentes. Diferentes épocas y diferentes vinos. ¿Son mejores los vinos de ahora? Sí, están mucho mejor elaborados y son técnicamente casi perfectos. ¿Cuál es el problema? Pues la homogeneidad. ¿De qué me sirve elaborar Rioja si el resultado que busco es indistinguible de un Burdeos o de un vino australiano? Rioja labró su prestigio con los vinos finos elaborados por las bodegas de Haro, unos vinos envejecidos, de doce grados como mucho, con una madera perfectamente ensamblada que añadía a los aromas frutales del vino gamas de aromas secundarios y terciarios.
Hoy, sin embargo, predomina el vino joven con madera. En ese sentido, Volteo es el vino más sincero de todos los que se presentaron: joven, con mucho color e intensos aromas a madera. No está envejecido, ni lo busca: es una explosión de fruta, alcohol y madera. Está bueno, no lo niego, y es lo que el mercado, por las razones que sea, demanda hoy día. Sin embargo, y todo este rollo para llegar aquí, a mí no me gusta. O, mejor dicho, no me gusta tanto como un cosechero de Ábalos (si quiero un vino joven) o un crianza de Haro (si quiero un vino envejecido). Y me da pena que desaparezcan los vinos que me gustan. Así, constato que Ramón Bilbao, que me ha dado a beber bastantes botellas de vino clásico de Rioja, ya no produce ninguno de los vinos que a mí me gustan. Seguramente es mejor para ellos ya que el gusto actual va por otro lado y, por tanto, venderán más.
Todo sea que, como ocurrió con la garnacha o las cepas viejas, las modas cambien otra vez y nos encontremos añorando lo que perdimos.
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