jueves, 23 de mayo de 2013

Cata en la Estación Enológica de Haro. Bodegas Paternina.

El pasado 18 de mayo me invitaron a asistir a una cata en la estación enológica de Haro incluida dentro del programa de eventos que promueve la edición 2013 de La Rioja Tierra abierta. Haro, luces de modernidad. La cita se inscribe dentro de un calendario que incluye entre otros eventos, catas y visitas a bodegas del municipio.

 
Cartel anunciador del evento La Rioja tierra abierta. Haro luces de modernidad.

Grafitti realizado con motivo del evento de La Rioja tierra abierta en la pared de un edificio próximo a la zona de tapeo de Haro conocida como "La herradura"

A las 12 horas comenzaba la mañana en la bodega Paternina de Haro desde donde nos llevaban en un microbús a la Estación enológica para realizar una cata de vinos de la bodega Paternina. La cata de 3 vinos, 2 tintos y un blanco, fue dirigida por Carlos Estecha, director técnico del grupo de bodegas Eguizabal. Éste realizó una cata divulgativa, ayudándose de los vinos de Paternina para introducir aspectos técnicos sobre; los vinos en general, la elaboración en Rioja, ideas generales sobre crianza, sobre el suelo de cultivo, la regulación administrativa de la DOCa Rioja y un largo etcétera de aspectos del mundo del vino que amenizaron las aproximadamente 2 horas de duración.


Puestos de cata existentes en la estación enológica de Haro.


Hace ya un tiempo en una cata con vinos de bodegas Franco Españolas en el espacio lagares coincidimos con Carlos Estecha y pudimos disfrutar del amplio acervo cultural vitivinícola posee el enólogo. En esta cata en el espacio lagares Carlos estaba de oyente y fue aportando sus experiencias al público asistente.

En la cata de la estación enológica de Haro empezamos con un vino tinto Conde de los Andes Reserva 2007 del que me impresionó la acidez que presentaba. Carlos nos indicó que desde la bodega intentaban que el vino expresara la esencia del vino de Rioja de toda la vida con uva del siglo XXI. Aspecto que según nos indico no era nada fácil.




Posteriormente nos brindó en cata con una de las joyas de la corona de bodegas Paternina. Un vino tinto de estos que no tienes muchas ocasiones de catar. Un vino del año 1958. El enólogo, en un principio, manifestó escepticismo a la hora de la cata ya que nunca puedes saber como va a responder el vino y el público a un vino de estas características. Os puedo indicar que el vino me impresionó. Presentaba un color con tonos yodados y anaranjados propios de la edad, aunque lo más sorprendente no era el color. Era el aroma y el gusto. Respecto al aroma se puede decir que este cambiaba con el tiempo y que cada pasada de copa nariz extraía una gama de olores diferentes (nueces, humedad,…) tal complejidad de aromas que pueden ponían a prueba todos los recursos lingüísticos de cualquier catador profesional. En boca no presentaba mucho grado (apenas podría tener 10 º) y el vino se manifestaba increíblemente expresivo, os puedo contar que destacaba su acidez tras 55 años en bodega.



El último vino a catar fue un blanco semidulce denominado Graciela, en honor una leyenda sobre el romance entre un enólogo de origen francés afincado en Rioja y una doncella riojana llamada Graciela, que han elaborado al estilo de los vinos blancos que gustaban en Rioja en los años 20. Era un vino fresco, aromático que encantó al público. Carlos nos indicó que este vino era recomendable para acompañar el aperitivo, eso sí con moderación, ya que sin enterarte te puedes tomar toda la botella.





Tras la cata en la estación enológica el bus nos dirigió de nuevo a la bodega Paternina, donde para mi asombro nos esperaba una mesa con aperitivos (tortilla de patata, pimientos, almendras…) y dos vinos mas del grupo Eguizabal. Un blanco seco Federico Paternina Lacort y un vino tinto crianza Federico Paternina 09. Todo un banquete para disfrute de los asistentes al evento. 

lunes, 20 de mayo de 2013

Faustino I Gran Reserva, cosecha 1968

Faustino I GR1968
Hace unos días llegó a nuestras manos una botella de Faustino I Gran Reserva, cosecha 1968. Pocas veces tenemos oportunidad de probar un vino más viejo que nosotros, así que decidimos abrirla para comprobar de primera mano cómo evoluciona el vino más allá de su ventana de consumo. Faustino I Gran Reserva es producido por Bodegas Faustino (flash). Según la web, su momento óptimo se encuentra entre los seis años, cuando sale de la bodega, y los quince, decayendo a partir de entonces lentamente hasta el vigésimo quinto año. Por tanto, el vino que teníamos entre manos había superado ya ampliamente las recomendaciones del bodeguero.

La botella no presentó ningún problema en su apertura, tal como podemos ver en el video: 



Al decantarla observamos un color muy oxidado, como era de esperar, pero sin posos. Más tarde, al beberlo sí pudimos ver posos abundantes en las últimas copas servidas, pero muy pequeños y nada molestos. El aroma era bastante intenso y no presentaba ningún síntoma "peligroso", como vinagre o rancios. Tras una hora larga decantado, lo servimos, pudiendo apreciar en la copa de nuevo el color yodado típico de los vinos muy evolucionados. Los aromas, que seguían siendo bastante intensos, recordaban a los del brandy, tal como era de esperar en un vino tan añejo. En boca la entrada era fundamentalmente alcohólica, persistiendo después sabores evolucionados con cierto recuerdo a coñac, igual que había pasado en nariz. Había desaparecido todo rastro de fruta; ni siquiera pasificada, predominando los terciarios de la barrica. Presentaba buena acidez, aunque dejaba en la boca una sensación "secante", difícil de definir, y que probablemente fuera consecuencia del alcohol. En conjunto, disfrutamos el vino, aunque estaba claro que ya había pasado su mejor época. La etiqueta no mencionaba el grado alcohólico. A juicio de los presentes, creemos que rondaría los once o doce grados.

En resumen, una grata experiencia, por la que estamos muy agradecidos a José Luis, que nos regaló la botella. ¡Gracias!

Contraetiqueta


Nota: Música del video: Sounds From The Past, del álbum Life's Path por mindthings; utilizada con licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported (CC BY-NC 3.0).

martes, 7 de mayo de 2013

Bodegas subterráneas de Aranda de Duero

Tal y como cuenta Ester en su anterior entrada, tras la buena comida ya estábamos listos para conocer las bodegas subterráneas de Aranda de Duero. Para ello nos dirigimos a la oficina de turismo donde también pudimos contemplar una réplica del Plano de Aranda, el mapa urbano más antiguo de España, fechado en 1503.


Desde allí fuimos a la Bodega de las Ánimas, pasando por delante de uno de los edificios singulares de la Villa, la Iglesa de Santa María la Real, de la que nos llamó la atención su pórtico que todavía conserva parte de la policromía original.


Durante la visita a la bodega nos explicaron que toda la zona antigua de Aranda (aproximadamente la que figura en el plano de 1503) está excavada con túneles destinados a las bodegas que tenían todas las casas para la elaboración de vino. Aproximadamente 300 bodegas subterráneas llegó a haber, aunque actualmente muchas han sido tapiadas o incluso rellenadas de nuevo para no poner en peligro las casas que hay encima.



Las bodegas se excavaban a mano aprovechando una capa de arena que hay bajo la ciudad y que resultaba más blanda. Para su ventilación se hacían respiraderos a la superficie y también entre bodegas, lo que ha permitido localizar algunas que ya no se empleaban.



La Bodega de las Ánimas ya no tiene los depósitos de cemento que albergó antiguamente por lo que sus galerías son más amplias. A cambio han instalado en ella para la visita turística diversas recreaciones de oficios relacionados. Particularmente impactante es el niño que limpia una cuba desde dentro.


Otra bodega subterránea que se puede visitar es la que se encuentra debajo del Restaurante El Lagar de Isilla, donde estuvimos, como contó Mirella, probando los pinchos que presentaba al concurso. Tras disfrutar de sus tapas les preguntamos si podíamos ver la bodega y amablemente encendieron las luces y nos invitaron a bajar y recorrerla.


En este caso sí que hay todavía algunos depósitos de cemento, aunque aquí ya no se elabora vino. Pero la bodega todavía se emplea como lugar de almacenamiento, pues las condiciones para su conservación son óptimas. Por lo que pudimos ver tanto el restaurante como alguno de sus clientes guardan aquí sus botellas.


También relacionada con el vino es otra visita que no quiero dejar de contar. La que hicimos para ver la viña de la familia de Mirella. Unas cepas cultivadas de forma tradicional, en vaso, y de unos 60 años de edad. De ellas se obtiene el riquísimo Finca Valdecarros.


domingo, 5 de mayo de 2013

Mesón de la Villa (Aranda de Duero)


Mesón de la Villa

Dirección: Calle de la Sal 3, Aranda de Duero (Burgos)
Teléfono: 947 501 025
Web: http://www.mesondelavilla.com/





Aranda de Duero, capital del lechazo asado, celebra este año las XIII Jornadas Gastronómicas, así que aprovechando el fin de semana, reservamos mesa para comer en el Mesón de la Villa. 

Aunque estaba disponible el menú de las jornadas, preferimos elegir a la carta menos platos para poder tener hueco para nuestro objetivo: el lechazo. Mientras esperábamos la comida nos sirvieron unos torreznos. El vino de la casa para acompañar la comida era un Buen Miñón.

 

El tiempo no nos acompañó y para quitar el frío del cuerpo, que mejor manera de empezar una comida que con una sopa castellana o una sopa de cocido o un consomé. 


De segundo, como no, el lechazo asado. Impresionante. Crujiente por fuera, tierno y bien hecho por dentro, sus jugos en el recipiente de barro en el que nos lo trajeron y, para acompañar, una sencilla ensalada de lechuga y cebolla. Después de probarlo ya sabemos porque tiene tan buena fama el Mesón. 


De postre, arroz con leche, crema de limón y natillas. También café e infusión con unas galletitas y florones y listos para ver las bodegas subterráneas de Aranda.
 
En resumen, una comida sencilla y de sobresaliente.


 

sábado, 4 de mayo de 2013

Bodegas Portia

El pasado fin de semana los Epicúreos nos reunimos en la burgalesa villa de Aranda de Duero. La excusa, si es que necesitábamos una, era disfrutar de los pinchos del concurso que se estaba celebrando allí y que ya ha relatado Mirella. Pero, como se pudo seguir en nuestro twitter, hubo tiempo para mucho más.

Estando en la denominación de origen Ribera del Duero una de las cosas que más nos apetecía era visitar una bodega. Habiendo muchas muy interesantes para elegir, en esta ocasión nos decidimos por Bodegas Portia. Una bodega que se encuentra en la cercana localidad de Gumiel de Izán y cuya silueta capta la atención de todos los viajeros que pasan por la Nacional I.


La bodega forma parte del grupo Faustino, muy conocido en Rioja y que también tiene presencia en Navarra y La Mancha. El edificio que ocupa, y que resulta su primer atractivo, es obra del arquitecto británico Norman Foster. Son tres naves en forma de estrella y parcialmente enterradas en la colina que ocupa. Como mejor se aprecia es probablemente vista desde arriba.

Al comenzar la visita nos dicen que no está permitido hacer fotografías dentro de la bodega, con la excepción de la tienda que también hace de sala de catas. Esto es algo que no entendemos y que resulta bastante decepcionante para los visitantes, pero es su casa y son sus normas, así que las respetamos. Por cierto que en la tienda llama la atención como elemento arquitectónico la escalera que conduce a la entrada.


Entre varios vídeos y las explicaciones de nuestra guía llegamos a saber bastantes datos sobre la bodega. Lleva el nombre de Portia por la séptima luna de Urano al ser la séptima bodega del grupo Faustino. Está construída con hormigón y elementos decorativos en materiales nobles: acero, cristal y madera. La uva procede de sus propios viñedos, unas 150 ha. de variedad tempranillo plantadas en espaldera que producen unos 750.000 kg. Por tanto la producción por hectárea es baja, buscando mayor calidad.


Pese a ser la bodega muy reciente sus vinos están teniendo buena acogida y, según nos dijeron, se exportan a todo el mundo. Cito textualmente: "China, La India, Atlantia..." Esto nos sorprendió mucho y, aunque suponemos que fue un lapsus, nos resultó muy divertido al recordarlo posteriormente. Ester encontró esta página sobre Atlantia, pero todavía no lo tenemos muy claro así que admitimos sugerencias sobre cuál es realmente ese lugar. :-)

La primera nave que visitamos es la de elaboración. Esta es la menos enterrada pues la ventilación es necesaria para la fermentación del vino. Aquí vemos un vídeo sobre la llegada de la uva, que se vendimia a máquina, salvo la destinada a vino de autor que se recoge manualmente. Los remolques suben por un lado de la bodega para descargar y salen completando la vuelta a la misma evitando problemas de tráfico.

La segunda nave, algo más cubierta por el terreno que la anterior, es la de crianza, donde se encuentran las barricas, de roble francés y americano. Todos sus vinos tienen crianza en madera y las barricas se renuevan constantemente.

La tercera nave es la de crianza en botella. Aquí es fundamental que no llegue la luz del sol para que el vino evolucione correctamente. Los botelleros también son diseñados por Foster y consisten en paneles de madera con agujeros en los que las botellas se sostienen por el cuello.

La zona central de la bodega alberga unos grandes depósitos que se emplean para los trasiegos necesarios en el proceso de elaboración. También se encuentra aquí la tienda y es donde realizamos al acabar la visita la cata de dos de sus vinos.


Los vinos que probamos son el Ebeia Roble que tiene 4 meses de crianza en roble americano y el Portia Crianza que ha sido criado 14 meses en barricas nuevas de roble francés y americano y 6 meses en botella. Ambos nos parecen muy equilibrados con agradables aromas a madera, más intensos en el caso del segundo.

La bodega también tiene un restaurante y un bar que además participaba en el concurso de tapas. Así que, como ya contó Mirella, no desaprovechamos la ocasión de probar su Lechazo churro escabechado, acompañado de nuevo del tinto Ebeia.


Una visita entretenida a un edificio espectacular y que merece la pena verse. Arquitectura que conjuga la belleza de formas con la funcionalidad para la mejor elaboración del vino, que es en definitiva de lo que se trata.

viernes, 3 de mayo de 2013

XII Concurso comarcal de Tapas, Pinchos y Banderillas de Aranda de Duero y la Ribera


    Se ha celebrado en la Ribera del Duero el Concurso de Tapas, Pinchos y Banderillas que, como el año pasado, hemos vuelto a presenciar.
    Son muchos establecimientos los que hemos tenido la oportunidad de visitar, y bastantes (quizá demasiadas) las tapas que hemos probado entre el 19 y el 28 del lluvioso pasado mes de abril.
    El primer fin de semana hubo bastante afluencia de gente en la gran mayoría de los establecimientos, sobre todo los del centro de Aranda, se notaba que empezaba el concurso con gran espectación por parte de todos. También durante el día festivo de Castilla y León, en el que la gente se animó a salir de tapas dado el buen tiempo.
    El primer lugar al que entramos a probar suerte fue el Asador Casa Florencio, donde se presentaban dos tapas. Casiopea, tapa caliente, y Andrómeda, la fría, ambas de lechazo, curioso el acompañamiento servido en un pequeño vaso de chupito, la fría con salsa de pimiento y vichyssoise y la caliente con un pequeño sorbete de romero. El vino elegido para el maridaje fue Lu&Be 2010 de Bodegas Dominio de Cair, situada en La Aguilera.


    Seguidamente fuimos al Restaurante El Lagar de Isilla, donde había dos tapas igualmente. Placer adulto era el nombre de la tapa caliente, con lechazo como materia prima, y 007: Mezclado no agitado el nombre de la tapa fría debido a la presentación en una copa de cóctel. La primera consistía en una masa crujiente con un guiso de lechazo bañado con salsa y espuma tropical (maracuyá, piña y mango) decorado con chocolate crujiente. La segunda tenía en el fondo de la copa tomate caramelizado con mousse de anchoas y crema de pimientos, la decoración tenía una recreación de aceituna y, en vez de pajita, espaguetti frito, galleta salada casera y salsa de naranja con martini. El vino era El Lagar de Isilla Roble o El Lagar de Isilla Rosado, de Bodegas El Lagar de Isilla, en La Vid. Podemos ver el resultado y la explicación de la elaboración de ambas tapas en este video.
 
    Después nos acercamos al Bar Restaurante Cine Aranda, de reciente apertura. La tapa caliente, Clásica, consistía en una pequeña pizza con tomate, queso y lechazo. Y la tapa fría, Revolución. Ambas acompañadas con Rivendel, de Red Bottle International.

    También nos pasamos por el Bar Restaurante El Somatén, en que probamos las dos tapas, Pajares y Esteso, sí sí, éstos eran los nombres de las dos tapas. La tapa caliente consistía en un pequeño bocatita de chistorra con una salsa de mostaza presentado con un papel a cuadros. Lu&Be de Bodegas Dominio de Cair para acompañar a ambas tapas.

    En el Asador El Ciprés se presentaba una única tapa, Caprichos, una tapa caliente que podíamos acompañar con Rivendel Tinto de Red Bottle International, o Arrocal Rosado, de Bodegas Arrocal. Se trataba de una mezcla de setas y foie con crujiente de arroz.

    Ya para la segunda tanda de pinchos fuimos a otros establecimientos. Comenzamos en Bar La Biblioteca, un pequeño lugar en el que había dos tapas El Refranero (Uvas y queso saben a beso) y El Principito. La primera, la fría, era un triángulo de pan de torta de Aranda con queso y mermelada, decorada con una gominola y almendra picada, todo ellos acompañado de Rosado y Tinto Barrica Morozán, de Bodega La Asunción de Nuestra Señora, de Gumiel de Izán.

    En La Resinera, pudimos probar una tapa distinta, una brocheta llamada Brotes Verdes, elaborada con gambas a la plancha y un toque de chocolate, con crujiente de maiz y brócoli. Una tapa caliente apta para celíacos. Alvides Barrica, de Bodega Casado Alvides, de Villalba de Duero, fue el vino que acompañaba a la brocheta.

   Cafetería Garden era el siguiente establecimiento de nuestra particular ruta. La tapa fría era Frescura, que tenía una base de aguacate y cebolla roja donde se situaba una gamba en ceviche y tomate cherry regado con una farsa de aceituna negra y anchoa y unas virutas de chocolate negro. Pero elegimos la Tapa caliente, denominada Flor de Garden, que llevaba en el fondo patata pochada con cebolla, una capa de distintas setas y hongos (champiñon, trompeta negra, trufa) y un huevo trufado poché en forma de flor, todo ello decorado con un crujiente de jamón y aceite de pimiento dulce. Muy rico y sabroso. El vino que tomamos fue Rubiejo Barrica, de Bodegas y Viñedos Alto Sotillo.

    Seguidamente nos pasamos por el Bar-Restaurante Trasgu, a probar ambas tapas. La caliente, Mini Burguer Kobe, era una pequeña hamburguesita en pan de torta de Aranda de buey japonés, rúcula, queso y compota de tomate. La tapa fría se llamaba Kumato Sorpresa, y se trataba de un tomate, de la variedad kumato, relleno de mousse de ventresca sobre un fondo de gazpacho y aceite de perejil. La explicación en el video. Tinto joven Manso, de Bodegas Asenjo y Manso, era el vino acompañante.

    En el Mesón-Bar Las Cubas también se presentaban dos tapas. "Del mar el mero" "y de la tierra el cordero" era el nombre de ellas, ambas calientes. La primera, unos taquitos de mero con patata cordobesa bañados con una reducción de naranja y salpicados de almendras, servido en una concha de vieira. La segunda, una brocheta crujiente de mollejas. Para beber, pudimos elegir entre Recorba Tinto, de Real Sitio de Ventosilla, o Alto Miraltares Rosado, de Bodega Alto Miraltares.

    Cambiamos de zona para llegar al Mesón El Cordero y probar su única tapa, en este caso caliente, la Suprema de Lechazo con foie, que llevaba, como su propio nombre indica, lechazo con foie sobre un pan de torta con cebolla caramelizada, crujiente de puerro y tomate. Muy sabrosa esta otra manera de comer lechazo. Si os quedáis con ganas, podéis ver el video donde se explica cómo se elabora. Y para beber, Admiración Ricardo, de Bodegas Rojo.

    Para culminar la noche, nos decidimos por Casa Silviano, para degustar su tapa caliente, Lomo a las finas hierbas. Un lomo a la plancha, de adobado casero, característico del local, acompañado con un pimiento verde a la plancha. Y el vino elegido era Silencio de Valdiruela, de Bodegas Castillo de Gumiel.


    En otra sesión de la ruta, aprovechando nuestra visita a Bodegas Portia en Gumiel de Izán, probamos la tapa que allí se ofrecía, Bocadito de Portia. Una tapa fría apta para celíacos consistente en lechazo churro escabechado, piña, rúcula, canónigo, caramelo de ajo, crema de módena y pil-pil servido sobre pan de torta. Podéis ver la elaboración en el video. El vino, como no podía ser de otra forma, fue Ebeia crianza.

    Y de vuelta a Aranda, no pudimos resistirnos a probar los famosos eschabechados del Mesón de la Villa. Por eso, nos decantamos por la tapa fría, De nuestros escabechados, un muslo de codorniz escabechado, pimiento confitado, maché, cebolla escabechada con aceite y vinagre sobre una tosta de pan. La otra opción era la tapa caliente, Torrezno marino, una corteza de cerdo molida con langostino, reducción de vino dulce y pasas acompañando al torrezno. Mucho mejor lo explican personalmente en este video. Para beber dos opciones, Claro Silencio Valdiruela, de Bodegas Castillo de Gumiel, o Tinto Valnogal 6 meses, de Bodegas y Viñedos Robeal.

    En el Plan 37, pudimos probar las dos tapas que se ofrecían: Caribe, la caliente, un crepe de lechazo, queso e ibéricos con reducción de Ribera y Pedro Ximénez; y Antártida, la fría, caramelo de chocolate relleno de salmón y bacalao marinados con mango, acompañado por un chupito de zumo de frutas del bosque. El vino, Ebeia, de Bodegas Portia.

    Nos pasamos después por el Restaurante La Perla a probar su Bombón lechal, ya que el día anterior nos comentaron que se había terminado, y para no perder nuestra oportunidad, por ahí que fuimos. La tapa, que estaba acompañada por Rivendel, de Red Bottle International, era caliente y tenía la apariencia de un flan, ya que llevaba huevo y una salsa decorada con piñones. Pero mucho mejor se explica en el video.

    Restaurante Arandos era el siguiente punto de nuestra ruta. Aquí había dos tapas y probamos ambas. La caliente, riquísima, llamada Nido de lechazo, un timbal de patata de Burgos con lechazo churro asado con su salsa, setas de cardo y huevo soufflé gratinado con reducción de vino tinto. Y Dolce Vita era un cóctel frío sobre una base de salmorejo y ajo blanco decorado con uvas tempranillo, crujiente de jamón y aceite de pimentón. Mucho mejor ver la elaboración en el video. El vino, como no podía ser de otra forma, Lagar de Isilla Roble o Rosado.

    Para terminar la noche, nos dirijimos al Asador Restaurante Miguel, donde probamos la tapa que allí tenían, la ¡¡Siono!!, es decir, un paté de lechazo con melocotón caramelizado, patata asada laminada, pasta gratinada, tomate natural y perejil. No sabemos si es la mezcla del melocotón con el lechazo, o que ya habíamos probado unas cuantas tapas, pero ésta no nos supo especialmente buena, además, la pasta gratinada dejaba que desear. El vino que acompañaba la tapa era Sentido, de Bodegas y Viñedos Neo, en Castrillo de la Vega.

    Para el último día, parece que no, pero quedaban más pinchos que probar. Empezamos en Mesón Rioduero, de Fresnillo de las Dueñas, para probar ambas tapas: Rulo de rabo de toro y Calabacín relleno. La primera tenía rabo de toro en su salsa, pan italiano, puré de patata a la pimienta y crujiente de boniato. La segunda, calabacín a la plancha relleno con hígado de pato, mermelada de tomate, piñones y puerro frito. Muy sabrosas las dos. En el video, podéis ver cómo se elabora. El vino elegido era Lugar de San Antonio Tinto, de Bodegas Dominio de San Antonio, ó Lagar de Isilla Rosado, de Bodegas Lagar de Isilla que habíamos probado en otras ocasiones.

    Volvimos a Aranda para entrar en el Mesón El Roble, donde habían preparado Tahona, una tapa caliente consistente en una bomba de hojaldre al horno rellena de carne seleccionada de lechazo con cilantro, cebollino y crema de queso, adornada con pasas de corinto. Podéis ver la explicación de cómo es su elaboración en el video. El vino fue Septiembre, de Uvaguilera.

    Sin movernos demasiado de la zona, pasamos a probar Alborada en el Bar BMV, que se trataba de una tapa caliente basada en un pimiento relleno de marisco acompañado de verdura caramelizada en tempura. Y para acompañar, Briego Vendimia Seleccionada 2010, de Bodegas Alberto y Benito, en Fompedraza.

    Y para finalizar nuestra ruta gastronómica, nos fuimos al Bar Casanova, donde se presentaban dos tapas. La caliente, Timbal de rabo, que se presentaba sobre pan de torta y unas virutas de verdura. Y la fría, Festival de sabores, que llevaba ensaladilla Casanova con mousse de salmón y gambas. Se puede ver el video para ver la elaboración. La bebida elegida era Ricardo 6 meses Barrica, de Bodega Jose Mª Rojo, ó Rivendel Roble, de Red Bottle International, que ya habíamos probado anteriormente.

    Y hasta aquí, lo que nos ha dado de sí estos días, en los que hemos podido saborear distintas y variadas tapas, muchas de ellas a base de lechazo, como no podía ser de otra forma en la comarca donde nos encontramos, y comprobar que el arte de la comida en miniatura tiene muchos aliados. La originalidad, en algunos casos sorprende por su presentación, en otros por la mezcla de sabores al elegir los ingredientes. Y el vino, cómo no, D.O. Ribera del Duero, nunca falla en este tipo de acontecimientos, y sobre todo, acompañando al ingrediente estrella, el lechazo. En definitiva, un concurso que año a año gana espectadores y al que cada vez más se unen más establecimientos conocedores del éxito que alcanza el concurso. ¡Nos veremos el año que viene!