sábado, 29 de octubre de 2005

Morcilla con pimientos

Guillermo lo llamó el otro día "la leyenda del bar sin nombre", parafraseando el incomprensible título en español de la estupenda comedia músical "Paint your wagon". Lo cierto es que la morcilla con pimientos del nuevo establecimiento de la calle Albornoz es un descubrimiento sensacional. Abandona la preparación tradicional de la morcilla (generalmente en rodajas a la plancha, con o sin acompañamiento de pimientos) y se decanta por pelar la morcilla y mezclar su contenido con los pimientos, presentándolo en cazuelita de barro con un par de lonchitas de jamón serrano. Dada la textura que consigue, sospecho que lleva algún ingrediente más (personalmente apuesto por la nata, pero me temo que es el secreto del cocinero).

El resto de la barra está sin explorar, a excepción de la cazuelita de fideuá, también muy recomendable. Así que ya tenéis tarea: id probando lo que hay y comentadlo aquí para solaz y aprovechamiento.

NOTA: Para los despistados, la logroñesa calle Albornoz va de la calle San Agustín a la calle Laurel, transversal a ambas y paralela a la travesía del Laurel. Enfrente del Sebas, para los habituales de la Laurel.

ACTUALIZACIÓN: buscando otras recetas de morcilla, he topado con un blog culinario bastante interesante: "directo al paladar", donde aparece esta apetitosa preparación de morcilla a la cazuela. Otro blog interesante es "El Pingüe Gourmet", cuyo autor afirma ser cocinero profesional.

domingo, 16 de octubre de 2005

¿Desayunar o comer?

Este es el título de la columna de Caius Apicius de esta semana. Si la enlazo aquí es porque estoy de acuerdo con lo que dice: nuestro desayuno es cómo es porque nuestras comidas son como son. Hace poco leí —lamento no recordar dónde— que hay un grupo de personas empeñadas en recuperar lo que según ellas es el horario tradicional español, mucho más parecido al francés, con una frugal comida a mediodía y una cena temprana. Al parecer la costumbre de cenar tan tarde es bastante reciente, no anterior al siglo XX. En fin, no les auguro demasiado exito.

[enlace suprimido por la entrada en vigor de la Ley 21/2014, de 4 de noviembre, por la que se modifica el texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, y la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil. Sí, nos referimos al canon AEDE, también llamado "tasa Google"].

sábado, 15 de octubre de 2005

Visita al Portal (II)

Mil palabras al viento, o una sola imagen. Qué más da. Al final es todo subjetivo: me gusta, no te gusta; te convence o no me convence. Recuperadas las notas de la excursión al Portal, aquí va el relato prometido... (uff, hace un mes).

Amaneció el sábado diecisiete de septiembre con el cielo gris, cubierto de nubes que presagiaban lluvia y un día más otoñal que del moribundo verano. Sobre mediodía emprendimos el camino. Llovió durante el trayecto en carretera hasta Ezcaray, pero no en el pueblo. Eso sí, hacía frío. Fue esa una primera impresión que no nos abandonó en toda la jornada. El Portal nos resultó frío: con una presentación discreta, una decoración pasada de moda y un servicio correcto pero distante. El menú degustación acababa de cambiar su temporada y estrenamos la carta de otoño. Aún así, la mayoría de los platos eran fríos. Después de comer estuvimos en una cafetería donde había una gran chimenea apagada; no nos hubiera importado que la encendieran. Afortunadamente, una comida entre amigos tiene su propio calor endógeno, capaz de mitigar cualquier templanza exterior.

El menú degustación fue el siguiente:
Aperitivos: una croqueta, ¿patatas a la riojana? y gazpacho translúcido, con remolacha, granizado y espuma de sandía.

Los platos principales consistieron raciones de:

Helado de jamón ibérico, semillas de tomate, costrones de pan y aceite Dauro.
Tartar de tomate con cigala y ajo blanco.
Rissoto de verduritas con tallarines de sepia, aceite de parmesano y trufa de verano.
Taco de ventresca de atún con melón a la parrilla, flores y jugo con aroma de pino.
Cochinillo asado en su jugo a baja temperatura, con gelatina de lechuga, frutas y hortalizas del campo.

Y los postres:
Sopa de piña con espumas superpuestas de caramelo y coco.
Postre de quesos con sopa de idiazabal y membrillo.

El vino fue un crianza de 2001, de Briñas. Lo siento, pero no recuerdo el nombre comercial ni la bodega.

Ganadores: el rissoto y el tartar entre los platos principales, aunque hay quien opina que el rissoto lo debía todo a la trufa y que sin ella no tenía nada de especial. El postre de quesos fue también estupendo y muy bien presentado. No nos gustó nada la ventresca de atún y el cochinillo decepcionó en general, aunque más bien por no cumplir las expectativas. Como curiosidad, señalemos que el helado de jamón era un perfecta zapatilla “deconstruida” :-)

ACTUALIZACIÓN: dos enlaces donde explican qué es eso de la deconstrucción en cocina: aquí y acá.