lunes, 31 de diciembre de 2007

Feliz 2008

Como decía Santa Teresa, "nada te turbe, nada te espante, todo se pasa". Otro año se nos va y uno nuevo llega. Comeremos, beberemos, tal vez viajemos y probablemente lo contemos.

Feliz Año Nuevo.


martes, 11 de diciembre de 2007

Cenar en Pekín (II)

El plato típico de Pekín es el pato laqueado o pato asado al estilo pekinés. Y el más afamado de los restaurantes locales donde lo preparan es el Quanjude Kaoyadian. Tienen al menos dos establecimientos; nosotros hemos visitado el ubicado en la quinta planta del famoso “mercado de la seda” o mercado de las imitaciones. A pesar de estar ubicado en un lugar tan turístico, el local es genuinamente chino, sin más concesión al visitante que la traducción de la carta al inglés. El público es también mayoritariamente chino, aunque es habitual ver mesas ocupadas por extranjeros. En las paredes pueden verse colgadas fotografías de las personalidades que han visitado el lugar: desde nuestra mesa reconocemos fácilmente a Helmut Khol, Henry Kissinger o George Bush, padre.

Hay varias cartas para elegir; la principal está compuesta exclusivamente por distintas preparaciones de pato. De ahí hemos elegido, además del pato pekinés, sopa de pato, dumplings de pato, hígado de pato frito en mantequilla y unos bollitos rellenos de crema de hoja de loto que tienen forma de... patito.

El pato pekinés llega a la mesa entero, junto con un pinche de cocina que lo trocea a la vista del cliente. El primer corte es la piel, con su grasa, muy hecha y ligeramente crujiente. Lo ponen inmediatamente sobre la mesa: hay que consumirlo caliente mientras el cocinero continúa troceando el pato en pequeñas lonchas o láminas, como es tradicional en la cocina china. Una vez servido (y retirada la mesa auxiliar en la que se ha troceado), una de las camareras (compadecida de nuestra cara de pasmo) nos muestra la técnica de preparación, extendiendo con habilidad sobre una oblea los trozos de pato previamente untados en salsa, cebollino y ajo. A partir de ahí, con mayor o menor habilidad, cada comensal se prepara esta especie de “empanadillas” o “crepes”. El sabor es incomparablemente superior a cualquier sucedáneo que hayamos podido probar en restaurantes de Occidente. La carne de pato es muy sabrosa cuando es de calidad; además, está en su punto y la salsa que lo acompaña es exquisita.

El resto de la comida no desmerece al plato principal. Los hígados de pato, gracias al toque de la mantequilla, están más jugosos que el foie fresco al que estamos acostumbrados —aunque me queda la duda de si la mantequilla será de leche—. Los dumplings, con sus cuatro ingredientes componen una exquisita mezcla de colores, sabores y texturas. La sopa, con su sencillez, resulta sabrosa, tonificante y sorprendente. Los patitos, con su alegre presencia, sirven de postre a una comida que, para nosotros, rozó la perfección.

Como es costumbre, la comida está acompañada de té; en esta ocasión, de la variedad Oolong. El trato del personal ha sido muy amable, en un ejemplo más de la afamada cortesía oriental.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Massaya Silver Selection 2004

El valle de la Bekaa en el Líbano es conocido desde la antigüedad por sus vinos. Allí, a una altitud de unos 1000 metros sobre el nivel del mar y con un clima suavizado por la protección de las montañas, se encuentra la bodega Massaya (crepúsculo). En sus vinos se une la tradición que data de la época de los fenicios con las técnicas importadas de Francia. Su tinto Silver Selection se elabora a partir de las variedades Cinsault (40%), Garnacha (30%), Cabernet Sauvignon (15%) y Mourvèdre (15%) y se envejece en barricas de roble francés.
El resultado es un vino fuerte en todos los sentidos. Color cereza, casi púrpura, muy intenso. Su aroma resulta muy alcohólico merced a su graduación del 14%, que enmascara la madera y apenas deja percibir la fruta madura. Y en boca resulta astringente, amargo y algo ácido, de moderada persistencia pero mucho cuerpo.
En definitiva nos resulta tan excesivo que nos llega a recordar (salvando las diferencias) a los antiguos vinos sin refinar.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Black Tower Pinot Grigio 2006

La marca Black Tower pertenece a la compañía vinícola alemana Reh Kendermann. En esta ocasión probamos su pinot gris que presenta un limpio y muy claro tono amarillo pajizo. Su aroma es de poca intensidad predominando la fruta verde y las flores. En boca es fresco, ligeramente ácido y con un toque dulzón. Y aunque su persistencia no es larga sí que es sin duda agradable.
En definitiva un vino correcto que nos gusta y que con sus 11 grados de alcohol resulta muy fácil de beber. No es de extrañar que Black Tower presuma de ser el vino alemán más vendido en el extranjero. Sin embargo en la lista de distribuidores no aparece ninguno para España, aunque sorprendentemente Allied Domeq lo distribuye en Estonia. Tal vez termine por llegar aquí.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Fish and Chips

Pues al final todavía ha habido tiempo para una más. En mi última cena inglesa de este viaje nos decidimos por algo sencillo pero sabroso: fuimos a un fish and chips y pedimos raciones para llevar de bacalao, patatas fritas y puré de guisantes. Y tengo que confesar que desde que empecé a oler el típico aroma a fritanga del local se me hacía la boca agua. Al tiempo que me volvían los recuerdos de mi primer verano en Inglaterra, en el que muy a menudo terminábamos recenando en uno de estos sitios.
De vuelta en casa nos preparamos para disfrutar de la cena, que resultó deliciosa y que, para no desmerecer a las del resto de la semana, decidimos acompañar con un buen vino. El elegido para la despedida fue un Marqués de Murrieta de 2000, pero en esta ocasión un gran reserva que también encontramos en la completa sección de vinos de una gran superficie.
Y no nos defraudó. En su aroma todo hablaba de la crianza en barrica de roble, pues predominaba un agradable tostado. Y en sabor nos pareció perfecto. Un vino redondo, sin aristas y al estilo de los riojas tradicionales. Todo un placer para el paladar.