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La fabricación industrial es la explicación de que la mayoría de los quesos camembert que se encuentran habitualmente en tiendas y supermercados sean un insípido reflejo de los que yo recordaba haber comido hace años. Además, el tiempo que pasan en la cadena de distribución hace que para cuando llegan a casa estén secos en lugar de cremosos por dentro.
Así que otro de mis objetivos en París era conseguir un verdadero camembert. Y desde luego que este Le Gaslonde, que elaboran en la Fromagerie du Val d'Ay lo es.
En primer lugar por su olor. A pesar de que me lo envolvieron especialmente para viajar, con varias capas de plástico y dos bolsas, su penetrante olor característico terminó impregnando mi equipaje. Y después, en casa, siguió destacando en la nevera.
Pero al abrirlo era exactamente como debía ser: de textura cremosa y delicioso e intenso sabor. Todo un deleite para el paladar.
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