domingo, 10 de enero de 2010

Un día en Londres

Un día en Londres. Ese era el tiempo que tenía, llegando un viernes por la noche y teniéndome que marchar el domingo por la mañana. Un sábado entero en el que disfrutar, con permiso del frío y la nieve, de los encantos de una de las ciudades más interesantes del mundo.
Teniendo el hotel en la zona de Covent Garden prácticamente todo el centro de la ciudad está a mano. Andando o a poca distancia en metro. Así que las opciones son muy variadas.

Lo primero era comenzar con un buen desayuno. El clásico desayuno inglés es algo fundamental para tener energía durante todo el día. Con sus huevos, tostadas, mantequilla, alubias, salchichas, bacon, seta y tomate. Acompañado de una buena pinta de cerveza rubia. Y un café para terminar.
Después tocaba visita al Museo Británico. Llevaba unos años sin verlo y siempre es una gozada volver a contemplar sus colecciones. En particular todas las piezas de Egipto y Grecia.

Tras un breve descanso era tiempo para recorrer la ciudad. Como decía, desde Covent Garden es fácil llegar a muchos lugares emblemáticos: Leicester Square, Picadilly Circus o la zona de Westminster eran paradas casi obligadas.

Ya para entonces era hora (inglesa) de cenar. En Londres se puede encontrar todo tipo de restaurantes con comida de cualquier lugar del mundo. Pero la auténtica comida inglesa se disfruta en los pubs. Por ejemplo en el White Lion.
Dentro de su carta tenía un apartado de los clásicos pasteles adaptados a la temporada. Una de las tradiciones del invierno es la combinación del queso Stilton azul y Oporto. Así que cuando vi que tenían un pastel de pavo con Stilton y Oporto me pareció la opción perfecta. Estaba verdaderamente delicioso. Además lo acompañé en esta ocasión con una típica cerveza inglesa, la Fuller's London Pride, suave y algo dulzona, como corresponde.

Y con el apetito satisfecho nada mejor para terminar el día que asistir a alguno de los numerosos espectáculos que se ofrecen en las decenas de teatros que hay en la zona de Covent Garden. Finalmente nos decidimos por el ballet que se representaba en el que es uno de los mejores auditorios del mundo: la Royal Opera House. La representación bailada de los cuentos de Beatrix Potter resultó absolutamente mágica.

Después ya sólo quedaba retirarse para dormir y poder madrugar al día siguiente, confiando en que, como así ha sido, la nieve no impidiera el regreso a casa. Con tiempo incluso para contar todo en el blog. :-)

2 comentarios:

Javier dijo...

Rápido y completo. Un viaje excelente, a pesar de la nieve. Gracias por compartirlo. :-)

Lorena dijo...

Vaya día más bien aprovechado! Me acordé de vosotros y del mal tiempo. Me alegro de que no os impidiera viajar.