El empresario Marcelo Muñoz llegó a China por primera vez en 1978 para hacer negocios. Desde entonces hasta hoy ha sido testigo de los grandes cambios que se han producido en ese país. Y todo ello lo cuenta en su libro El enigma chino, que publica Espejo de Tinta.
En el capítulo que dedica a la cocina habla de la enorme variedad de platos diferentes que se pueden encontrar y posteriormente hace un recorrido por lo más interesante que él mismo ha probado. Y en un apartado en que describe una comida casera aparecen estos huevos de mil años. Se trata de huevos de pato (también pueden ser de gallina) que se preparan envolviéndolos en arcilla y dejándolos macerar durante dos o tres meses. El resultado se asemeja a un huevo cocido, salvo por que la yema se vuelve de color verdoso y la clara de un marrón translúcido.
Inmediatamente los recordé de los desayunos en Fuzhou. Los habíamos comido en el hotel como huevos preservados, pero no sabíamos qué eran exactamente. Yo recuerdo que me sabían muy parecido a los huevos duros sólo que su textura es más suave y agradable. Me gustaron bastante. Opinión que, por lo que he visto buscando un poco por ahí, no es la más habitual entre los occidentales.
En su momento no les hice fotos, pero he encontrado algunas que están muy bien en otras páginas, como ésta o esta otra, en la que además se comprueba lo que decía de las opiniones. Y es que no está hecha la miel...
En el capítulo que dedica a la cocina habla de la enorme variedad de platos diferentes que se pueden encontrar y posteriormente hace un recorrido por lo más interesante que él mismo ha probado. Y en un apartado en que describe una comida casera aparecen estos huevos de mil años. Se trata de huevos de pato (también pueden ser de gallina) que se preparan envolviéndolos en arcilla y dejándolos macerar durante dos o tres meses. El resultado se asemeja a un huevo cocido, salvo por que la yema se vuelve de color verdoso y la clara de un marrón translúcido.
Inmediatamente los recordé de los desayunos en Fuzhou. Los habíamos comido en el hotel como huevos preservados, pero no sabíamos qué eran exactamente. Yo recuerdo que me sabían muy parecido a los huevos duros sólo que su textura es más suave y agradable. Me gustaron bastante. Opinión que, por lo que he visto buscando un poco por ahí, no es la más habitual entre los occidentales.
En su momento no les hice fotos, pero he encontrado algunas que están muy bien en otras páginas, como ésta o esta otra, en la que además se comprueba lo que decía de las opiniones. Y es que no está hecha la miel...
3 comentarios:
Vale, soy un asno.
Uff, se me ha revuelto el estomago. Menos mal que no se me ocurrió probar aquel desayuno.
Los probé el otro día en un chino de mi ciudad, y me gustaron un montón.
Yo también he vuelto a probarlos hace unos días, con motivo de la celebración del año nuevo chino. La verdad, me siguen encantando. :-)
Gracias por tu comentario, Anónimo.
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