La semana pasada visitamos Ontañón, en Logroño. Se trata de una bodega destinada exclusivamente a la crianza de vinos, pues la elaboración previa se realiza en otra bodega situada en Quel.
Su seña de identidad es sin duda el trabajo del artista de Aldeanueva de Ebro Miguel Ángel Sáinz, quien se encargó de convertir una antigua fábrica de caramelos en un verdadero museo. Todos los espacios de la bodega se encuentran perfectamente estudiados y enmarcados en diversas obras de arte relacionadas con el vino. A lo largo de la visita se pueden contemplar pinturas, esculturas y vidrieras sobre temas y personajes religiosos y mitológicos cargados de simbolismo.
En la sala de barricas, donde envejecen bajo atentos cuidados sus vinos, se encuentra la escultura símbolo de la bodega y que figura en todas sus etiquetas: el impresionante conjunto del centauro y el hombre que cargan unas tinajas de vino, subido el segundo a la grupa del primero. La explicación: que en la elaboración de los vinos ha de haber una parte racional y otra irracional.
Otro momento espectacular es el recorrido por el laberinto de botellas, en cuyo centro se esconde Perséfone. Allí, la iluminación y los mármoles espejados componen una hermosa alegoría de las estaciones.
Para terminar nos ofrecieron una cata comentada de dos de sus vinos. El Ontañón Reserva, excelente representante de todo lo visto anteriormente, y el Marco Fabio, un rico moscatel acogido a la denominación Valles de Sadacia, la "otra" denominación de vino de La Rioja.
El conjunto de la bodega museo, unido a las detalladas y entusiastas explicaciones hacen que la visita a Ontañón se disfrute de principio a fin. Muy recomendable, sin duda.
Su seña de identidad es sin duda el trabajo del artista de Aldeanueva de Ebro Miguel Ángel Sáinz, quien se encargó de convertir una antigua fábrica de caramelos en un verdadero museo. Todos los espacios de la bodega se encuentran perfectamente estudiados y enmarcados en diversas obras de arte relacionadas con el vino. A lo largo de la visita se pueden contemplar pinturas, esculturas y vidrieras sobre temas y personajes religiosos y mitológicos cargados de simbolismo.
En la sala de barricas, donde envejecen bajo atentos cuidados sus vinos, se encuentra la escultura símbolo de la bodega y que figura en todas sus etiquetas: el impresionante conjunto del centauro y el hombre que cargan unas tinajas de vino, subido el segundo a la grupa del primero. La explicación: que en la elaboración de los vinos ha de haber una parte racional y otra irracional.
Otro momento espectacular es el recorrido por el laberinto de botellas, en cuyo centro se esconde Perséfone. Allí, la iluminación y los mármoles espejados componen una hermosa alegoría de las estaciones.
Para terminar nos ofrecieron una cata comentada de dos de sus vinos. El Ontañón Reserva, excelente representante de todo lo visto anteriormente, y el Marco Fabio, un rico moscatel acogido a la denominación Valles de Sadacia, la "otra" denominación de vino de La Rioja.
El conjunto de la bodega museo, unido a las detalladas y entusiastas explicaciones hacen que la visita a Ontañón se disfrute de principio a fin. Muy recomendable, sin duda.
1 comentario:
Lo bueno de visitar bodegas es que uno se puede llevar un pedacito a casa en forma de botella, como esas deliciosas "Riberas de Marco Fabio" que disfrutamos al siguiente fin de semana...
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