Dirección: Lucrecia Arana 17, Haro, La Rioja
Teléfono: 941310023
Web: www.terete.es
Precio orientativo: 35€ por persona
Terete es un restaurante que me trae recuerdos de la niñez. Tenía grabada la escena de cómo al llegar nos daban a mi hermano y a mi un trozo de rabito de cordero recién asado, crujiente y delicioso. Un entretenimiento para el tiempo (breve) que tardaba en llegar la comida a la mesa y un anticipo del sabroso cordero que íbamos a comer.
Llevaba muchos años sin visitar el sitio y ya desde hace bastante quería volver y actualizar como adulto las sensaciones que recordaba de niño.
Para mi alegría he visto que no ha cambiado en lo fundamental. Sigue siendo un restaurante de cocina casera tradicional. Buenos ingredientes para preparar los platos de siempre, que nunca pasarán de moda. También las mesas siguen siendo las mismas, con bancos corridos. Si no se completa una mesa, lo normal es compartirla con otras personas. No es lo más cómodo, pero tiene su encanto.
De entre los primeros hemos elegido la menestra de verduras. Todo un acierto. Sólo se puede describir como exquisita. De las mejores, si no la mejor, que he comido en mi vida.
Y para segundo hemos ido directamente al plato estrella, el corderito lechal asado al horno de leña. Se asa sin sal, por lo que junto con la ración ofrecen un poco de sal por si se le quiere añadir. Pero la verdad es que no la necesita. Con o sin sal el cordero está extraordinario. Tierno, jugoso y muy sabroso. El jugo que ha desprendido al ser asado es su mejor acompañamiento.
También en los postres hay un buen repertorio de opciones caseras tradicionales. En este caso nos hemos decidido por unas peras al vino y una tarta de queso. Ambos excelentes.
En cuanto al vino, en Terete disponen de carta de vinos, pero merece la pena pedir el de la casa, puesto que lo es en sentido estricto. Tienen su propia bodega en la que elaboran sus propios vinos. Hoy hemos disfrutado de un Viña Cristina crianza de 2001. Un vino que no puede ocultar su origen y su parentesco con cualquiera de los mejores vinos de Haro. Y aquí que cada cual ponga su vino favorito.
Por poner una mínima nota negativa, el pan no está a la altura. Ni de lejos. Es una pena pero es así. Tampoco sirven café, pero eso no ha sido ningún problema, teniendo muy cerca un lugar como Los Agustinos. En el patio del antiguo monasterio hemos disfrutado de una relajante sobremesa tras una gran comida.
Sin duda habrá que repetir.
Llevaba muchos años sin visitar el sitio y ya desde hace bastante quería volver y actualizar como adulto las sensaciones que recordaba de niño.
Para mi alegría he visto que no ha cambiado en lo fundamental. Sigue siendo un restaurante de cocina casera tradicional. Buenos ingredientes para preparar los platos de siempre, que nunca pasarán de moda. También las mesas siguen siendo las mismas, con bancos corridos. Si no se completa una mesa, lo normal es compartirla con otras personas. No es lo más cómodo, pero tiene su encanto.
De entre los primeros hemos elegido la menestra de verduras. Todo un acierto. Sólo se puede describir como exquisita. De las mejores, si no la mejor, que he comido en mi vida.
Y para segundo hemos ido directamente al plato estrella, el corderito lechal asado al horno de leña. Se asa sin sal, por lo que junto con la ración ofrecen un poco de sal por si se le quiere añadir. Pero la verdad es que no la necesita. Con o sin sal el cordero está extraordinario. Tierno, jugoso y muy sabroso. El jugo que ha desprendido al ser asado es su mejor acompañamiento.
También en los postres hay un buen repertorio de opciones caseras tradicionales. En este caso nos hemos decidido por unas peras al vino y una tarta de queso. Ambos excelentes.
En cuanto al vino, en Terete disponen de carta de vinos, pero merece la pena pedir el de la casa, puesto que lo es en sentido estricto. Tienen su propia bodega en la que elaboran sus propios vinos. Hoy hemos disfrutado de un Viña Cristina crianza de 2001. Un vino que no puede ocultar su origen y su parentesco con cualquiera de los mejores vinos de Haro. Y aquí que cada cual ponga su vino favorito.
Por poner una mínima nota negativa, el pan no está a la altura. Ni de lejos. Es una pena pero es así. Tampoco sirven café, pero eso no ha sido ningún problema, teniendo muy cerca un lugar como Los Agustinos. En el patio del antiguo monasterio hemos disfrutado de una relajante sobremesa tras una gran comida.
Sin duda habrá que repetir.
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