Pago del Vicario es una bodega que cuenta además con hotel y restaurante. Se encuentra cerca del núcleo urbano de Las Casas, a unos 9 km de Ciudad Real y sin salir de su término municipal.
La bodega consta de varios modernos edificios de llamativa arquitectura y se encuentra rodeada de viñedos de aspecto joven y plantados en espalderas.
Llego aquí atraído por los menús de maridaje con sus propios vinos. Esto significa que voy a beber varias copas y que no puedo conducir. Por tanto al precio de la comida hay que añadirle el coste del taxi para la ida y la vuelta. Cuentan con un servicio de transporte desde Ciudad Real, pero sólo para un mínimo de cuatro personas.
El comedor es bastante grande, lo que acentúa mucho más el hecho de que se encuentra casi vacío. Está claro que la idea de unir a una bodega de diseño un hotel de diseño y un restaurante de diseño es sin duda muy interesante. Pero eso no garantiza que tenga éxito. Por mi parte, siendo como soy aficionado al vino, encuentro sin embargo más práctico alojarme en el centro de Ciudad Real, donde tengo todo mucho más a mano. Lo peor es que a lo largo de la comida me va a ir quedando claro poco a poco que el personal que atiende está más preocupado por cómo se da a conocer su negocio que por sus clientes actuales.
Pero vayamos por partes. Se puede comer a la carta o pedir uno de los dos posibles menús de maridaje (que se sirve para toda la mesa). Yo quería probar sus vinos además de su comida por lo que me fui a los menús de maridaje. Y entre el menú largo y el menú corto elegí el segundo porque los platos me parecieron más interesantes.
El trato fue en todo momento amable y detallista, posiblemente hasta demasiado. Pero cuando se dirigieron a mí por mi segundo nombre, que nunca uso, se descubrieron. Obviamente me habían buscado en Google porque yo al hacer la reserva sólo había dado nombre (el primero) y apellido. Se lo comenté al camarero quien obviamente se quedó bastante cortado. También le dije que no me importaba demasiado: soy consciente de que hoy en día es muy fácil obtener información de esta forma sobre cualquier persona. Al menos si no tiene un nombre muy común.
Pero, ¿cuál era el motivo? Pues según me explicaron, el tratar de reconocer si venía algún crítico gastronómico de incógnito. Por eso tenían ya perfectamente fichados a todos los comensales que nos encontrábamos allí. Yo les confirmé lo que ya habían descubierto, que no era ningún crítico gastronómico y que simplemente me había atraído su propuesta de menús maridados. Eso sí, para ser honesto también les comenté que si hacía fotos era porque tenía un blog. :-)
El caso es que la comida empezó, tras un aperitivo, con el Brick de queso Villadiego con confitura de manzana. Debía ir acompañado de un vino blanco Talva, pero en mi caso lo acompañaron de su blanco de tempranillo, un vino que tenía ganas de probar por su orginalidad. Según me explicaron se consigue recogiendo la uva tempranillo antes de que gane color.En segundo lugar vino el Mousse de bacalao con tomate semifrito y su infusión. Lo acompañaba un rosado de petit verdot, considerado mejor rosado de España por la guía Repsol.
La carne consistió en Avestruz marinada con española semidulce. El vino, tinto en esta ocasión, el Penta, cuyo nombre hace referencia a cinco variedades de uva (48% tempranillo, 30% cabernet sauvignon, 10% merlot, 10% syrah y 2% petit verdot), cinco meses de barrica y cinco sentidos que pretende estimular.
Por último el postre, Pastel de chocolate y naranja servido con Merlot dulce, que de nuevo me cambiaron por Corte dulce. Una pena, porque me apetecía haber probado el Merlot.
La comida en general estuvo en su punto. Verdaderamente excelente. Y los vinos fueron todos agradables y acompañaron bien.
El problema, como ya he dicho fue el exceso de atención. Tuvo la parte buena de que me explicaron algo más sobre los vinos y la parte mala de que apenas pude comer tranquilo: no pasaba un minuto sin que alguien viniese a preguntar una y otra vez si todo estaba bien. El colmo fue cuando recibí un mensaje al móvil y me dispuse a contestarlo. Inmediatamente vinieron corriendo a preguntar si es que no me gustaba el avestruz, lo que les aseguré no era el caso.
Pero en definitiva toda la situación no me permitió disfrutar por completo lo que podía haber sido una comida casi perfecta. Una verdadera lástima.
La bodega consta de varios modernos edificios de llamativa arquitectura y se encuentra rodeada de viñedos de aspecto joven y plantados en espalderas.
Llego aquí atraído por los menús de maridaje con sus propios vinos. Esto significa que voy a beber varias copas y que no puedo conducir. Por tanto al precio de la comida hay que añadirle el coste del taxi para la ida y la vuelta. Cuentan con un servicio de transporte desde Ciudad Real, pero sólo para un mínimo de cuatro personas.
El comedor es bastante grande, lo que acentúa mucho más el hecho de que se encuentra casi vacío. Está claro que la idea de unir a una bodega de diseño un hotel de diseño y un restaurante de diseño es sin duda muy interesante. Pero eso no garantiza que tenga éxito. Por mi parte, siendo como soy aficionado al vino, encuentro sin embargo más práctico alojarme en el centro de Ciudad Real, donde tengo todo mucho más a mano. Lo peor es que a lo largo de la comida me va a ir quedando claro poco a poco que el personal que atiende está más preocupado por cómo se da a conocer su negocio que por sus clientes actuales.
Pero vayamos por partes. Se puede comer a la carta o pedir uno de los dos posibles menús de maridaje (que se sirve para toda la mesa). Yo quería probar sus vinos además de su comida por lo que me fui a los menús de maridaje. Y entre el menú largo y el menú corto elegí el segundo porque los platos me parecieron más interesantes.
El trato fue en todo momento amable y detallista, posiblemente hasta demasiado. Pero cuando se dirigieron a mí por mi segundo nombre, que nunca uso, se descubrieron. Obviamente me habían buscado en Google porque yo al hacer la reserva sólo había dado nombre (el primero) y apellido. Se lo comenté al camarero quien obviamente se quedó bastante cortado. También le dije que no me importaba demasiado: soy consciente de que hoy en día es muy fácil obtener información de esta forma sobre cualquier persona. Al menos si no tiene un nombre muy común.
Pero, ¿cuál era el motivo? Pues según me explicaron, el tratar de reconocer si venía algún crítico gastronómico de incógnito. Por eso tenían ya perfectamente fichados a todos los comensales que nos encontrábamos allí. Yo les confirmé lo que ya habían descubierto, que no era ningún crítico gastronómico y que simplemente me había atraído su propuesta de menús maridados. Eso sí, para ser honesto también les comenté que si hacía fotos era porque tenía un blog. :-)
El caso es que la comida empezó, tras un aperitivo, con el Brick de queso Villadiego con confitura de manzana. Debía ir acompañado de un vino blanco Talva, pero en mi caso lo acompañaron de su blanco de tempranillo, un vino que tenía ganas de probar por su orginalidad. Según me explicaron se consigue recogiendo la uva tempranillo antes de que gane color.En segundo lugar vino el Mousse de bacalao con tomate semifrito y su infusión. Lo acompañaba un rosado de petit verdot, considerado mejor rosado de España por la guía Repsol.
La carne consistió en Avestruz marinada con española semidulce. El vino, tinto en esta ocasión, el Penta, cuyo nombre hace referencia a cinco variedades de uva (48% tempranillo, 30% cabernet sauvignon, 10% merlot, 10% syrah y 2% petit verdot), cinco meses de barrica y cinco sentidos que pretende estimular.
Por último el postre, Pastel de chocolate y naranja servido con Merlot dulce, que de nuevo me cambiaron por Corte dulce. Una pena, porque me apetecía haber probado el Merlot.
La comida en general estuvo en su punto. Verdaderamente excelente. Y los vinos fueron todos agradables y acompañaron bien.
El problema, como ya he dicho fue el exceso de atención. Tuvo la parte buena de que me explicaron algo más sobre los vinos y la parte mala de que apenas pude comer tranquilo: no pasaba un minuto sin que alguien viniese a preguntar una y otra vez si todo estaba bien. El colmo fue cuando recibí un mensaje al móvil y me dispuse a contestarlo. Inmediatamente vinieron corriendo a preguntar si es que no me gustaba el avestruz, lo que les aseguré no era el caso.
Pero en definitiva toda la situación no me permitió disfrutar por completo lo que podía haber sido una comida casi perfecta. Una verdadera lástima.
3 comentarios:
Pues sí, es una pena que en muchos restaurantes aún no se hayan dado cuenta de que hoy en día cualquier cliente puede ser crítico gastronómico. Al fin y al cabo para opinar sobre algo sólo hace falta tener buen criterio y para dar a conocer la opinión, basta con disponer de acceso a internet y un buen blog. Diría más..., el mejor "crítico gastronómico" sigue siendo el boca a boca y desde luego, eso no se consigue tratando a los clientes según su pedigrí. Todavía me acuerdo de aquella maravillosa comida en el Akelarre que inaguró este blog y en la que nuestro respetado Subijana se paseó por todas las mesas de su restaurante con igual simpatía y atención.
Dicho lo cual, vaya buena pinta que tiene ese menú de maridaje...
Pues sí, estaba todo muy rico. Si tan sólo me hubiesen dejado comerlo tranquilo...
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