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Teníamos muchas ganas de ver al Boss, uno de los mayores rockeros del mundo, en vivo. Y no nos decepcionó. Todo lo contrario. A lo largo de tres horas de concierto corrió, saltó, se acercó al público, hizo juegos malabares con la guitarra y cantó. Sobre todo cantó. Canciones de su último disco, Magic y de discos anteriores. Atendió las peticiones que se le hicieron recogiendo incluso los carteles que le mostraban con los títulos solicitados. Puso en pie al estadio, nos hizo corear sus canciones y nos hizo bailar a todos con sus temas de toda la vida. Sin duda se entregó a fondo y el público respondió con absoluta pasión.
Puro espectáculo y rock and roll por el que ha merecido la pena volver a casa de madrugada y pasar el día siguiente con mucho sueño.
Y ahora escuchemos un fragmento de Dancing in the Dark, una de mis favoritas.
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