Según las normas establecidas por el Consejo Regulador de la DOC Rioja el tiempo mínimo de crianza que debe tener un vino tinto para ser considerado un reserva es de tres años. De ellos, al menos uno debe ser en barrica. Menos conocidas son las normas que establecen que un blanco para ser considerado reserva debe tener al menos dos años de crianza, de los cuales un mínimo de seis meses serán en barrica.
Y digo que las normas para blancos son menos conocidas, porque hay pocas bodegas que elaboren vinos blancos con crianza. En este momento recuerdo tres: López Heredia (cuyos blancos superan con mucho el mínimo establecido), Marqués de Murrieta y Paternina, bodega de la que procede el vino que quería comentar hoy.
El blanco Reserva Conde de los Andes también supera en su crianza los tiempos mínimos citados, pues siendo de 2006 ha salido de la bodega (cuando la visitamos recientemente) con siete años y habiendo pasado 18 meses en barricas de roble. Se elabora de las variedades viura y malvasía y su grado alcohólico es del 12,5%.
Por sus características nos explicaron que puede acompañar a distintos alimentos tal como lo haría un tinto reserva. También es un vino que no debe beberse tan frío como los habituales blancos jóvenes, pues su estructura admite, o casi diría exige, una mayor temperatura para disfrutarse adecuadamente.
A los aromas propios de la viura añade los detalles de la madera muy bien integrados. En boca encontramos un vino de extraordinaria finura que muestra gran equilibrio entre todos sus matices y que resulta muy agradable de beber.
Lo cierto es que aunque no lo veo adecuado para acompañar carnes a la brasa, sí que se desenvuelve perfectamente con otras carnes. Nosotros lo encontramos muy bien junto a unas albóndigas y también estuvo perfecto acompañando a una lubina al horno.
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