lunes, 23 de diciembre de 2013

Beber y comer... ¡son cosas que hay que hacer!

Uno de los mayores placeres de la vida es comer y para tener muchas energías en nuestros viajes un epicúreo debe alimentarse bien. Y eso fue lo que hice mientras exploraba el Rin.

En este blog ya buscamos el tópico de la comida alemana durante otro viaje. La cerveza, las salchichas y la Kartoffelsalat suele ser lo primero que viene a la cabeza cuando se piensa en comida alemana.

En el centro de visitantes de Loreley pudimos probar una Currywurst con patatas fritas y una Bockwurst acompañada por pan y mostaza. La salsa de curry era muy espesa y especiada, muy diferente a la primera que probé hace años en Mainz, con mayonesa, tomate y curry en polvo. Las acompañamos por una Koblencer Weizen y una Koblencer Radler. La Radler es cerveza con gaseosa, puede venir embotellada o te la pueden preparar al momento, como aquí en España, con la cerveza de la casa.



¡Y el pan! Hay una gran variedad de pan en las panaderías. Aquí vemos unos  Mohnbrötchen, panecillos de semillas de amapola, rellenos de buen lomo español, el bocata de excursión. Son muy típicos los Bretzel, muy baratos y además llenan bastante.

En la abadía de Kloster Eberbach probamos una Kräuterbratwurst y una ensalada de patata, Kartoffelsalat. De allí me llevé un bote con otro de los grandes conocidos de la gastronomía alemana: la mostaza. Mostaza al Riesling, muy dulce, que ha resultado ser un buen acompañamiento para la carne.



En Worms, a la orilla del Rin, encontramos la Hagenbräu Gasthaus Brauerei, un lugar donde sentarse en la terraza y relajarse viendo pasar los barcos en el Rin. Como muchos establecimientos en el país, elaboran su propia cerveza. Probamos una Herbs Bier, la especial del otoño, muy suave, y una cerveza negra. Y para compañar, un trozo de Apfelstrudel, tarta de manzana caliente con nata y helado de vainilla, mi tarta favorita. Normal que Hagen viniera hasta aquí a lanzar el tesoro al Rin. Aprovecho para mandar un saludo al mejor camarero de la ciudad que nos trato como verdaderas Damen.


Como era septiembre, de nuevo tuve la oportunidad de tomar en Mainz un vaso de Federweißer. Esta bebida procede de la uva blanca, es un mosto que apenas acaba de empezar a fermentar y tiene muy baja graduación. Lo típico es acompañarlo de un trozo de Zwiebelkuchen, tarta de cebolla, la nuestra de la carnicería Graaf. También está la versión de uva tinta, el Roter Rauscher, el de la foto lo probamos en St. Goarshausen, en la fiesta del Rin en llamas.


No nos podemos olvidar del Schweinshaxe (codillo de cerdo), la especialidad de la Eisgrub-Bräu de Mainz, un establecimiento muy conocido en la ciudad.


Contundente y crujiente, acompañado de Sauerkraut (chucrut) es un plato para valientes. Enorme para una persona, es mejor para compartir. Lo tomamos con una ensalada y Spundekäs, queso de untar con cebolla y pimentón, y Bretzel. Para bajar el codillo tomamos una Radler y cerveza de la casa. Se podían ver dentro del establecimiento los pasos de la elaboración de la cerveza.




En Mainz-Kastel, a la orilla del Rin, encontramos otro par de restaurantes interesantes. El Café-Restaurante Pieter van Aemstel esta situado dentro de un barco. Cuando estas sentado en la mesa puedes notar como el río te mece y disfrutar de las vistas de Mainz en la otra orilla. Allí probamos su sopa de goulash, muy caliente y espesa, con muchos trozos de carne. También pedimos un arenque marinado que, para mi gusto, estaba un poquito crudo.



Justo al lado de este restaurante en barco está el Bastion von Schönborn, con una cocina mas elaborada que el anterior..


En la primera foto podemos ver un rollito de cerdo relleno de albaricoque y avellanas acompañado por una salsa de naranja y pimienta y, al lado, cuscús. En la segunda tenemos un plato de salmón acompañado de risotto de melón y coco y salsa de guisantes y menta. Debajo vemos una copa de vino blanco y, para terror de algún aficionado al vino, un vaso de vino blanco rebajado con agua. Las copas de vino están muy caras en algunos establecimientos y esta es la manera que tienen de ofrecer una alternativa más barata a los clientes. Debe ser bastante habitual, por lo que me contaron.

 

En Mainz se pueden encontrar otros tipos de cocinas. Este año fuimos a un restaurante vietnamita, el Hà Nôi. Era un local muy pequeño, lleno de gente y las mesas estaban bastante juntas. En Alemania es normal que si no hay mesa libre se compartan las mesas que están medio llenas. Una gran oportunidad de conocer gente nueva. Pedimos dos tipos de sopa, la de cangrejo picaba bastante, rollitos de cerdo, rollitos de pollo y una ensalada de frutos del mar para acompañar. Para beber agua y cerveza.




Y no puedo terminar esta entrada sin mandar un abrazo a Naiara y darle las gracias por su hospitalidad en este viaje espontáneo. ¿Para cuando el próximo? :-D

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