Ayer sábado finalizaba el ciclo de música antigua en bodegas de Logroño con un concierto del grupo Illo Gronio en las Bodegas Franco Españolas. Esta bodega se fundó a finales del siglo XIX, como tantas otras en Logroño y Haro, a raíz de la plaga de la filoxera en Europa. Al ser España de los últimos lugares en ser afectados, mucho capital extranjero vino a lugares como La Rioja para invertir en bodegas. El nombre de Franco Españolas muestra en este caso que, en origen, el capital de esta bodega era tanto francés como español.
La bodega se encuentra en Logroño, en la estrecha franja en que la ciudad se extiende al norte del río Ebro, y su silueta constituye una estampa tradicional en la vista desde el Casco Antiguo de la ciudad.
La visita comienza en la sála de depósitos de acero, presidida por una elegante vidriera. Aquí nos cuentan la historia de bodega. También nos explican que en esta bodega no se elabora vino, sino que se trae desde otras bodegas del mismo grupo para su crianza.
Para esta misión cuentan con 17.000 barricas de roble americano que se guardan en distintas salas que vamos recorriendo con paradas ocasionales en las que nos explican todo el proceso. Las barricas se deben limpiar cada seis meses. Para ello se emplea una máquina capaz de vaciar, lavar y llenar de nuevo unas 300 barricas al día. Esto supone que las labores de trasiego son continuas durante todo el año.
Cuando las barricas dejan de aportar sus aromas al vino es tiempo de reemplazarlas por otras nuevas. Las usadas se pueden reutilizar entonces para la crianza de brandy de Jerez o de whisky.
En una sala contemplamos las barricas colocadas en hileras que forman pasillos hasta donde alcanza la vista. Nos cuentan que nos encontramos debajo de un edificio de viviendas construído por la bodega y en el que, en tiempos, vivían los empleados de la misma.
Acabada la visita nos conducen a una sala con grandes cubas de madera. Allí está preparado el escenario y las sillas para el concierto. Como es un lugar frío han puesto unos calentadores de gas que realmente se agradecen.
La actuación estuvo a cargo de Illo Gronio, cuyo nombre hace referencia a un posible origen del nombre de la ciudad. El grupo lo componen Pilar Rubio (acordeón), Chema Rosón (gaita, flauta), Rafale Ibarrula (teclados, piano) y Alfredo Rodríguez (violín). El programa viene titulado como música medieval y aires celtas. A lo largo de aproximadamente una hora interpretan piezas tradicionales del folklore irlandés y riojano. En muchos casos son canciones que han escuchado en los pueblos de la Rioja y que ellos han recuperado, arreglado y adaptado para su formación. Así pudimos disfrutar de temas como la Contradanza de Alesanco, la Danza de El Cortijo, la Danza de Mansilla o la Tocata de Anguiano, por mencionar algunas.
Posteriormente los músicos comentaron que estaban satisfechos con la acústica de la sala y muy contentos de la buena acogida del público. Por mi parte, yo disfruté el concierto de principio a fin, con sus animados aires de danza y sus hermosas piezas lentas. Además tuvieron la amabilidad de posar para que les hiciera esta foto.
Terminamos la jornada con el cóctel. De nuevo el catering de Marisol Arriaga no dejó a todos satisfechos con su creativa variedad de fritos, volovanes y otros pequeños y deliciosos bocados. Acompañando, un vino de la bodega: el conocido Rioja Bordón. En este caso un crianza de 2005. Elaborado a base de tempranillo y garnacha y criado durante 12 meses en barrica. Un vino de tono rubí, agradable en aromas y fino y redondo en boca. Un clásico de Rioja.
De nuevo la vuelta en el autobús tuvo una alegría y animación que contrastaban con el silencio de la ida. Lo que demuestra la bondad de estas actividades que espero tengan continuidad en nuevos ciclos.
La bodega se encuentra en Logroño, en la estrecha franja en que la ciudad se extiende al norte del río Ebro, y su silueta constituye una estampa tradicional en la vista desde el Casco Antiguo de la ciudad.
La visita comienza en la sála de depósitos de acero, presidida por una elegante vidriera. Aquí nos cuentan la historia de bodega. También nos explican que en esta bodega no se elabora vino, sino que se trae desde otras bodegas del mismo grupo para su crianza.
Para esta misión cuentan con 17.000 barricas de roble americano que se guardan en distintas salas que vamos recorriendo con paradas ocasionales en las que nos explican todo el proceso. Las barricas se deben limpiar cada seis meses. Para ello se emplea una máquina capaz de vaciar, lavar y llenar de nuevo unas 300 barricas al día. Esto supone que las labores de trasiego son continuas durante todo el año.
Cuando las barricas dejan de aportar sus aromas al vino es tiempo de reemplazarlas por otras nuevas. Las usadas se pueden reutilizar entonces para la crianza de brandy de Jerez o de whisky.
En una sala contemplamos las barricas colocadas en hileras que forman pasillos hasta donde alcanza la vista. Nos cuentan que nos encontramos debajo de un edificio de viviendas construído por la bodega y en el que, en tiempos, vivían los empleados de la misma.
Acabada la visita nos conducen a una sala con grandes cubas de madera. Allí está preparado el escenario y las sillas para el concierto. Como es un lugar frío han puesto unos calentadores de gas que realmente se agradecen.
La actuación estuvo a cargo de Illo Gronio, cuyo nombre hace referencia a un posible origen del nombre de la ciudad. El grupo lo componen Pilar Rubio (acordeón), Chema Rosón (gaita, flauta), Rafale Ibarrula (teclados, piano) y Alfredo Rodríguez (violín). El programa viene titulado como música medieval y aires celtas. A lo largo de aproximadamente una hora interpretan piezas tradicionales del folklore irlandés y riojano. En muchos casos son canciones que han escuchado en los pueblos de la Rioja y que ellos han recuperado, arreglado y adaptado para su formación. Así pudimos disfrutar de temas como la Contradanza de Alesanco, la Danza de El Cortijo, la Danza de Mansilla o la Tocata de Anguiano, por mencionar algunas.
Posteriormente los músicos comentaron que estaban satisfechos con la acústica de la sala y muy contentos de la buena acogida del público. Por mi parte, yo disfruté el concierto de principio a fin, con sus animados aires de danza y sus hermosas piezas lentas. Además tuvieron la amabilidad de posar para que les hiciera esta foto.
Terminamos la jornada con el cóctel. De nuevo el catering de Marisol Arriaga no dejó a todos satisfechos con su creativa variedad de fritos, volovanes y otros pequeños y deliciosos bocados. Acompañando, un vino de la bodega: el conocido Rioja Bordón. En este caso un crianza de 2005. Elaborado a base de tempranillo y garnacha y criado durante 12 meses en barrica. Un vino de tono rubí, agradable en aromas y fino y redondo en boca. Un clásico de Rioja.
De nuevo la vuelta en el autobús tuvo una alegría y animación que contrastaban con el silencio de la ida. Lo que demuestra la bondad de estas actividades que espero tengan continuidad en nuevos ciclos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario