viernes, 11 de diciembre de 2009

Lanzarote

Hoy he aprovechado la cercanía de la isla de Lanzarote para visitarla. A bordo del elegante ferry Volcán de Tindaya no se tarda más de media hora en llegar desde Corralejo hasta Playa Blanca.
Nada más llegar se ve que el paisaje cambia. Lanzarote es una isla de negras rocas volcánicas en la que destacan las blancas casas encaladas de sus pueblos.

Además en Lanzarote se cultiva y más en concreto, se cultiva la vid. No es algo sencillo: hay que cavar para retirar la lava y llegar a la tierra fértil y también hay que proteger las plantas. Tampoco la vendimia debe ser nada fácil. El resultado es un paisaje casi alienígena pero de extraña belleza. Recorriendo la carretera que cruza el Valle de La Geria se pueden ver los viñedos y visitar sus bodegas, que elaboran fundamentalmente vinos blancos de la variedad malvasía y tintos de la autóctona listán.

Una de las primeras bodegas que aparecen junto a la carretera es La Geria. Se puede visitar lo que es la bodega en sí, pero hay que avisar con antelación. Lo que siempre se puede es probar sus vinos en la tienda que tienen abierta al efecto. Yo he probado los más típicos, es decir, un blanco de malvasía (en este caso seco) y un tinto de listán. El blanco me ha gustado y el tinto me ha parecido, como poco, original, así que me he llevado una botella de cada. El problema de esta bodega es que resulta muy turística: en el tiempo que a mi me ha llevado probar dos vinos y comprar dos botellas han pasado por allá no menos de cuatro autobuses de turistas, con el barullo que se puede imaginar. Aun así me han atendido perfectamente.

Más adelante he llegado a Bodegas El Grifo (por el animal mitológico, que nadie piense nada raro :-). Tienen un pequeño museo del vino que resulta interesante de ver. Con la entrada se incluye la cata de uno de sus vinos. Además de los habituales malvasía seco, dulce y semidulce, tenían también otros vinos más originales como un tinto de listán con algo de shiraz, un espumoso de malvasía o un malvasía dulce de tres cosechas distintas y envejecido en madera. Al final me he decidido a probar este último y ha sido todo un acierto. Su aroma de pasas y madera era tan intenso que me ha llegado nada más servir la copa. De color yodo por su edad y envejecimiento, resultaba en boca dulce y ajerezado. No he tenido más remedio que llevarme una botella. Aquí además no había aglomeraciones y la cata ha resultado muy instructiva puesto que he podido preguntar por todos sus vinos y me han contestado amablemente y con todo detalle. Una visita muy provechosa.

Tras la visita de estas bodegas he seguido camino hacia otra parada obligada en Lanzarote, la Fundación César Manrique. La fundación se encuentra en Taro de Tahíche, la que fuera casa del artista que tan decisivamente contribuyó a que Lanzarote sea lo que es hoy. En ella se puede admirar la arquitectura que, por ejemplo, aprovecha burbujas volcánicas para alojar acojedores salones y también varias obras del propio Manrique, así como de otros artistas tales como Picasso o Miró.
Como ya iba siendo hora de comer me he dirigido hacia la costa oeste de la isla. Me habían recomendado la localidad de El Golfo como un buen sitio para comer y así es. Allí se encuentran numerosos restaurantes con especialidades en pescados y mariscos. Yo me he detenido en Casa Torano, un restaurante en el que es posible comer cómodamente sentado en su terraza a pocos metros del mar.
Restaurante Casa Torano
Dirección: Avda. Marítima El Golfo 36, El Golfo, Yaiza, Lanzarote
Teléfono: 928173058
Precio orientativo: 35€

Para entrantes me han recomendado los productos que tenían frescos del momento. Entre ellos he elegido unas lapas que verdaderamente recordaban en su sabor al mar del que acababan de salir. Como segundo he tomado una parrillada de pescado que también ha resultado excelente. Como bonus, acompañando al pescado había unas papas arrugadas que estaban deliciosas, sobre todo añadiéndoles un poquito de mojo picante.
He acompañado la comida con una copa de malvasía seco que ha demostrado sus virtudes, maridando a la perfección con ambos platos.
Tras la comida he proseguido mi visita recorriendo el Parque Nacional de Timanfaya. Es una zona protegida en la que se encuentran varios volcanes que aún mantienen algo de actividad. Los paisajes de negras rocas volcánicas y montañas son espectaculares.



Para terminar me he dirigido a Teguise, antigua capital de Lanzarote. Es una bonita población de casas blancas en las que además se pueden admirar edificios como la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe o el Castillo de Santa Bárbara.



Y con todo lo anterior ya el sol se ponía y mi tiempo en Lanzarote llegaba a su fin. Había mucho más para ver, pero tendrá que ser en otra ocasión. De nuevo el ferry me ha traído de vuelta a Fuerteventura, donde ya me quedan pocos días de estancia. Intentaré disfrutarlo hasta el final.

2 comentarios:

Javier dijo...

Vale, lo has conseguido: hoy tengo envidia :-)

Guillermo dijo...

¡Bien! :-D