Como ya conté hace unos días, La Geria es un paraje natural de Lanzarote donde se cultivan viñedos y se elaboran vinos con denominación de origen. La variedad de uva principal es la blanca malvasía que produce vinos secos, dulces y semidulces. Una característica especial de estos viñedos, aparte de la dificultad de su cultivo, es que no son injertados, pues la filoxera afortunadamente no llegó a las islas Canarias por lo que, a decir de los expertos, el carácter de cada variedad se mantiene en toda su pureza.
También se llama La Geria una de las bodegas que visité durante mi reciente estancia en Canarias. Ya comenté que en esta bodega atendían continuamente a grandes grupos de turistas, para lo que estaban muy bien preparados. También tenían sus vinos a la venta perfectamente envueltos para viajar, rodeados de plástico de burbujas. Muy práctico, pero un error para mí. Ese envoltorio me impidió ver que el blanco joven que me llevaba no era de 2008, lo que hubiera sido deseable, sino de 2006. Y al abrirlo se nota bastante. Una pena y una mala costumbre de muchas bodegas que no me parece sea de recibo.
El vino de aspecto está correcto. Brillante y de tono amarillo pajizo. Pero ya en aromas flojea pues se le nota que pasó su mejor momento, aunque conserva notas florales y frutales no muy intensas. Y lo mismo ocurre en boca, donde resulta fresco y muestra una buena persistencia, aunque también deja notar su excesivo tiempo en botella.
En definitiva, pienso que es un vino correcto, pero apostaría a que en su momento fue bastante mejor. Lástima que la misma bodega tire piedras en su propio tejado.
También se llama La Geria una de las bodegas que visité durante mi reciente estancia en Canarias. Ya comenté que en esta bodega atendían continuamente a grandes grupos de turistas, para lo que estaban muy bien preparados. También tenían sus vinos a la venta perfectamente envueltos para viajar, rodeados de plástico de burbujas. Muy práctico, pero un error para mí. Ese envoltorio me impidió ver que el blanco joven que me llevaba no era de 2008, lo que hubiera sido deseable, sino de 2006. Y al abrirlo se nota bastante. Una pena y una mala costumbre de muchas bodegas que no me parece sea de recibo.
El vino de aspecto está correcto. Brillante y de tono amarillo pajizo. Pero ya en aromas flojea pues se le nota que pasó su mejor momento, aunque conserva notas florales y frutales no muy intensas. Y lo mismo ocurre en boca, donde resulta fresco y muestra una buena persistencia, aunque también deja notar su excesivo tiempo en botella.
En definitiva, pienso que es un vino correcto, pero apostaría a que en su momento fue bastante mejor. Lástima que la misma bodega tire piedras en su propio tejado.
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