Fue el pasado 24 de julio, jueves, cuando se celebró la segunda jornada de este Riojano joven y fresco de 2008. Bastantes días he tardado en escribir algo sobre ello. Y en parte ha sido porque no tengo mucho que decir. Desde luego el éxito de la convocatoria es innegable. Tal vez ayudó el que ya hubiese muchas personas de vacaciones, que también hubiese por tanto más gente de fuera de lo que sería habitual un jueves y también seguramente el que el viernes 25 fuese fiesta en La Rioja. El caso es que había muchísima gente. Más incluso que en el jueves anterior. Todo un éxito en cuanto a respuesta del público, ya digo, pero lamentablemente también un fracaso sin paliativos a la hora de crear un ambiente en el que catar el vino de forma mínimamente decente.
Una nota positiva con respecto a la primera jornada es que ya no vi colas a la hora de comprar los vales y las copas. Tal vez había quien conservaba vales de la vez anterior (mi caso), tal vez quien los había comprado previamente en algún otro punto de venta (creo que en las oficinas del diario La Rioja se podía hacer), o tal vez en las casetas de venta se agilizó el proceso. O una combinación de todo ello.
Lo que no había, como tampoco lo hubo el jueves anterior, es un croquis con la disposición de las distintas bodegas a lo largo de la calle. Por eso encontrar algún vino concreto (recordemos además el impenetrable gentío que ocupaba Bretón de los Herreros) se convertía en una misión imposible.
¿Y qué puedo decir de los vinos? Pues realmente poco, dadas las condiciones. En estas circunstancias lo que resalta es lo que se sale de lo común. Y fuera de lo común era un vino tinto dulce que pude probar entre los que ofrecía la Bodega Viñas Nuevas de Aldeanueva de Ebro. En una botella sin etiquetar situada entre sus Laetus, claramente destacaba del resto. Por desgracia ignoro cualquier detalle adicional del mismo: ni variedad de uva ni proceso de elaboración ni si se comercializa o se piensa comercializar. Tampoco tuve ocasión de preguntarlo. Nuestra opinión fue que posiblemente hubiese pasado por algún tipo de cocido porque nos recordaba al "mostillo".Entre los demás pues probé vinos de Ysios, un tinto de Bodegas Bretón, otro de Bodegas Tarón, un Caecus de Pago de Larrea, un Vitarán de Castillo de Mendoza, un excelente Señorío de Uñuela de la Cooperativa de Uruñuela, un Londoño, un Don Jacobo de Bodegas Corral que me gusta bastante y un Monte Haro de Paternina. En general bodegas conocidas que elaboran vinos muy cuidados y a los que me gustaría dedicar más tiempo en otra ocasión.Y hoy seguiremos con la tercera jornada. A ver qué nos depara.
Una nota positiva con respecto a la primera jornada es que ya no vi colas a la hora de comprar los vales y las copas. Tal vez había quien conservaba vales de la vez anterior (mi caso), tal vez quien los había comprado previamente en algún otro punto de venta (creo que en las oficinas del diario La Rioja se podía hacer), o tal vez en las casetas de venta se agilizó el proceso. O una combinación de todo ello.
Lo que no había, como tampoco lo hubo el jueves anterior, es un croquis con la disposición de las distintas bodegas a lo largo de la calle. Por eso encontrar algún vino concreto (recordemos además el impenetrable gentío que ocupaba Bretón de los Herreros) se convertía en una misión imposible.
¿Y qué puedo decir de los vinos? Pues realmente poco, dadas las condiciones. En estas circunstancias lo que resalta es lo que se sale de lo común. Y fuera de lo común era un vino tinto dulce que pude probar entre los que ofrecía la Bodega Viñas Nuevas de Aldeanueva de Ebro. En una botella sin etiquetar situada entre sus Laetus, claramente destacaba del resto. Por desgracia ignoro cualquier detalle adicional del mismo: ni variedad de uva ni proceso de elaboración ni si se comercializa o se piensa comercializar. Tampoco tuve ocasión de preguntarlo. Nuestra opinión fue que posiblemente hubiese pasado por algún tipo de cocido porque nos recordaba al "mostillo".Entre los demás pues probé vinos de Ysios, un tinto de Bodegas Bretón, otro de Bodegas Tarón, un Caecus de Pago de Larrea, un Vitarán de Castillo de Mendoza, un excelente Señorío de Uñuela de la Cooperativa de Uruñuela, un Londoño, un Don Jacobo de Bodegas Corral que me gusta bastante y un Monte Haro de Paternina. En general bodegas conocidas que elaboran vinos muy cuidados y a los que me gustaría dedicar más tiempo en otra ocasión.Y hoy seguiremos con la tercera jornada. A ver qué nos depara.
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