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Antes de nada, debemos señalar que el trato y la atención al cliente es excelente. Incluso antes de llegar, cuando, telefónicamente, nos indicaron muy acertadamente como acceder al lugar a través de una carretera aparentemente cortada. A la hora de pedir, fuimos excelentemente aconsejados y, en general, todas las personas que se acercaron a la mesa destacaron por su amabilidad.
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Para el segundo plato nos decantamos por las carnes: unas carrilleras a la antigua y rabo de toro. Sin embargo, un nuevo consejo de la maître provocó el cambio del rabo por una presa de buey wagyu o kobe. Y hay que decir que el consejo fue de lo más acertado: la carne, a la parrilla, era excelente y su preparación, óptima. Hasta el punto de que las carrilleras, tiernísimas y acompañadas por una salsa que invitaba a acabar con el pan, quedaron totalmente eclipsadas.
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Resulta tal vez paradójico que en un país que presume de buenas reses, el vacuno japonés esté alcanzando tanta fama. Pero hay que decir que es merecida, al menos a tenor de lo que aquí probamos. Eso sí, el precio del plato era ajustado al resto de la carta; lo cual, teniendo en cuenta el altísimo precio de la carne wagyu, no dejó de sorprendernos.
Para el postre nos decantamos nuevamente por la recomendación de la casa: tostada con helado de toffee. La combinación, acompañada de naranja confitada, alcanzó también una nota sobresaliente. Antes, sin embargo, preguntamos por los quesos, lo que nos llevó a tomarnos media tabla de quesos del país que, por conocidos, no necesitan más comentarios.
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Regó tan excelente comida un Muga, crianza de 2004, seleccionado de la amplia carta de vinos. Tal vez pecamos de conservadurismo al elegir el vino, pero es que hay cosas que no cansan nunca y un buen Rioja clásico es una de ellas.
1 comentario:
Una carta de vinos muy organizada, por cierto. Los tintos de Rioja estaban separados en tres apartados: clásicos, modernos y de autor. Esto ya de por sí da idea de su magnitud. No hace falta decir por qué sección nos decantamos.
Y en cuanto a la comida, no sé si será porque le administren sake y cerveza y le den masajes, o si será simplemente porque ese buey es así, pero fue sin duda la pieza de vacuno más sabrosa que he comido en mi vida.
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