Ayer celebramos de nuevo una de nuestras catas de los viernes disfrutando como siempre de la buena compañía junto a buenos alimentos y bebidas.
Comenzamos abriendo una botella de vino blanco Cantábricus, de Bodegas Vidular. Como sugiere su nombre es un vino de Cantabria que busca recuperar la antigua tradición vinícola de esta comunidad. Está elaborado con la variedad Treixadura y nos gustó especialmente por su frescura en boca.
En cuanto a comida empezamos con la montaña de queso de cabra, miel y sésamo. Una delicia para untar que, pese a su nombre de montaña, rápidamente empezó a verse menguada hasta desaparecer por la avidez con que la atacamos.
También hubo otro queso. Un extra mature cheddar de McLelland recién llegado de Inglaterra. Seriously strong, decía además la etiqueta. Una buena definición pues su sabor era fuerte, en consonancia con la descripción, y sabroso.
Gran éxito tuvo también el risotto de trigo sarraceno y setas. Lo fuimos comiendo en tostadas a modo de pinchos y también menguó rápidamente hasta desaparecer. Posiblemente combinó mejor con el segundo vino que abrimos.
La segunda botella de la noche fue un tinto italiano Barolo de la bodega Terre da Vino. Elaborado con la uva Nebbiolo propia de esta denominación de origen, mostraba la finura de esta excelente variedad. Un vino de color de intensidad media baja, con aromas ahumados que predominaban sobre los frutales y sobre todo muy expresivo en boca.
A modo de postre disfrutamos de otro producto llegado de Inglaterra: las gominolas de vino. No llevan vino, pero sí otros productos que lo recuerdan y son un dulce muy apetecible. Las hay con nombres de distintos tipos de vinos y regiones como Rioja u Oporto. Aunque para nuestra sorpresa también hay algunas en las que pone Gin. :-)
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