domingo, 2 de julio de 2006

Logia trufada




Se ha celebrado en Soto en Cameros la II feria de la Trufa. Y allá nos fuimos, animados por nuestro conocido entusiasmo por todo aquello que alimente el cuerpo y el espíritu. De la Feria, en realidad, solo hemos llegado a ver la demostración de recogida (protagonizada por un hermoso jabalí) y la exaltación, a cargo de Lorenzo Cañas. Bueno, también hemos degustado unos huevos trufados y hemos admirado los atractivos y variados expositores que han participado en la Feria.




Pero todo esto no era más que un aperitivo, ya que el objetivo real era degustar un menú trufado de los que se ofrecían en el programa; concretamente, el que han preparado en el Restaurante de la Hospedería Camero Viejo de Laguna de Cameros.



El menú era, a priori, muy atractivo y ha resultado un acierto. El lugar, que nos era totalmente desconocido, ha sido todo un descubrimiento. Solo hablo del restaurante: un lugar amplio y acogedor, con mesas espaciadas que permiten una conversación fluida sin necesidad de gritar y un correcto servicio de mesa, aunque hoy se ha visto un tanto desbordado por el éxito de su propuesta.

Y la comida... pues simplemente deliciosa:

Primeros platos:

Terrina trufada con aceite de Arbequina, miel y sésamo
Carpaccio con virutas de trufa y parmesano
Ensalada de patata y trufa de verano laminada con vinagreta de tomate






Segundo plato:
Solomillo ibérico con salsa de hongos aromatizada con trufa.



Postre:
Trufitas cameranas con bavarois de nata.



El vino, incluido en el menú, ha sido un crianza de Rioja, Castillo de Clavijo.



El segundo plato y el postre han sido únanimemente aclamados, aunque cierto sector criticaba la acumulación de sabores en el postre. Maledicencias... :-)

Los primeros platos eran más creativos y elaborados. Siendo los tres bastante buenos, parece que han ido de más a menos. La terrina, de atractiva presentación y excelente sabor, ha sido un entrante perfecto, con una lograda combinación de sabores entre los que se imponía la trufa y el sésamo. El carpaccio, por el contrario, no lograba que su sabor sobreviviera entre la rotunda presencia del parmesano y cierto exceso de sal entre sus condimentos propios, a los que hoy se añadía la trufa. Finalmente, la ensalada, coronada por un huevo cocido a baja temperatura, era la propuesta más arriesgada, ya que ofrecia una presentación tradicional (la ensalada de patata, lechuga y tomate), totalmente reinventada en su vistosa presentación, en la textura lograda con la cocción lenta de la patata y el huevo y en la presencia discreta del tomate, relegado a la vinagreta.

En suma, un lugar agradable, una comida estupenda y un sincero deseo: volver cuanto antes a disfrutar de ambos.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues muy buen post....Aunque falta una alusión al libro de siestas en La Rioja de Pepe. La puntuación de tres mantitas y una neverita al parque de San Román lo merecía.Ml

Javier dijo...

También falta una referencia al apasionante triangular de mus que se jugó en el Círculo de San Román. También lo merecía. :-)

Guillermo dijo...

Y que lo digas. Fue una sobremesa de lo más tradicional.
Y hubo emoción hasta la última mano.