A falta de poder conocer el "templo" de la cocina de autor española por su larga lista de espera y sus restringidos horarios de visita..., nos hemos conformado por ahora con visitar una de sus "parroquias de barrio". Dicen que la fe de base es la que realmente sustenta y da sentido a la religión; igualmente, quien es capaz de hacer comida rápida y sencilla bien hecha, tiene todos los puntos para ser capaz de hacer alta cocina. Así que después de esta fugaz visita a uno de las Fast Good de Ferrán Adrià, nuestras ansias por conocer sus creaciones más elaboradas ha aumentado exponencialmente.
Este Fast Good se encuentra en la calle Alberto Alcocer (esquina Padre Damián; en la proximidades de la Plaza Cuzco de la madrileña Castellana ).
Su decoración neopop resulta fresca y desenfadada, como su menú que es, además de inesperado y creativo, muy competitivo en cuanto a precio. Por unos 10 euros se puede comer el equivalente a un menú de MacPayaso, pero con ingredientes saludables, originalmente combinados y mil veces más sabrosos. Nosotras optamos por una ensalada para dos de lechuga de roble, berros, frutos secos, frambuesas y queso parmesano, aliñada con su vinagre de vino, su aceite de oliva extra virgen y su sal yodada de toda la vida, solo que tanto el vinagre como el aceite habían sido graciosamente colocados en dos pulverizadores que, además de ser muy cómodos a la hora de la dosificación, maridaban muy bien con la decoración del lugar; otra de las ventajas del Fast Good frente al Fast Food es que los plurales de los nombres son reales, es decir, que en la ensalada había "frambuesas"(plural) y "frutos secos"(plural), no "tomatito"(singular) y "gambita"(singular) como suele ocurrir en los incomprensiblemente populares establecimientos del payaso. A continación no tardamos más de dos minutos en dar buena cuenta de sendos generosos bocadillos:
Bocadillo a: de berenjenas asadas con mozzarella fresca, tomates confitados y salvia.
Bocadillo b: de champiñones silvestres, con mozzarella fresca, paletilla de ibérico de bellota, cebolla y gorgonzola
Todo ello acompañado por un Rioja Cune del año.
Incluso en el servicio, el adjetivo "fast" adquiere un sentido mucho más lógico y conveniente. La ensalada y las bebidas son de autoservicio, con lo que el cliente no tiene que esperar a que le sirvan para comenzar a comer. Los bocadillos, recien hechos, los sirven en las mesas los camareros, con lo cual las colas ante el mostrador se reducen, al igual que los tiempos de espera para comer, mientras que la calidad aumenta, pues el bocadillo llega recien hecho y calentito justo en el momento en que la ensalada comienza a desaparecer. Los vasos y el embalaje de la ensalada son de plástico, pero los cubiertos de metal y los platos en los que llegan los bocadillos son de loza, amplios y calientes. En definitiva, todo pensado con objetivos muy funcionales en mente: rapidez sí, apresuramiento no.
Por lo demás, los detalles están cuidados al máximo: numerosos periódicos nacionales de distintas tendencias están a disposición de los clientes, dos pantallas de plasma retrasmiten documentales estéticamente muy atractivos, el nivel de ruidos es bajo, la música ambiente tipo "chill out" ayuda a la relajación y, gracias a Dios, no hay parque de juegos para niños, con lo cual éstos o no vienen o, si lo hacen, aprenden desde pequeñitos a comportarse en la mesa como se debe y como el Dios de los gourmets manda.
Este Fast Good se encuentra en la calle Alberto Alcocer (esquina Padre Damián; en la proximidades de la Plaza Cuzco de la madrileña Castellana ).
Su decoración neopop resulta fresca y desenfadada, como su menú que es, además de inesperado y creativo, muy competitivo en cuanto a precio. Por unos 10 euros se puede comer el equivalente a un menú de MacPayaso, pero con ingredientes saludables, originalmente combinados y mil veces más sabrosos. Nosotras optamos por una ensalada para dos de lechuga de roble, berros, frutos secos, frambuesas y queso parmesano, aliñada con su vinagre de vino, su aceite de oliva extra virgen y su sal yodada de toda la vida, solo que tanto el vinagre como el aceite habían sido graciosamente colocados en dos pulverizadores que, además de ser muy cómodos a la hora de la dosificación, maridaban muy bien con la decoración del lugar; otra de las ventajas del Fast Good frente al Fast Food es que los plurales de los nombres son reales, es decir, que en la ensalada había "frambuesas"(plural) y "frutos secos"(plural), no "tomatito"(singular) y "gambita"(singular) como suele ocurrir en los incomprensiblemente populares establecimientos del payaso. A continación no tardamos más de dos minutos en dar buena cuenta de sendos generosos bocadillos:
Bocadillo a: de berenjenas asadas con mozzarella fresca, tomates confitados y salvia.
Bocadillo b: de champiñones silvestres, con mozzarella fresca, paletilla de ibérico de bellota, cebolla y gorgonzola
Todo ello acompañado por un Rioja Cune del año.
Incluso en el servicio, el adjetivo "fast" adquiere un sentido mucho más lógico y conveniente. La ensalada y las bebidas son de autoservicio, con lo que el cliente no tiene que esperar a que le sirvan para comenzar a comer. Los bocadillos, recien hechos, los sirven en las mesas los camareros, con lo cual las colas ante el mostrador se reducen, al igual que los tiempos de espera para comer, mientras que la calidad aumenta, pues el bocadillo llega recien hecho y calentito justo en el momento en que la ensalada comienza a desaparecer. Los vasos y el embalaje de la ensalada son de plástico, pero los cubiertos de metal y los platos en los que llegan los bocadillos son de loza, amplios y calientes. En definitiva, todo pensado con objetivos muy funcionales en mente: rapidez sí, apresuramiento no.
Por lo demás, los detalles están cuidados al máximo: numerosos periódicos nacionales de distintas tendencias están a disposición de los clientes, dos pantallas de plasma retrasmiten documentales estéticamente muy atractivos, el nivel de ruidos es bajo, la música ambiente tipo "chill out" ayuda a la relajación y, gracias a Dios, no hay parque de juegos para niños, con lo cual éstos o no vienen o, si lo hacen, aprenden desde pequeñitos a comportarse en la mesa como se debe y como el Dios de los gourmets manda.
5 comentarios:
Mmmmmmmmmmmmmmm, ¡qué buena pinta tiene todo! Me lo apunto para la próxima visita a Madrid.
Mientras tanto otra parte de la Logia se dedicó a un restaurante totalmente distinto.
Informes en breve.
realmente interesante y apetitoso. Me apunto a la próxima.
¿"expulverizadores"?, ¿que eran antes?
AVISO
La palabra expulverizador no está en el Diccionario.
???? Ni en el diccionario, ni en la entrada. No sé a qué te refieres?!?!?!
Y sí, el restaurante fue todo un descubrimiento y se merece una revisita (esta palabra seguro que no está en el diccionario, no hace falta que te molestes en buscarla...) ;-)
Cuando lo he leído me ha parecido ver "expulverizadores". De hecho lo he leído dos veces y he buscado la palabra en el diccionario on-line para estar seguro. ¡Ah!, la edad, la miopía, la presbicia. Perdona.
Eeyy.. tu blog me ha dado hambre.
Muy interesantes los articulos. Felicitaciones!!!
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