En la calle San Agustín de Logroño se encuentra el restaurante Las Cubanas. Su origen data de 1926 pero hay que aclarar que ha pasado por etapas muy distintas. Hace años yo lo conocí como restaurante tradicional de comida casera. Pero tras la última remodelación ha modernizado su estilo y ahora presenta una carta con dos apartados bien diferentes: el tradicional y el moderno. Reconozco que en mis últimas visitas me he decantado por este último debido a su originalidad sin excesos.
Desde ese punto de vista el menú degustación resulta de lo más recomendable, ya que hace un completo repaso a lo más llamativo de la carta moderna.
Empezamos con un Ravioli de gamba con brandada de bacalao, sabroso y delicado. Acontinuación llega la Ensalada templada de kokotxas rebozadas en setas, crestas de gallo y patatas en salsa verde en la que todo resulta sabroso individualmente, pero que quizá adolece algo de "sensación de conjunto". La Crema tibia de patata y bacon con láminas de trufa natural es, a juicio de varios de los comensales, lo mejor del menú: el toque de bacon da sabor a lo que sería un simple puré de patata, pero además la trufa y el aceite de sésamo lo convierten en algo
excelente. El Rape a la plancha con hongos y ajetes es más clásico, pero está sabroso y en su punto. En cuanto al Cochinillo crocante y salsa de naranja a la vainilla, debo decir que era esperado con escepticismo. En distintas degustaciones hemos probado platos similares en los que la carne de cerdo se elabora a baja temperatura y nunca nos ha llamado la atención. Y sin embargo en este caso y gracias seguramente a la textura crocante de la lámina superior y a la salsa de naranja, el resultado nos ha parecido de lo más satisfactorio. De todas formas nos seguimos preguntando por qué este plato es un fijo en tantos menús de degustación. Para terminar, el Milhoja de manzana caramelizada y helado de vainilla es un discreto alarde culinario al servicio de un postre exquisito. La manzana se presenta en tres formas diferentes: láminas crujientes, taquitos caramelizados y crema. Y el helado lo complementa a la perfección.
Para beber y queriendo salir de los vinos de Rioja, hemos aprovechado la completísima carta disponible para pedir un Pago de Carraovejas, tinto de crianza de 2004 de la Denominación de Origen Ribera de Duero. Se trata de un vino elaborado en su mayor parte de Tempranillo, con un 10% de Cabernet y un 5% de Merlot. Intenso en aroma y en color y de alta graduación alcohólica (un 14%), su sabor pleno de taninos acompaña bien al cochinillo y no desentona en el resto de platos. Aunque nos resulta un tanto excesivo a los que tan acostumbrados estamos a los vinos finos de Rioja.Como última nota, decir que el trato es agradable y cercano. Se cuidan todos los detalles para conseguir que el comensal esté a gusto. En suma, una grata experiencia.
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