Dentro de las actividades paralelas del Festival de Jazz de Ezcaray, se ha celebrado una cata de añadas singulares, organizada por PROVIR. Como no podía ser menos, una representación de B-Logia se ha personado en el lugar para conocer de primera mano las nuevas añadas que salen al mercado.
Allí hemos reencontrado a los amigos de "Viñedos del Ternero" que nos han dado a probar su Picea 650 de 2004. Un vino exquisito y ya difícil de encontrar (ya saben, lo dijo Gracián, lo bueno si breve, dos veces bueno). El Picea de 2004 no se parece al de 2003, sin desmerecer a ninguno de los dos. Ha perdido algo de aroma, pero ha ganado en boca, con un toque de acidez y algo de astrigencia. De color intenso y aromas con matices de cedro, regaliz y cacao (por cierto, gran idea el incluir muestras de estos aromas en el estuche del vino para disfrutar aún más con su cata). Hemos probado también el Miranda crianza de este año, un rioja mucho más tradicional, con sus tiempos ortodoxos de roble y botella. Por eso mismo resulta un vino mucho menos original, aunque la uva (y la altura) le dan también su personalidad propia. Para los aficionados a los "vinos finos de Rioja" (no los confundan, por favor, con los finos de Jerez), es una apuesta segura.
"Cuna de Reyes", la bodega de Nájera, tenía también su puesto, donde ofrecían sus reservas y crianzas del año. Hemos probado un excelente reserva de 2001, de bonito color rubí y que nos pareció muy equilibrado en aroma y sabor.
David Moreno tiene una bodega que, poco a poco, va consolidándose como una referencia dentro de la denominación. A sus excelentes vinos une una completa visión de lo que debe ser el negocio "integral" del vino: una bodega visitable, un acogedor comedor con vistas a su sala de barricas y algunos productos complementarios del vino; no los clásicos sacacorchos o termómetros, sino artículos singulares como el "colgante de uva" o la "pulsera de la leyenda del vino" que tenían a la venta en el puesto. Allí tenían también sus reservas y crianzas del año (y un plato de croquetas escondido... ¡ah, pillines!). Probamos el reserva de 2001, que nos pareció que rozaba la perfección.
Finalmente, nos queda destacar la bodega Usoa de Bagordi, de Andosilla que nos ha permitido probar dos vinos ciertamente atípicos: un crianza monovarietal de graciano y un "reserva especial" del año 2000 con 60% de graciano y 40% de... ¡merlot!. Preguntado al respecto, el responsable nos aclara que se trata de un cultivo experimental y que, aunque sale con la etiqueta del Consejo Regulador, respeta la norma de no señalar las variedades. En todo caso un vino muy diferente a lo que estamos acostumbrados y en el que las dos variedades se complementan a la perfección.
Por supuesto, había muchas más bodegas, pero no hemos podido atender a todas (ya saben, tacita a tacita... y no puedes volver). Que nos perdonen; como decían los latinos: ars longa, vita brevis. Y si no creen que el vino sea un arte, vengan, por favor, a descubrirlo a la tierra con nombre de vino.
Allí hemos reencontrado a los amigos de "Viñedos del Ternero" que nos han dado a probar su Picea 650 de 2004. Un vino exquisito y ya difícil de encontrar (ya saben, lo dijo Gracián, lo bueno si breve, dos veces bueno). El Picea de 2004 no se parece al de 2003, sin desmerecer a ninguno de los dos. Ha perdido algo de aroma, pero ha ganado en boca, con un toque de acidez y algo de astrigencia. De color intenso y aromas con matices de cedro, regaliz y cacao (por cierto, gran idea el incluir muestras de estos aromas en el estuche del vino para disfrutar aún más con su cata). Hemos probado también el Miranda crianza de este año, un rioja mucho más tradicional, con sus tiempos ortodoxos de roble y botella. Por eso mismo resulta un vino mucho menos original, aunque la uva (y la altura) le dan también su personalidad propia. Para los aficionados a los "vinos finos de Rioja" (no los confundan, por favor, con los finos de Jerez), es una apuesta segura.
"Cuna de Reyes", la bodega de Nájera, tenía también su puesto, donde ofrecían sus reservas y crianzas del año. Hemos probado un excelente reserva de 2001, de bonito color rubí y que nos pareció muy equilibrado en aroma y sabor.
David Moreno tiene una bodega que, poco a poco, va consolidándose como una referencia dentro de la denominación. A sus excelentes vinos une una completa visión de lo que debe ser el negocio "integral" del vino: una bodega visitable, un acogedor comedor con vistas a su sala de barricas y algunos productos complementarios del vino; no los clásicos sacacorchos o termómetros, sino artículos singulares como el "colgante de uva" o la "pulsera de la leyenda del vino" que tenían a la venta en el puesto. Allí tenían también sus reservas y crianzas del año (y un plato de croquetas escondido... ¡ah, pillines!). Probamos el reserva de 2001, que nos pareció que rozaba la perfección.
Finalmente, nos queda destacar la bodega Usoa de Bagordi, de Andosilla que nos ha permitido probar dos vinos ciertamente atípicos: un crianza monovarietal de graciano y un "reserva especial" del año 2000 con 60% de graciano y 40% de... ¡merlot!. Preguntado al respecto, el responsable nos aclara que se trata de un cultivo experimental y que, aunque sale con la etiqueta del Consejo Regulador, respeta la norma de no señalar las variedades. En todo caso un vino muy diferente a lo que estamos acostumbrados y en el que las dos variedades se complementan a la perfección.
Por supuesto, había muchas más bodegas, pero no hemos podido atender a todas (ya saben, tacita a tacita... y no puedes volver). Que nos perdonen; como decían los latinos: ars longa, vita brevis. Y si no creen que el vino sea un arte, vengan, por favor, a descubrirlo a la tierra con nombre de vino.
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