Para mejorar el sabor, simplemente añade agua. Así se puede traducir el título de este artículo publicado en el New York Times y que está teniendo bastante repercusión en lo que se da en llamar la blogosfera.
La idea es la siguiente: si se añade agua a una bebida alcohólica no le proporciona ningún sabor diferente puesto que el agua no tiene sabor, y por otra parte se reduce el porcentaje de alcohol de la misma.
Esto tiene dos efectos interesantes, en particular con los vinos con un 14% o más de alcohol. El primero es que la sensación irritante del alcohol en nariz y boca se reduce, al haberse reducido su proporción. Y el segundo y más llamativo si cabe, es que se potencian los aromas del vino y a resultas de ello también su sabor.
La razón que dan para este segundo e interesante efecto es que las moléculas aromáticas tienden a "engancharse" en las moléculas de alcohol, por lo que en los vinos de menor grado se liberan con más facilidad en el aire y podems apreciarlas mejor.
El autor relata una prueba que realizó con un Zinfandel californiano de 14,9% de alcohol y afirma que sin ser un sustituto para un vino naturalmente de bajo grado, sí que mejoró bastante la experiencia de beberlo. Además recuerda que ya los antiguos griegos tenían la costumbre de mezclar agua con el vino.
En definitiva, un artículo muy interesante y que recomiendo leer completo.
2 comentarios:
En rioja se llama "bautizar el vino" Es mejor hacerlo con el mosto. Lo que funciona muy bien es mezclar uva blanca.
Una expresión muy gráfica, sin duda. Aunque cuando la he escuchado ha sido generalmente de forma poco elogiosa. :-)
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