Parafraseando a Carlos Herrera podría decir que cuando estoy cansado de experimentos nitrogenados voy al Echaurren y les pido que me den de comer. Eso es lo que hicimos el pasado día tres. Con la excusa de ver desde Ezcaray el eclipse de Luna reservamos mesa para cenar en el Echaurren, comedor tradicional. Y menuda cena disfrutamos. Como entrantes pedimos el paté crujiente y templado de caza con salsa agridulce y helado de cebolla y la terrina de queso de cabra con aceite de miel y costra de sésamo.
Coincidimos en el segundo plato con el sabroso corderito en salsa. Y volvimos a coincidir en el postre (no podía ser de otra manera) con la exquisita tosta templada con queso de Cameros, manzana reineta y helado de miel.
Acompañamos la comida con un burdeos, Chateau Le Gorre, que nos sorprendió porque no nos sorprendió. Nos supo más similar de lo que esparábamos a nuestros más conocidos riojas. La parca etiqueta no daba muchos detalles, salvo su procedencia de agricultura biológica. Pero su delicado toque de madera delataba su crianza en barrica. Acompañó perfectamente a todos los alimentos.Y volviendo al inicio de este comentario voy a entretenerme un poco más en describir el paté de caza. No perdamos de vista que estamos hablando de un restaurante de cocina tradicional. En el mismo edificio, Francis Paniego tiene otro comedor donde se pueden degustar sus experimentos en cocina moderna. Pero lo cierto es que en el paté se podían apreciar gran número de detalles de alta cocina. Los distintos acompañamientos de ensalada, salsa agridulce, helado de cebolla y cebolla caramelizada con pasas suponen una excelente variedad de texturas, sabores y temperaturas. Y el hojaldre en forma de prisma es un discreto alarde de técnica. Pero todo se encontraba al servicio de una carne excelente: de sabor intenso y textura delicada, estaba realmente en su punto. Degustar con calma este plato es todo un placer para los sentidos.
Del resto de platos que probamos también se podría decir mucho más, pero la esencia es la misma: la técnica está aquí completamente al servicio de la buena comida, a la que realza con discreción.
Por cierto, que cuando salimos absolutamente satisfechos, el eclipse acababa de empezar. Fue todo un espectáculo que tuvimos la fortuna de contemplar y fotografiar. También conseguimos alguna buena imagen de Saturno. Una perfecta noche g-astronómica.
5 comentarios:
He de confesar que, siendo todos los platos del Echaurren magníficos, la tosta templada con queso de Cameros, manzana reineta y helado de miel es mi favorito. El crujiente de la tosta, la cremosidad del queso y el sabor inigualable del helado de miel combinan de un modo extraordinario. Apenas miro el resto de la carta de postres, lo que seguramente es una injusticia, pero para qué, si el acierto es seguro.
Coincido en el gusto por este restaurante. Además creo que merecería todavía más fama y reconocimiento del que ya tiene, pero...
El Château La Gorre es un Cru Bourgeois de Bégadan (Médoc) sencillito pero honesto. No recordaba verlo en la carta del Echaurren la última vez que estuve por allí.
Excelente sitio para ver el eclipse, sí señor.
Un saludo,
Sobre Vino
Ay!!! ese postre...tanto oír hablar de él y aún no lo he podido catar...
snif!
Para ser sinceros, sobrevino, hay sitios mejores para ver un eclipse de luna... pero ninguno está tan cerca del Echaurren :-)
En general, cualquier observación del cielo nocturno exige un lugar alejado de la polución lumínica de las ciudades. La luna es una excepción, ya que su gran luminosidad permite una buena observación desde cualquier punto. Obviamente, cuanto más oscuro sea el lugar, mejor y más cielo verás.
Gracias por la información sobre el vino; la verdad es que lo pedimos casi a ciegas, por salir de Rioja alguna vez. Ni la carta ni el ausente sumiller daban tanto detalle.
Lo apunto aquí para no olvidarlo:
CASA PERICO. Ballesta, 18. Teléfono: 91 532 81 76. Metro Gran Vía.
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