Hay sitios por los que pasas a menudo y la propia fuerza de la costumbre te impide apreciar su importancia. Siempre que vamos a las Tierras Altas de Soria hacemos una parada en Arnedo para comprar el pan en La Felisa. Así que el calor de su horno de leña, el olor a pan recien hecho, y la simpatía de sus empleados se han ido convirtiendo a lo largo de los años en algo habitual. Este domingo, sin embargo, llegamos justo cuando estaban sacando del horno cientos de sus archiconocidas magdalenas de almendras y el espectáculo era tal que nos hizo nuevamente conscientes de lo especial que es este sitio.
Felisa Pérez-Medrano Barragán fundó esta panadería hace más de 75 años. Al principio repartía el pan por el pueblo con un carro y una bicicleta. Hace unos 40 años sus hijos se trasladaron al local actual en la C/ Benidorm y desde entonces éste permanece intacto, como si el tiempo no hubiera pasado por allí. Se sigue utilizando un horno de leña, se siguen prefiriendo los capazos a las barcas de plástico para transportar el pan, las magdalenas se dejan secar al aire sobre artesas de madera con formas desgastadas por el uso, no hay aire acondicionado, sino ventiladores, y el olor a harina, masa, pastas de almendra, magdalenas y pan recien hecho es tan agradable que dan ganas de quedarse allí dentro para siempre. Lo mejor de La Felisa es que no trata de imitar los antiguos hornos-panadería de antes, sino que lo es, sin artífico, sin ficciones de diseño, sin afectación ni simulacros.
Felisa Pérez-Medrano Barragán fundó esta panadería hace más de 75 años. Al principio repartía el pan por el pueblo con un carro y una bicicleta. Hace unos 40 años sus hijos se trasladaron al local actual en la C/ Benidorm y desde entonces éste permanece intacto, como si el tiempo no hubiera pasado por allí. Se sigue utilizando un horno de leña, se siguen prefiriendo los capazos a las barcas de plástico para transportar el pan, las magdalenas se dejan secar al aire sobre artesas de madera con formas desgastadas por el uso, no hay aire acondicionado, sino ventiladores, y el olor a harina, masa, pastas de almendra, magdalenas y pan recien hecho es tan agradable que dan ganas de quedarse allí dentro para siempre. Lo mejor de La Felisa es que no trata de imitar los antiguos hornos-panadería de antes, sino que lo es, sin artífico, sin ficciones de diseño, sin afectación ni simulacros.
1 comentario:
Espero que hayas guardado alguna de esas magdalenas para poder comprobar su estado de conservación...
Publicar un comentario