domingo, 28 de febrero de 2016

Real Sitio de Ventosilla


El Real Sitio de Ventosilla pertenece al municipio de Gumiel del Mercado (Burgos), en la carretera C-619 que une Aranda de Duero con Palencia. Se localiza junto a la desembocadura del río Gromejón en el Duero. Para empezar, hablaremos un poco de historia.


Es a partir de 1503 cuando la finca Ventosilla pasa a poder de la Corona, debido a la venta por parte del Conde de Ribadeo a la reina Isabel la Católica. Desde ese momento obtiene el título de Real Sitio y hasta 1921 no vuelve a manos particulares. Será la familia Velasco la que transformará la finca en un modelo de explotación agropecuaria. Hasta entonces, esta finca, que actualmente está considerada como la más extensa del norte de España con sus 3.000 ha., había servido de refugio para reyes y nobles. En el 1600, el Duque de Lerma construye el Palacio, hoy en día Posada Real, para que el Rey Felipe III se retirara y disfrutara en esta zona, rica en caza en otras cosas.


En 1986, Javier Cremades se convierte en propietario y, desde entonces, es la familia Cremades, de origen valenciano, la regente de esta gran finca. Es Don Javier, el abuelo, quien decide apostar por el viñedo y plantar numerosas viñas a lo largo del recinto, compartiendo su uso con el agropecuario.

Nosotros empezamos la visita por la finca. La explotación ganadera se compone de numerosas reses, entre ellas 1.800 ovejas, de las que se extrae la leche para elaborar el riquísimo Queso. También hay una vaquería con 430 vacas de las que salen unos 12.000 litros de leche al día. De ahí, una parte se vende a una central lechera de la zona, el resto se vende como leche fresca en muchos establecimientos, sobre todo de la comarca. Visitamos la zona de vacas pero también la zona donde tienen a los terneros, muy cuidados y atendidos.


La explotación agraria es exclusiva para la alimentación del ganado, es decir, que lo que se produce es para autoconsumo, no se vende al exterior. De esta manera tenemos diferentes cereales, girasol y forrajeras. También se apuesta por una superficie mínima forestal, por lo que se conserva vegetación autóctona del monte, como la encina o el pino, y también se planta chopo, entre otros.
Otra manera de comprobar la autosuficiencia, es a través de la energía. La finca cuenta con una central hidroeléctrica construida en 1942 y también con un recinto de placas solares. Toda la energía producida es para consumo de la explotación.


El viñedo, como hemos indicado, no aparece en la finca hasta finales de los años 80, poco después de la creación del Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero. Son 520 hectáreas las actuales, divididas en varios pagos: Hoyo del Dornajo, La Mina, Salguero, Valdelayegua, Los Robles y El Pino, se localizan en las partes más altas de la finca. El primero es el más importante, ya que es el destinado al vino de autor Élite y Adaro, a capricho del abuelo. La segunda se destina a los vinos reservas y grandes reservas, aunque no se elaboran todas las añadas. Las variedades de uva que podemos encontrar son Tempranillo, Cabernet sauvignon y Merlot. Como curiosidad, mencionar que la vendimia se realiza a mano, no se utiliza maquinaria alguna.

La bodega se contruyó semiexcavada en la ladera del monte. Tras ponernos bata y gorro, empezamos la visita por la sala de embotellado, para pasar a la zona de los depósitos de acero inoxidable, la impresionante sala de barricas, la de jaulones hasta llegar a la sala de los reyes o de nichos.


Pero el mejor momento, sin duda, fue el de la cata. Pudimos probar dos vinos, uno de ellos de la Bodega Prado Rey en Rueda. También el queso de oveja curado y semicurado, y para acabar el Aceite 100% arbequina, ya que la familia posee una finca de olivar en el sur de Madrid.

Prado Rey Verdejo 2015. Comenzamos con este blanco monovarietal de un color amarillo brillante, intenso y limpio. En nariz intenso medio, con olor a frutos verdes intensos y afrutado como piña o plátano. En boca redondo aunque ligeramente ácido.



Adaro crianza 2012. Es el llamado "Vino del abuelo", el sueño desde el principio y el reto personal de Don Javier. Con un color vivo y limpio tonos grosella o picota, tiene una lágrima lenta. En nariz quizá es menos intenso que el anterior, destaca primero el olor al tostado de la madera, seguido de notas a frutos rojos maduros. En boca es astringente al principio pero aterciopelado poco después, también se nota el origen afrutado y la madera.


Y hasta aquí nuestra visita al Real Sitio de Ventosilla, algo más de tres horas en las que recorrimos una gran finca, visitamos una moderna bodega y probamos dos vinos excelentes. Recomendable para visitas en familia, los niños agradecerán ver a los animales desde cerca, pero sobre todo para los mayores, quienes disfrutamos del vino de la mejor manera posible.

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