El miércoles de la semana pasada tuvo lugar una nueva cata de las organizadas por el Diario La Rioja. En esta ocasión en lugar de una bodega eran tres las que acudían a presentar sus vinos. Y además la veleidosa fortuna tuvo a bien favorecerme, esta vez sí, con el premio de la asistencia.
Las tres bodegas eran César del Río, Florentino Martínez y Honorio Rubio. Tres bodegas de tipo familiar que querían mostrar la calidad de sus vinos, tanto los tradicionales claretes, como blancos y tintos, defender el prestigio de la marca Cordovín dentro de la DOC Rioja y enseñarnos cómo además son capaces de hacerlo trabajando juntos en pos del bien común.
La cata guiada empezó pronto, puesto que había bastantes vinos que probar. Primero llegaron los blancos:
- César del Río blanco 2009, 90% viura, 10% malvasía. Limpio y brillante de color amarillo algo verdoso. Aromas a manzana verde y cítricos. Un vino sobre todo fresco que deja un posgusto ácido.
- Florentius blanco 2009. Viura con algo de malvasía que le da más volumen y estructura. Aromas a flores blancas y frutas tropicales (piña). Entrada fresca que evoluciona a tonos melosos. Posgusto cítrico.
- Honorio Rubio Tremendus blanco 2009. 100% viura. Un vino cuya acidez inicial se suaviza en tres o cuatro meses sobre sus lías. Aromas a fruta blanca (manzana). Sobre todo recuerdos a uva.
En mi opinión, tres vinos frescos y muy bien elaborados.
Tras los blancos llegaron los claretes y las sorpresas. Si querían convencernos de que en Cordovín se elabora algo más que clarete, nada podía llamarnos más la atención que el hecho de que una de las bodegas (Honorio Rubio) ni siquiera trajese uno a la cata. Probamos dos:
- César del Río clarete 2009. Garnacha 100%. Color cebolla con matices cobrizos. Nariz potente con frutas tropicales y notas herbáceas. Un vino redondo, con un punto de acidez y carbónico. Final con recuerdos de pomelo y melocotón.
- Florentius ojo de gallo 2009. Garnacha 100%. Un vino que sorprende por su color cereza. Aromas a frutas rojas (guinda). Mucho grado alcohólico como para acompañar comidas o incluso postres.
En este punto la sorpresa de la mayoría del público por el color, tengo que decirlo, rosado, de este último vino hizo necesarias más explicaciones. En particular la gran pregunta era ¿cómo podían dos claretes, ambos monovarietales de garnacha, tener color tan distinto? La respuesta es que es posible conseguir características muy distintas dependiendo de las condiciones de maceración y prensado. Y en todo caso (y aquí son tajantes) ambos son claretes, puesto que en Cordovín no se elaboran rosados.
Sin embargo repasando la documentación sobre los vinos disponible en la web sobre la cata veo que a este vino lo denominan Florentius Rosado. Por otro lado también elaboran un clarete (que no han traído a la cata) a base de 80% de garnacha y 20% de viura. Un vino de color cebolla y que sí que cuadra con la idea que yo tenía hasta ahora de los claretes de Cordovín. Personalmente, no entiendo lo que nos quieren mostrar con este supuesto "clarete".
Pasamos a los tintos:
- César del Río tinto maceración carbónica 2009. Tempranillo 80%, garnacha 15% y un 5% de otras variedades. Color violeta intenso. Aroma potente a fruta madura (fresa, frambuesa), regaliz propio del tempranillo y algo balsámico. Bastante alcohólico.
- Honorio Rubio Pasus reserva 2001. Principalmente tempranillo con algo de garnacha y mazuelo. Nos explican que este vino fermentó al aire libre. Fue el primero con el que usaron despalillado en esta bodega y pasó 36 meses en barricas nuevas. Todo esto por tratarse de una añada especial, como han sido posteriormente 2005 y 2009. Presenta aromas a frutas escarchadas. Tiene buena acidez y es suave en boca. Yo añado que me parece un vino complejo en aromas, con buena estructura y muy agradable. Un vino verdaderamente excepcional, ejemplo de lo que debe ser un reserva de Rioja y con el que me terminan de convencer de que sí, que en Cordovín hay más que claretes. Y además ya les perdono que no trajeran el suyo :-)
- Florentino Martínz Tanka reserva 2005. Un tempranillo 100%, despalillado y criado 3 años en barrica de roble ucraniano (elegido por su buen resultado en los ensayos). Un vino intenso de color picota. Aromas a ciruela, frutas negras, balsámicos y sotobosque. Me resulta algo alcohólico y creo que sale perjudicado por la comparación con el anterior.
Termina la cata con otra sorpresa, un vino blanco semidulce muy especial:
- Honorio Rubio Pasus blanco semidulce 2004. Un vino 100% de viura. Nos explican que es un vino de añada en el que se conjugaron madurez y buen estado sanitario de la uva. Se fermentó en barrica deteniendo la fermentación para dejar algo de azúcar. Se crió en distintas barricas durante 10-11 meses, tras lo que eligieron las que les parecieron mejores y llenaron con ellas un depósito. Posteriormente embotellaron este vino. El resultado es un vino único, que no han conseguido repetir desde entonces. Presenta aromas a fruta madura (membrillo, melocotón) y resulta complejo y muy original.
Y ya terminada la cata se produce otro momento muy interesante. Cuando los representantes de las bodegas terminan sus explicaciones y el presentador del acto toma la palabra para finalizar, critica que las bodegas de Cordovín hayan abandonado la tradición y se dediquen a elaborar tintos. Es entonces cuando se levanta y toma la palabra Honorio Rubio, que no había intervenido hasta entonces, y explica cómo el Consejo Regulador les hizo quitar la viura para plantar en su lugar tempranillo. Y así se ha visto obligado a hacer tintos y no los vinos que él hubiese querido.
Estas palabra arrancan aplausos del público y propician la intervención de otro de los bodegueros (lo siento, pero no recuerdo el nombre) quien añade en un tono más reflexivo el detalle de que además se han perdido determinadas viuras (en gran número de variedades) y también malvasías que eran las propias de la zona.
La dirección que van tomando estas intervenciones parecen llevarnos hacia un debate sobre la conveniencia o no de determinadas normas del Consejo Regulador, así como la homogeneización que han sufrido los vinos de Rioja por la generalización del tempranillo y la limitación a determinados clones de cada variedad. Pero esto parece ser demasiado para la ocasión y el presentador vuelve a tomar la palabra para dar rápidamente por concluída la cata, no sin antes quejarse de que se quiera "matar al mensajero".
Me queda la extraña sensación de que hay temas de los que no se puede hablar. Sensación que aumenta al leer los comentarios de los lectores a la noticia en la web del periódico. Atención al del día 25/06/2010 que parece ser del propio diario, en el que se reconoce la eliminación de comentarios sobre ciertos temas, en particular el Consejo Regulador. Y sin embargo insisten en que no ha habido censura. Y como dice el último (hasta la fecha y que sepamos) comentario (cito):
26/06/2010: Cuando solo se puede hablar de una determinada cosa y no de las demás, y optar por tomar parte por un sólo sector queriendo anular las opiniones de los demás, ¿cómo se llama?
En definitiva, una cata muy interesante pero que al menos a mi, me deja con más interrogantes que al principio. De otro tipo, eso sí.
Las tres bodegas eran César del Río, Florentino Martínez y Honorio Rubio. Tres bodegas de tipo familiar que querían mostrar la calidad de sus vinos, tanto los tradicionales claretes, como blancos y tintos, defender el prestigio de la marca Cordovín dentro de la DOC Rioja y enseñarnos cómo además son capaces de hacerlo trabajando juntos en pos del bien común.
La cata guiada empezó pronto, puesto que había bastantes vinos que probar. Primero llegaron los blancos:
- César del Río blanco 2009, 90% viura, 10% malvasía. Limpio y brillante de color amarillo algo verdoso. Aromas a manzana verde y cítricos. Un vino sobre todo fresco que deja un posgusto ácido.
- Florentius blanco 2009. Viura con algo de malvasía que le da más volumen y estructura. Aromas a flores blancas y frutas tropicales (piña). Entrada fresca que evoluciona a tonos melosos. Posgusto cítrico.
- Honorio Rubio Tremendus blanco 2009. 100% viura. Un vino cuya acidez inicial se suaviza en tres o cuatro meses sobre sus lías. Aromas a fruta blanca (manzana). Sobre todo recuerdos a uva.
En mi opinión, tres vinos frescos y muy bien elaborados.
Tras los blancos llegaron los claretes y las sorpresas. Si querían convencernos de que en Cordovín se elabora algo más que clarete, nada podía llamarnos más la atención que el hecho de que una de las bodegas (Honorio Rubio) ni siquiera trajese uno a la cata. Probamos dos:
- César del Río clarete 2009. Garnacha 100%. Color cebolla con matices cobrizos. Nariz potente con frutas tropicales y notas herbáceas. Un vino redondo, con un punto de acidez y carbónico. Final con recuerdos de pomelo y melocotón.
- Florentius ojo de gallo 2009. Garnacha 100%. Un vino que sorprende por su color cereza. Aromas a frutas rojas (guinda). Mucho grado alcohólico como para acompañar comidas o incluso postres.
En este punto la sorpresa de la mayoría del público por el color, tengo que decirlo, rosado, de este último vino hizo necesarias más explicaciones. En particular la gran pregunta era ¿cómo podían dos claretes, ambos monovarietales de garnacha, tener color tan distinto? La respuesta es que es posible conseguir características muy distintas dependiendo de las condiciones de maceración y prensado. Y en todo caso (y aquí son tajantes) ambos son claretes, puesto que en Cordovín no se elaboran rosados.
Sin embargo repasando la documentación sobre los vinos disponible en la web sobre la cata veo que a este vino lo denominan Florentius Rosado. Por otro lado también elaboran un clarete (que no han traído a la cata) a base de 80% de garnacha y 20% de viura. Un vino de color cebolla y que sí que cuadra con la idea que yo tenía hasta ahora de los claretes de Cordovín. Personalmente, no entiendo lo que nos quieren mostrar con este supuesto "clarete".
Pasamos a los tintos:
- César del Río tinto maceración carbónica 2009. Tempranillo 80%, garnacha 15% y un 5% de otras variedades. Color violeta intenso. Aroma potente a fruta madura (fresa, frambuesa), regaliz propio del tempranillo y algo balsámico. Bastante alcohólico.
- Honorio Rubio Pasus reserva 2001. Principalmente tempranillo con algo de garnacha y mazuelo. Nos explican que este vino fermentó al aire libre. Fue el primero con el que usaron despalillado en esta bodega y pasó 36 meses en barricas nuevas. Todo esto por tratarse de una añada especial, como han sido posteriormente 2005 y 2009. Presenta aromas a frutas escarchadas. Tiene buena acidez y es suave en boca. Yo añado que me parece un vino complejo en aromas, con buena estructura y muy agradable. Un vino verdaderamente excepcional, ejemplo de lo que debe ser un reserva de Rioja y con el que me terminan de convencer de que sí, que en Cordovín hay más que claretes. Y además ya les perdono que no trajeran el suyo :-)
- Florentino Martínz Tanka reserva 2005. Un tempranillo 100%, despalillado y criado 3 años en barrica de roble ucraniano (elegido por su buen resultado en los ensayos). Un vino intenso de color picota. Aromas a ciruela, frutas negras, balsámicos y sotobosque. Me resulta algo alcohólico y creo que sale perjudicado por la comparación con el anterior.
Termina la cata con otra sorpresa, un vino blanco semidulce muy especial:
- Honorio Rubio Pasus blanco semidulce 2004. Un vino 100% de viura. Nos explican que es un vino de añada en el que se conjugaron madurez y buen estado sanitario de la uva. Se fermentó en barrica deteniendo la fermentación para dejar algo de azúcar. Se crió en distintas barricas durante 10-11 meses, tras lo que eligieron las que les parecieron mejores y llenaron con ellas un depósito. Posteriormente embotellaron este vino. El resultado es un vino único, que no han conseguido repetir desde entonces. Presenta aromas a fruta madura (membrillo, melocotón) y resulta complejo y muy original.
Y ya terminada la cata se produce otro momento muy interesante. Cuando los representantes de las bodegas terminan sus explicaciones y el presentador del acto toma la palabra para finalizar, critica que las bodegas de Cordovín hayan abandonado la tradición y se dediquen a elaborar tintos. Es entonces cuando se levanta y toma la palabra Honorio Rubio, que no había intervenido hasta entonces, y explica cómo el Consejo Regulador les hizo quitar la viura para plantar en su lugar tempranillo. Y así se ha visto obligado a hacer tintos y no los vinos que él hubiese querido.
Estas palabra arrancan aplausos del público y propician la intervención de otro de los bodegueros (lo siento, pero no recuerdo el nombre) quien añade en un tono más reflexivo el detalle de que además se han perdido determinadas viuras (en gran número de variedades) y también malvasías que eran las propias de la zona.
La dirección que van tomando estas intervenciones parecen llevarnos hacia un debate sobre la conveniencia o no de determinadas normas del Consejo Regulador, así como la homogeneización que han sufrido los vinos de Rioja por la generalización del tempranillo y la limitación a determinados clones de cada variedad. Pero esto parece ser demasiado para la ocasión y el presentador vuelve a tomar la palabra para dar rápidamente por concluída la cata, no sin antes quejarse de que se quiera "matar al mensajero".
Me queda la extraña sensación de que hay temas de los que no se puede hablar. Sensación que aumenta al leer los comentarios de los lectores a la noticia en la web del periódico. Atención al del día 25/06/2010 que parece ser del propio diario, en el que se reconoce la eliminación de comentarios sobre ciertos temas, en particular el Consejo Regulador. Y sin embargo insisten en que no ha habido censura. Y como dice el último (hasta la fecha y que sepamos) comentario (cito):
26/06/2010: Cuando solo se puede hablar de una determinada cosa y no de las demás, y optar por tomar parte por un sólo sector queriendo anular las opiniones de los demás, ¿cómo se llama?
En definitiva, una cata muy interesante pero que al menos a mi, me deja con más interrogantes que al principio. De otro tipo, eso sí.