La semana pasada se ha celebrado una nueva edición de la semana del pincho de Navarra. Y aunque participen establecimientos de toda la comunidad, lo que es una verdadera gozada es ir a Pamplona esos días y disfrutar, como hemos hecho ya otros años, del extraordinario ambiente que se vive allí.
Toda la zona de la Plaza del Castillo, calle Estafeta, San Nicolás y alrededores se convierte en una verdadera fiesta de la cocina en miniatura. Mucha gente en las calles y bares completamente llenos son la mejor muestra del éxito de la convocatoria.
Nosotros empezamos visitando el Gaucho, un bar que siempre se cuenta entre los favoritos para ganar el premio. Mucha más gente piensa así porque lo encontramos incluso más lleno de lo habitual. Durante esta semana su extensa carta de pinchos desaparece y sólo sirven la degustación: el conjunto de dos pinchos que presentan al concurso. Aun así el ritmo de trabajo detrás de la barra es endiablado.
Los pinchos que ofrece son el Cocohueveet, cocochas de bacalao en huevo semilíquido y con huevas de adorno y el Texturas Gaucho 2011, carne guisada acompañada de salsa, una pasa y una cebollita caramelizada. Ambos bocados exquisitos que establecen un listón muy alto para los sitios que visitaremos después.
En segundo lugar vamos al Café Txoko, en la Plaza del Castillo. Llegamos atraídos por su Ley antitabaco, purito de verduras y pato al humo de queso y su Corazón de morcilla, bombón de morcilla con corazón de pera sobre salsa de piquillos. Buenos, aunque personalmente el segundo lo encuentro poco conjuntado.
Sin alejarnos mucho, pasamos al Café Niza, en la calle Duque de Ahumada. Aquí nos sirven el Babel (bio), miniatura de verduras y kuzu y el Pote-G, chupa-chups de potaje al caramelo de vino tinto. Dos pinchos atractivamente presentados, originales en su elaboración y muy sabrosos. Nos explican que el almidón del kuzu (o kudzu) es el que da consistencia a la miniatura de verduras. Muy original, sin duda.
En este punto decidimos ir un poco más hacia la plaza de toros y conocer un sitio nuevo para nosotros. El Bar la Botería nos parece un lugar de cuidada decoración, buen trato y amplia carta de vinos. Además su degustación nos resulta atractiva: Amor-Amor, morcilla envuelta en panceta con maracuyá y germinado de remolacha y Cod cake, magdalena de bacalao con pil-pil de algas. El maracuyá le da un agradable toque ácido al conjunto de morcilla y panceta y la magdalena, que es lo que más nos había llamado la atención desde el principio, es espectacular con su salsa para rellenarla y su brandada de bacalao para untarla.
Terminamos cruzando la Plaza del Castillo y entrando en el Bar Restaurante Baserri, en la calle San Nicolás. Sus pinchos son Txungur-Chip y Mejillón & Curry con cava sólido de Agustí Torelló. Del primero explican que el Txungur es el trozo del final del jamón con hueso y piel, con el que una vez cocido, se preparaba un guiso de tomate, pimiento y caldo de verduras que aquí se presenta en textura diferente pero, sin duda recuerda a tal guiso. El segundo lo explican como compota de manzana, mejillones al vapor, curry, vinagre de cava, piña natural y cava sólido. Original y muy lograda combinación.
Llegados a este punto tuvimos que plantarnos, aunque hay que decir que más porque ya estaban cerrando los bares que porque no quisiéramos probar más pinchos. Es lo que siempre decimos, ars longa, vita brevis. Y el próximo año más.
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