En el año 1982 sucedieron muchos hechos relevantes. El 19 de febrero la URSS puso en órbita la estación espacial MIR. El 9 de junio se aprobó en España el Estatuto de Autonomía de La Rioja. A los pocos días, el 13 del mismo mes, comenzaba en España el mundial de fútbol, que nos trajo una nueva decepción de la que no nos hemos podido recuperar hasta el año pasado.
Como curiosidad, en 1982 nacieron dos de nuestros actuales campeones del mundo, Víctor Valdés y Pepe Reina. Entre los fallecidos ese año destacaría al escritor Philip K. Dick y al compositor Carl Orff.
También en 1982 se estrenó la mítica película Blade Runner. Lamentablemente no a tiempo de que el mencionado autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, relato en el que se basa, pudiera verla.
Ajenas a todo lo anterior, en 1982 las uvas en La Rioja maduraban para producir una cosecha que se calificó como excelente. No había habido otra así desde el 64 (aunque la del 70 sin duda ganó con el tiempo), ni volvería a haberla hasta el 94.
Y de este año 1982 todavía se conservaba en casa una botella de vino de la bodega Marqués de Murrieta que hace unos días decidimos abrir.
Como siempre que abrimos una botella de cierta edad, teníamos el temor de que no se hubiese conservado bien. Pese a estar protegida de la luz y de cambios bruscos de temperatura, una casa no es el lugar ideal para tener el vino mucho tiempo.
Al abrirla, el corcho estaba en perfectas condiciones y al decantar el vino, pronto empezó a desplegar extraordinarios aromas. Aparecieron posos, pero aproveché la decantación para que se quedaran en su mayoría en la botella.
El vino mostraba un color acorde con su edad: granate con ribete teja. Aromas, como ya he dicho, excelentes, con frutas en confitura perfectamente integradas con las complejas notas que aporta la madera. Y en boca resultó un vino fino, elegante, equilibrado, lleno de matices, bien estructurado y con un posgusto prolongado y muy agradable.
Un vino para el recuerdo. He visto cosas que vosotros no creeríais...
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