La semana pasada se celebró el XIV Concurso Nacional de Pinchos y Tapas Ciudad de Valladolid 2018, junto con el II Campeonato Mundial de Tapas Ciudad de Valladolid 2018. Se trata de un evento muy agradecido para el público, pues es posible probar todas las tapas presentadas gracias al hermanamiento de los participantes con los diversos bares de la ciudad. Como eso nos encanta, pues allí fuimos el pasado domingo, como ya hemos hecho en otras ocasiones.
Al ir un sólo día y con el tiempo limitado por el horario de los establecimientos, es aconsejable quedarse por la zona donde hay una mayor concentración de participantes. Así y todo, nosotros pudimos probar la mayoría de tapas que quisimos conocer y disfrutar de una gran comida nacional e internacional.
Comenzamos por el bar María Eugenia, hermanado con La Trastienda del Cuatro de Vigo, Pontevedra. La tapa se llamaba Salmón marinado, ciruela asada, su jugo y yogur de pepinillos. Una combinación original, aunque la ciruela nos pareció poco (o nada) asada y su acidez no nos encajaba con el marinado del salmón.
Justo al lado está el Caroba con un hermanamiento nacional, el Restaurante El Manantial en el Balneario de Solares, Cantabria. Presentaban El indiano de Cantabria, una anchoa del Cantábrico con gelatina de vino dulce, caviar de queso ahumado, guacamole y mermelada de piquillo sobre una tortita de maíz. Ganó el premio Mejor concepto de tapa nacional.
También tenían un hermanamiento internacional con el Ramen sushi de la Ajillo Association de Japón. Maki de buey relleno de tempura de langostinos, fideo ramen y salsa teriyaki, acompañado de crema de gambas. Una combinación sabrosísima que nos encantó.
En el cercano Carminna también tenían dos hermanamientos. Lamentablemente aquí terminaron la semana del concurso un día antes que los demás, así que no pudimos conocer ni Mi menestra de verduras del Hotel Begoña de Gijón, Asturias, ni la Gyoza de bacalao al pil pil del Roots Coruña. Una pena.
En el bar La Cotorra nos esperaba uno de los pinchos que más ganas teníamos de probar. Con El hortelano volvimos a disfrutar de la cocina de Miguel Espinosa, a quien recordamos del Café Rioja y las Jornadas de la Verdura de Calahorra. También le recordamos en su etapa del National Geographic Store de Madrid porque tuvimos ocasión de verle preparar su premiado Planeta Marte en El Arriero de Sorzano. En esta ocasión venía por El Albergue de Calahorra, La Rioja, con un delicioso ravioli de verduras sobre torrija y crema de zanahoria.
Nuestra siguiente visita fue para probar nada menos que el ganador de este año en el Concurso Nacional. El bar La Teja es complicado por la cantidad de gente que atrae. Sin embargo nos atendieron muy bien y pudimos disfrutar de la maravilla que es La mar de pincho, presentado por el restaurante Casa Pedro de Zaragoza. Falsa concha rellena de un guiso de mejillones y erizo, emulsión de mejillones en escabeche y espuma de mar. Riquísimo. Cabe también recordar que ya en 2015 se habían llevado el premio tradicional.
En La Garrocha se había terminado la Gamba en salsa de chupe procedente del Truck Park de Lima, Perú. Sí que pudimos disfrutar el Okonomiyaki de pulpo a la gallega del madrileño La Gastro by Chema Soler. Una interesante combinación del okonomiyaki, especie de pizza japonesa, con nuestro tradicional pulpo a la gallega.
No podíamos dejar de visitar Los Zagales, uno de los bares de tapas que más nos gustan en esta ciudad y ganador de numerosos premios, aunque en esta ocasión no fuese para probar uno de sus pinchos. Estaban hermanados con el Restaurante Vidocq de Formigal, Huesca, con su tapa River&chips. Sin embargo, las normas del concurso dicen que, una vez conocido el ganador, los establecimientos colaboradores pueden también, si así lo desean, preparar su versión del mismo durante el resto de la semana. Y eso es lo que nos sirvieron: La mar de pincho en versión Los Zagales.
Ya con el horario de mediodía más que cumplido recalamos en el Ole con ole para finalizar nuestra ruta de pinchos. El Mesón Los Madroños de Cortelazor, Huelva, trajo una muestra de las carnes a la brasa por las que es conocido, en unas sabrosas bolitas llamadas Madroño ibérico.
Así fue nuestra visita a Valladolid en esta ocasión tan especial y que tanto disfrutamos. Ahora nos quedan las ganas de volver en otro momento para poder comer las tapas de los propios bares que hacían de anfitriones y que también merecen la visita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario