lunes, 6 de abril de 2015

Tres días en Estocolmo

Llega el buen tiempo y me ha hecho recordar la semana que pasé en Suecia en septiembre. Y es que, a pesar de llevar la maleta llena de ropa de abrigo, tuvimos una semana de sol y manga corta. ¡Quién nos lo iba a decir cuando empezamos a preparar el viaje!

Suecia siempre ha estado en mi lista de sitios a visitar junto el resto de Escandinavia y otros muchos lugares. Aunque comparando precios es más cara que España, es más asequible que sus vecinos. Hay que recordar que Suecia forma parte de la Unión europea pero su moneda no es el euro, es la corona sueca.

Aterrizamos en Estocolmo ya por la tarde. La capital de Suecia es una ciudad construída sobre 14 islas unidas por numerosos puentes. El lago Mälaren y el mar del Báltico bañan sus orillas. Como los hoteles cuando empezamos a mirar estaban un poco caros, alquilamos un pequeño apartamento en el Gamla Stan, el casco antiguo. Estaba situado en una callejuela adoquinada muy tranquila que salía directamente a la calle Skeppsbron y al mar.

Ya era tarde y no nos daba tiempo a visitar ningún museo ni edificio, así que cruzamos el puente que une el casco antiguo con el Södermalm, uno de los barrios mas bohemios de la ciudad, para disfrutar de las vistas desde el Fotografiska, el museo de la fotografía.


Paseando por este barrio vimos la Sofia Kyrka en el Vitabergsparken. También encontramos uno de los establecimientos que recomendaba la guía, la Chokladfabriken, chocolate de todos tipos con muy buena pinta (aunque un poco caros) y esta muestra de arte vegetal.



Ya de nuevo en el Gamnla Stan probamos nuestro primer kannelbullar, un bollo típico sueco con mucha canela. Para los suecos es muy importante la pausa del café y tienen muy buena repostería para acompañar. Había muchas tiendecillas que nos llamaron la atención, como ésta de mapas antiguos.



En nuestro segundo día en la ciudad dirigimos nuestros pasos hacia el Vasamuseet. El Vasa se encuentra en Djurgärden, una isla llena de museos. Merece la pena caminar por el bulevar de la Strandvägen, calle de la Costa, disfrutando del mar a un lado y de la arquitectura a otro para llegar a la isla.



El Vasa es un museo dedicado a un famoso buque de guerra que se hundió en 1628, el mismo día de su botadura, por un error de cálculo y se llevó al fondo del mar a gran parte de su tripulación. Con el paso del tiempo se perdió la localización del barco. Fue en 1956 cuando Anders Franzén redescubrió el Vasa. Las frías aguas del Báltico y su bajo contenido en sal hicieron posible que se conservara la mayor parte del buque y ésto es lo que vemos hoy. Nos unimos a una visita guiada en inglés, el guía nos encantó. La verdad es que este museo merece la pena.



Al salir del Vasa dirigimos nuestros pasos hacia Skansen. Fundado en 1891, dicen que es el primer museo del mundo al aire libre. En el se pueden ver desde animales autóctonos hasta diferentes espectáculos, pasando por una recreación de cómo vivían los suecos en el pasado, con construcciones representativas de diferentes zonas de Suecia.



Fue allí, en este pequeño restaurante con mesas al aire libre, donde pudimos probar otra de las especialidades suecas: las albóndigas. Acompañadas por una salsa de frutos rojos y unas patatas hervidas estaban muy ricas. En el otro plato vemos salmón al horno con una salsa de nata y unas verduritas.



Entramos también en el Nordiska Museet, dedicado a la historia de la cultura sueca, con una audioguía en español. Exceptuando algunos meses del año, la entrada a partir de las 17:00 es gratuita.

Para terminar el día volvimos al casco antiguo y cruzamos a Riddarholmen, la isla de los Caballeros. Era ya tarde y no pudimos visitar la Riddarholmskyrkan, la iglesia medieval donde descansan los reyes suecos, pero si pudimos disfrutar de este atardecer con la silueta del ayuntamiento de fondo.


Reservamos para el último día la visita al Kungliga Slottet, el palacio real de Estocolmo. Muy diferente a como era en la antigüedad, este palacio fue construido en estilo barroco sobre las ruinas del original, que se incendió en 1697. Se pueden visitar también con la entrada el tesoro real, el museo Tre Kronor, dedicado al castillo original y el museo de antigüedades del rey Gustavo III. El cambio de guardia se nos hizo un poco largo.



Al salir, decidimos conocer Estocolmo desde el agua, así que nos embarcamos en una lancha con otros muchos turistas para hacer el tour "Bajo los puentes de Estocolmo". Con una audioguía en español, rodeamos las islas de Estocolmo pasando las exclusas para entrar en el lago Mälaren. Otra forma de conocer la ciudad. En las imágenes vemos el Gröna Lund (parque de atracciones de Estocolmo), Gamla Stan, Södermalm y Ársta Skog, lleno de casitas de campo. 



Aprovechamos nuestra última tarde en la ciudad visitando el centro de Estocolmo, la plaza Sergels y alrededores, para echar un ojo a la zona de tiendas de la ciudad y ver el famoso diseño sueco.




No podíamos despedirnos de la ciudad sin hacer un auténtico Fika. Situado en la Stortorget, una de las plazas mas antiguas de Estocolmo, Chokladkoppen es una cafetería en la que también se sirven platos calientes. Aquí nos tomamos una tarta de manzana y otra de frambuesas acompañas por un chocolate caliente y un café con leche. En esta misma plaza se encuentra el Nobelmuseet, el museo del Nobel, cuyo objetivo, como bien pone en su página web, es difundir el conocimiento.




Este viaje también nos sirvió para seguir las huellas del amigo Linneo (1707-1778), el naturalista sueco que estableció las bases de la botánica moderna, entre muchas otras cosas. Aquí vemos una escultura de Linneo que encontramos en Skansen. Eso nos llevó hasta Uppsala, donde teníamos una cita... ¡Pero eso lo dejo para la próxima entrada!


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