La Bodega Peñacoba, o la Antigua bodeguilla, es un establecimiento ubicado en pleno centro histórico de Aranda de Duero, concretamente en la Calle Barrionuevo (la protagonista del Plano de 1503), junto a la Plaza del Rollo y frente al Palacio de los Berdugo.
Este bar se caracteriza porque en su interior se localiza una bodega subterránea datada en el s.XV. El nombre de esta bodega era "El Sol" porque, dada su construcción, los rayos del sol alcanzan el suelo de dicha bodega, que está a 12 metros de profundidad.
Desde 1975 se ha elaborado vino en grandes tinos hasta hace muy poquito, momento en que los padres dieron el relevo generacional a los hijos, que dieron un aire nuevo al lugar, pero que no deja de pasar desapercibido. El vino actualmente se elabora en Gumiel de Mercado, en Bodegas Arrocal. Además, en una parte del local hay un almacén-tienda donde se puede comprar vino, cerveza artesana, licores artesanos y demás productos.
Desde Bodega Peñacoba se ofrecen catas, visitas y otras actividades enoturísticas como podéis comprobar en su web.
Una de estas catas de vino a la que acudí era en inglés, llevada a cabo por Elena. Aquí pudimos degustar tres vinos acompañados por unos aperitivos para hacer un pequeño maridaje.
El primer vino era Doña Beatriz, un verdejo 2014 de Bodegas Cerrosol. Se trata de un vino de cepas viejas. Su apariencia es clara, con poca intensidad de color. En nariz limpio, también de poca intensidad y aromas a hierba verde y frutas tropicales. Ácido en boca, similar al cava. Ideal para servir bien frío.
Seguimos con Rosa de Arrocal 2014, que ya habíamos probado en otras ocasiones. Es un vino 100% tempranillo, color salmón, olor a fresas y suave de cuerpo. Combinamos este vino con una maridaje dulce, un pequeño brazo gitano de chocolate y fresa. Realmente exquisito.
El tercer y último vino fue Arrocal 2013, 100% tempranillo con 5 meses en barrica de roble americano. Color granate, en nariz a frutas maduras y un toque ahumado. En boca seco, acidez media, toques de madera y vainilla.
Para acompañar probamos algo salado, unos bocatitas rellenos de bacon o atún. La sal reduce la acidez del vino así que probarlo antes y después cambió mucho la perspectiva. Después comimos algo ácido, unos pepinillos en vinagre, con lo que el sabor del vino blanco desapareció prácticamente.
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