Este año, no sé si por la amenaza de lluvia, han sido pocas, tal vez ni una decena, las bodegas que se han animado a presentar sus vinos. Además, supongo que en previsión de esa lluvia que finalmente no ha aparecido, todas las mesas se han desplazado desde la Plaza de la Verdura hasta los soportales de la estrecha calle Sagastía. El resultado ha sido una molesta a la par que innecesaria aglomeración de gente que dificultaba el catar los vinos con una mínima comodidad.
A cambio, en la parte buena, se puede decir que todos los vinos que hemos probado nos han parecido muy estimables. Y es que si la cata se ha podido quedar algo corta en participación, desde luego no lo ha sido para nada en calidad. Más bien al contrario.
Nosotros hemos empezado visitando a nuestros
amigos de
Viñedos del Ternero. Con ellos hemos probado el Miranda semicrianza de 2005, añada que aún no conocíamos y que nos ha parecido al menos tan buena como las anteriores. Además no nos hemos podido resistir a disfrutar de nuevo del excelente Picea 650, un vino lleno de matices perfectamente conjuntados y que nos encanta.
En
Consejo de la Alta, junto a su conocido Alta Río, presentaban un tinto con cuatro meses de crianza llamado igual que la bodega y que nos ha parecido muy logrado.
Después hemos llegado a la mesa de Gerardo Viteri, una bodega de Assa en la que presumen de la elaboración tradicional de sus vinos. Nos han ofrecido un tinto crianza que llevaba tempranillo, garnacha y un 5% de la variedad blanca viura. El resultado es un agradable vino afrutado típico de Rioja Alavesa, de los de siempre y que tanto nos gustan.
Tras una breve pausa para reponer fuerzas con unas sencillas pero exquisitas patatas fritas en el bar El Sol, hemos proseguido nuestro recorrido.
De la bodega
Florentino Martínez de Cordovín hemos probado su vino joven, fresco y algo punzante y su crianza, que tenía el toque justo de madera.
Otro crianza, el Gran Bohedal, de la bodega
Heredad Baños Bezares de Briñas también nos ha convencido con sus toques afrutados.
Y al final hemos tenido la suerte de marcharnos con el buen sabor de boca que nos ha dejado el Soros, crianza de
Martínez Corta, de Uruñuela. Un tinto muy suave y agradable.
En la Plaza de la Verdura el quinteto Swingtet ha puesto ritmo de swing a la mañana. También nos habría gustado escuchar a
Escrich and the New Lions, pero no tocaban hasta las 23:30 y claro, el lunes hay que madrugar. Estoy seguro de que habrá sido un gran concierto.
Tras la cata teníamos mesa reservada para comer en el
Echaurren. Y ¿qué podríamos decir del Echaurren que no hayamos
dicho ya? Si acaso, que hemos vuelto a aprovechar su extensa carta de vinos para probar en esta ocasión un
Domaine Morey-Coffinet de 2004. Procedente de la denominación
Chassagne-Montrachet, al sur de
Côte de Beaune, Borgoña, se trata de un Pinot Noir correcto y que acompañó perfectamente la comida.
Un gran día, en definitiva. Os dejo con su banda sonora.