Hace unos días tuve la oportunidad de visitar la localidad de La Vid, que se localiza a unos 20 kms de Aranda de Duero dirección Soria.
Lo más destacable de este pequeño pueblo es el impresionante Monasterio de Santa María de La Vid. Junto al río Duero, se trata de un gran edificio que data del siglo XII, aunque ha sufrido diversas remodelaciones a lo largo de su historia hasta la actualidad. Hoy en día, es la orden de Agustinos quienes habitan aquí. Es, sin duda, el gran atractivo turístico. Su claustro es espectacular y el interior también es fascinante, la Iglesia, el refectorio, una gran biblioteca y una sala museo con piezas únicas de arte sacro. La visita guiada dura una hora aproximadamente, aunque yo me hubiera quedado más tiempo para poder ver mucho más con detalle. Además, no hay que irse de aquí sin dar un paseo alrededor del Monasterio, por sus jardines, observando la fachada con su espadaña y los numerosos escudos nobiliarios.
Tras la visita cultural, nos dirigimos a visitar la Bodega El Lagar de Isilla, que está junto al Monasterio. Además de bodega elaboradora, El Lagar de Isilla cuenta además con un peculiar Hotel enológico, un fantástico Restaurante-asador y una tienda delicatessen.
La peculiaridad de dicho hotel viene por sus habitaciones temáticas, cada una de ellas está decorada en un ambiente enológico y con motivos del mundo del vino: botellas, barricas, viñedos, etc. En el Restaurante, denominado La Casona de La Vid, se puede degustar una amplia variedad de productos de la tierra, bien en tapas o en plato. Cuenta con un acogedor patio cerrado que no viene nada mal en los fríos días de invierno ribereños.
Ya en la Bodega elaboradora, nos contaron el origen de la misma, allá por 1995 cuando se empezó a producir en la Bodega subterránea de Aranda de Duero (que hemos visitado anteriormente) y su traslado y despegue de esta bodega a partir de 2002.
El viñedo propio se encuentra distribuido en tres municipios cercanos y básicamente la uva es tempranillo aunque también hay cabernet y merlot.
La bodega en sí es muy fácil de visitar, es la única accesible para discapacitados ya que todo está a cota cero, y aunque no es tan grande como otras bodegas de la zona, tienen una producción numerosa, unas 200.000 botellas, llegando a exportar a otros países gran parte de sus vinos (el el 60%). El resto se reparte entre sus restaurantes y el mercado nacional.
Para finalizar la visita, qué mejor que una degustación de tres de sus vinos.
El primero era un Rosado 2014. Sangrado, de color fresa. Un vino suave, fresco y con intensidad cromática. En nariz un olor a fresa inmadura y en boca un toque de acidez.
Después, un tinto Joven 2013 tempranillo. Color burdeos, en nariz recuerda a frutos rojos maduros y un poco a tostados, como el café.
Para finalizar, probamos el Crianza 2010. Éste ya tiene de 12 a 14 meses en barrica y las uvas proceden de viñedos de más de 60 años. Tiene un color rojo con borde teja. En nariz, compota de frutas. No es astringente, está hecho y tiene cuerpo. Recuerda a vainilla o canela, olores balsámicos.
También nos mencionaron que cuentan con un vino blanco Verdejo, producido en la D.O. Rueda y un vino dulce Syrah que se elabora en Alicante. A ver si podemos probarlos en otra ocasión.
1 comentario:
Creo que ya sé dónde quiero que nos lleves la próxima vez que visitemos Aranda. :-)
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