Ayer asistimos a una cata de cervezas en La Tavina, un interesante bar de tapas (además de tienda de vinos y restaurante) que se encuentra al principio de la Calle Laurel de Logroño. No es la primera vez que asistimos a una cata aquí, y seguramente nos apuntaremos a más, porque siempre son de gran calidad y están muy bien organizadas.
Las cervezas venían del extenso catálogo de Artesanía Cervecera y sus características y detalles de elaboración fueron perfectamente explicados por Óscar Puértolas. Tampoco es la primera vez que asistimos a una de sus catas y, como en otras ocasiones, aprendimos mucho y disfrutamos de muy buenas cervezas.
Las cervezas de invierno, como las de Navidad o las de Pascua, son cervezas de temporada que se elaboran, en este caso, para ser disfrutadas en las épocas más frías del año. Consecuentemente su graduación es mayor y se encuentra entre el 8% y el 12% de alcohol, su color es tostado y su sabor intenso, lo que permite beberlas a una mayor temperatura.
Como además de catar las cervezas íbamos a disfrutar de una cena a base de pinchos acompañada por las mismas, tomar cinco cervezas de invierno sería algo excesivo. Por eso las dos primeras cervezas no eran de este tipo sino que iban a tener menos graduación. Las tres siguientes sí que fueron cervezas de invierno.
La primera cerveza que probamos es la Grisette Blanche - Wit, cerveza blanca de trigo de la cervecera belga St. Feuillien. Es una cerveza turbia con aromas y sabor cítricos. Óscar nos explica que en las cervezas de trigo belgas es habitual el añadido de naranja y cilantro. Junto con esta cerveza nos sirven un ceviche de salmón y pulpo que por su acidez marida perfectamente.
La segunda cerveza llama la atención por el diseño de su etiqueta y por la inscripción que indica que lleva lúpulos de Nueva Zelanda. Sin embargo Aotearoa es una cerveza española, de los navarros Naparbier, de quienes ya probamos su Pilsner. Es una cerveza rubia lupulada de intenso sabor amargo. El maridaje es con un chicharro en escabeche.
En tercer lugar probamos la primera cerveza de invierno de la noche: la alemana DoppelBock dunkel de St. Georgen Bräu (de esta cervecera habíamos probado su cerveza de trigo tostada). Era una cerveza tostada de alta graduación y cuyo amargor resultó maridar especialmente bien con una (falsa) crème brûlée de foie. Espectacular.
Para la cuarta cerveza volvimos a la belga St. Feuillien para disfrutar su Cuvée de Noël o cerveza de Navidad. Cerveza oscura, con cuerpo, de maltas caramelizadas y especiada que alcanza un grado del 9%. Se envasa en botella de tres cuartos. Por sus características, esta cerveza podía acompañar perfectamente a un cordero estofado con ciruelas.
Finalizamos la cata con la cerveza Avec les Bons Voeux (con buenos deseos) una cerveza de 9,5% de la Brasserie Dupont, de quienes ya conocimos la Moinette. Es una cerveza rubia sin filtrar de alta fermentación con aromas afrutados que también venía en botella de tres cuartos (aunque tienen otros tamaños menores ¡y mayores!) El postre era una originalidad: una "birrija" o torrija elaborada con esta misma cerveza. Sorprendente y muy rica.
Con esta cerveza pudimos además comprobar la diferencia entre la primera copa servida de la botella y la última, pues es al final donde más se acumulan los restos de levaduras y más se aprecia la turbidez.
Una gran selección de cervezas y unas tapas deliciosas conformaron una cata cena fantástica. Al terminar, tanto Óscar Puértolas de Artesanía Cervecera como Manuel Álvarez, cocinero de La Tavina, recibieron sendos y merecidos aplausos.
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