sábado, 3 de mayo de 2014

Restaurante Portales 24

Portales 24
Dirección: Calle Portales 24, Logroño
Teléfono: 941223327
Precio aproximado: 32 € (menú degustación)

Una de las tradiciones, aunque irregular, de este blog es la comida de Semana Santa. Hace ya 9 años de su inicio y fue tras una comida verdaderamente espectacular en el restaurate Akelarre, de Pedro Subijana. Este año nos retrasamos un poco pero finalmente la celebramos el pasado fin de semana y el lugar elegido fue el restaurante Portales 24 de Logroño.

A este lugar llegamos tras recibir varias buenas referencias y ciertamente no nos decepcionó. Local amplio y confortable, trato amable y cocina tradicional con algún detalle de modernidad. Mención especial merece la muy extensa carta de vinos, especialmente en el apartado de Rioja, y su precio, no demasiado incrementado sobre el que se puede encontrar en una tienda.

Por comentarlo todo, también tengo que decir que encontramos algunos detalles mejorables. Nada serio, pero sí pequeñas cosas que hacen que la experiencia no pueda llegar a calificarse de perfecta. Y es una lástima. Lo iré detallando más adelante.

En esta ocasión nos reunimos hasta 7 epicúreos y decidimos disfrutar del menú degustación, que se sirve a mesa completa. Una buena forma de dejarse recomendar y además probar más platos. Este menú consta de entrantes, primer plato (a elegir entre tres opciones), segundo plato (también con tres opciones), tercer plato (nuevamente tres opciones), postre (tres opciones de nuevo), pan (de dos tipos, nos gustó mucho), agua y café.

Primer detalle mejorable: de entre los cuatro platos en los que había que elegir, en tres de ellos faltaba al menos una de las opciones. En todos los casos nos avisaron y nos dieron otra opción, pero la verdad, hubiera sido mejor que nos hubieran dicho el menú de palabra y no nos hubieran dado unos impresos que pueden ser equívocos y dar lugar a decepciones. Y no creo que fuera porque se hubieran terminado los otros platos, porque el comedor no estaba ni a la mitad de ocupación.

Peor todavía, en los terceros platos, de 7 personas que estábamos trajeron un plato equivocado a dos de ellas. Este error es sin duda el peor de la comida, porque rompe el ritmo de la misma. Precisamente uno de los motivos de que un menú degustación se sirva a mesa completa. Hubo que esperar a su reemplazo, lo que hicieron con prontitud.

Pero hablemos ahora de la comida, que es el punto fuerte. De entrantes teníamos la cremita de temporada, que era de calabaza, muy rica, una cuajada de queso y miel y unas croquetas de jamón ibérico maravillosas, con un rebozado crujiente y finísimo y un interior delicioso.


Entre los primeros probamos el potaje del día que era de caparrones, acompañados con guindilla para quien quisiera un poquito de picante. Ésta fue mi elección y me gustaron mucho. El plato no era pequeño y los acompañamientos eran abundantes.


Otras elecciones posibles eran la ensalada de jamón y langostinos crujientes o las verduras del día, alcachofas en este caso. Buen aspecto tenían y en ambos casos gustaron.



Entre los segundos no había merluza, pero podía reemplazarse con rape, si no recuerdo mal. En todo caso nosotros nos dividimos entre el txangurro gratinado al horno y el taco de bacalao con fritada. El primero escondía bajo una fina capa de gratinado un interior cremoso y muy sabroso. Del bacalao llamó la atención el acompañamiento crujiente de tinta de calamar.



Para terceros lo que no había era cochinillo asado. A cambio algunos elegimos un corderito asado. Carne jugosa y en su punto. También pedimos la carrillera de ternera con crema de patata suave y el entrecot de buey con patatas. Las patatas de este último escondían además trozos de bacon.




No puedo ocultar que la mayor decepción vino a los postres: ¡no había coulant de chocolate con leche! Y es que era lo que habíamos pensado pedir casi todos cuando vimos inicialmente el menú. Nos dieron opciones variadas a cambio y tengo que reconocer que el pastel fluido de avellana con helado de yogurt estaba sensacional.


También hubo quien probó la infusión de frutos rojos y helado de queso o la tarta de queso. Otra opción eran sorbetes variados. Muy buenos postres en general.



En cuanto a vinos, la amplitud de la carta y lo razonable de los precios nos animó a elegir varias opciones de entre nuestros favoritos. Comenzamos con un blanco de Marqués de Cáceres que estaba soberbio. Después pasamos al tinto con el excelente crianza Viña Alberdi de La Rioja Alta. A los postres también nos animamos a acompañar con un delicioso moscatel Marco Fabio vendimia tardía. Todos ellos acompañaron a la perfección el menú descrito.

El problema con los vinos es que tuvimos que pedir dos veces cada botella para que nos las trajeran. Y con las carnes pedimos una segunda botella de Viña Alberdi, porque nos quedábamos cortos de tinto, y nunca llegó. Cuando estábamos terminando unos de los camareros pareció recordarlo y nos preguntó si la queríamos entonces, pero lo cierto es que ya era tarde. Y comer la carne y que te falte el tinto es... decepcionante.

Como conclusión me quedo sobre todo con la comida. De gran calidad, muy bien elaborada y presentada. Como todo en general. Pero sin olvidar esos detalles que como decía, sin ser graves, separan lo bueno de lo muy bueno o excelente.

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