Qué duda cabe de que en España se produce en este momento mucho vino y de una gran calidad en general, para alegría de quienes disfrutamos de los placeres de esta singular bebida. Pero esta gran variedad hace que llamar la atención del comprador no sea fácil para las bodegas y tengan que emplear a fondo su ingenio.
Precisamente llamar mi atención es lo que consiguió este vino con su etiqueta de caracteres japoneses. No puede ser, pensé, que tengan un vino japonés en el supermercado. Y no lo es. Se trata de un Vino de la Tierra de Castilla que elabora la enóloga japonesa Yoko Sato para el grupo Freixenet. Pero ya me había llamado la atención lo suficiente como para fijarme en la indicación de "special for sushi" y pensar que estaría bien probarlo.
Oroya, leo en su web[flash], significa canasta que se utiliza para transportar mercancías de un lado a otro del río (toma economía del lenguaje, con tres o cuatro palabras ya escriben un libro). Al ponerle tal nombre al vino, explican, quieren convertirlo en símbolo de vehículo cultural.
Se trata de un blanco elaborado a partir de las variedades Airén, Macabeo (Viura) y Moscatel de Alejandría. Y aunque con tales mimbres nos esperamos un vino muy aromático, aquí nos decepciona mostrando apenas nada, probablemente por haber pasado demasiado tiempo desde su elaboración hasta su llegada al consumidor. Sin embargo se redime en boca, donde resulta un vino fresco y con un agradable punto dulce.
Pero la cuestión era además ver qué tal se desempeñaba en el maridaje recomendado, así que lo acompañamos de sushi de gambas, salmón y atún. Y el resultado fue una combinación bastante satisfactoria.
Como conclusión añadiría que es una pena el maltrato a que son sometidos a veces los vinos por parte de las cadenas de distribución. En este caso me fijé bien en todas las botellas disponibles y sólo había de 2007, lo que en definitiva fue una lástima. Si encuentro en otra ocasión una botella del año prometo darle una nueva oportunidad a este vino tan interesante.
Por cierto, que para completar una jornada de rarezas, el vino lo bebimos en un intermedio mientras veíamos los vídeos del freakfilmfestival. No creo que sean del gusto mayoritario, pero entre todos ellos hay alguno muy bueno.
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