A lo largo de los últimos meses se me han ido acumulando algunas notas de cata que por diversos motivos no había encontrado el momento de comentar en el blog. Y he decidido por fin empezar a ponerme al día hablando de este vino, que es sin duda muy especial.
Las Bodegas Marqués de Murrieta datan de 1852 cuando Luciano de Murrieta comienza a elaborar vino en su finca de Logroño con técnicas importadas de Burdeos. De esta manera consigue dar al vino más calidad y sobre todo una mejor conservación, convirtiéndose en el pionero de los modernos vinos de Rioja.
Este Reserva del 54 esperaba en casa algún acontecimiento muy señalado para ser abierto. El acontecimiento llegó y nos dispusimos a abrir la botella como corresponde: con reverencia por su más de medio siglo de antiguedad y también con miedo por la posibilidad de que se hubiese estropeado. Y es que en una casa, por mucho cuidado que se ponga, el vino no se conserva como en una bodega.
Comenzamos por retirar el papel que envolvía la botella. Así pudimos contemplar su etiqueta y la antigua contraetiqueta del Consejo Regulador. Después quitamos la cápsula. Entonces empezamos con el corcho. Primera mala señal: el corcho se empezaba a deshacer ante los intentos de extraerlo con un sacacorchos helicoidal. Cambiamos a un sacacorchos de varillas y así, con mucho cuidado, finalmente pudimos extraer los restos del corcho sin que ningún fragmento cayese dentro de la botella.
No pudimos resistir la tentación e inmediatamente servimos un poco y lo olimos y probamos. Segunda mala señal: indudablemente mostraba signos de envejecimiento. Pero había que probarlo en condiciones, así que lo decantamos y nos dedicamos a otros menesteres durante un par de horas para que se airease.
Pasado ese tiempo lo servimos y fue en ese momento cuando lo que era una fiesta se convirtió durante unos minutos en una cata. Ahora ya el vino se mostraba en todo su esplendor. Había acumulado gran cantidad de posos, pero el color se mantenía con una buena intensidad en un brillante tono teja. En sus aromas encontramos fruta madura y tostados muy equilibrados. Y en boca mostraba una buena acidez junto con una leve astringencia, resultando vigoroso, cálido y con cuerpo. Su larga y agradable persistencia nos permitía prolongar la sensación de placer que daba beberlo.
En definitiva un vino excelente, equilibrado, armonioso y perfectamente conservado pese a su edad. Fue una agradable sorpresa y una delicia beberlo. Todo un clásico de Rioja.
Este Reserva del 54 esperaba en casa algún acontecimiento muy señalado para ser abierto. El acontecimiento llegó y nos dispusimos a abrir la botella como corresponde: con reverencia por su más de medio siglo de antiguedad y también con miedo por la posibilidad de que se hubiese estropeado. Y es que en una casa, por mucho cuidado que se ponga, el vino no se conserva como en una bodega.
Comenzamos por retirar el papel que envolvía la botella. Así pudimos contemplar su etiqueta y la antigua contraetiqueta del Consejo Regulador. Después quitamos la cápsula. Entonces empezamos con el corcho. Primera mala señal: el corcho se empezaba a deshacer ante los intentos de extraerlo con un sacacorchos helicoidal. Cambiamos a un sacacorchos de varillas y así, con mucho cuidado, finalmente pudimos extraer los restos del corcho sin que ningún fragmento cayese dentro de la botella.
No pudimos resistir la tentación e inmediatamente servimos un poco y lo olimos y probamos. Segunda mala señal: indudablemente mostraba signos de envejecimiento. Pero había que probarlo en condiciones, así que lo decantamos y nos dedicamos a otros menesteres durante un par de horas para que se airease.
Pasado ese tiempo lo servimos y fue en ese momento cuando lo que era una fiesta se convirtió durante unos minutos en una cata. Ahora ya el vino se mostraba en todo su esplendor. Había acumulado gran cantidad de posos, pero el color se mantenía con una buena intensidad en un brillante tono teja. En sus aromas encontramos fruta madura y tostados muy equilibrados. Y en boca mostraba una buena acidez junto con una leve astringencia, resultando vigoroso, cálido y con cuerpo. Su larga y agradable persistencia nos permitía prolongar la sensación de placer que daba beberlo.
En definitiva un vino excelente, equilibrado, armonioso y perfectamente conservado pese a su edad. Fue una agradable sorpresa y una delicia beberlo. Todo un clásico de Rioja.