jueves, 27 de marzo de 2008
Robert Mondavi Private Selection Pinot Noir 2001
martes, 25 de marzo de 2008
AKEBASO: un día en el campo
Un buen ejemplo es el Akebaso, asentado sobre un espectacular caserío totalmente reformado en Apatamonasterio-Atxondo, en pleno Duranguesado vizcaíno. El edificio, en un entorno rural típicamente vasco, atrae a numerosas parejas en el día de su boda. Sin embargo, también tienen un comedor de diario, cuyas excelencias vamos a contar seguidamente.
Antes de nada, debemos señalar que el trato y la atención al cliente es excelente. Incluso antes de llegar, cuando, telefónicamente, nos indicaron muy acertadamente como acceder al lugar a través de una carretera aparentemente cortada. A la hora de pedir, fuimos excelentemente aconsejados y, en general, todas las personas que se acercaron a la mesa destacaron por su amabilidad.
Comenzamos pidiendo un arroz cremoso de vieiras y carabineros. Por consejo de la maître pedimos solo media ración, completando el primer plato con otra media ración de ensalada de pulpo brasa con láminas de bacalao. Excelentes ambos, aunque el arroz destacaba claramente. Mientras esperábamos, la casa invitó a un interesante aperitivo compuesto por salmón marinado y un sorbete de alubias. En ambos casos, el cocinero consiguió unas interesantes y novedosas texturas para sabores tradicionales.
Para el segundo plato nos decantamos por las carnes: unas carrilleras a la antigua y rabo de toro. Sin embargo, un nuevo consejo de la maître provocó el cambio del rabo por una presa de buey wagyu o kobe. Y hay que decir que el consejo fue de lo más acertado: la carne, a la parrilla, era excelente y su preparación, óptima. Hasta el punto de que las carrilleras, tiernísimas y acompañadas por una salsa que invitaba a acabar con el pan, quedaron totalmente eclipsadas.
Resulta tal vez paradójico que en un país que presume de buenas reses, el vacuno japonés esté alcanzando tanta fama. Pero hay que decir que es merecida, al menos a tenor de lo que aquí probamos. Eso sí, el precio del plato era ajustado al resto de la carta; lo cual, teniendo en cuenta el altísimo precio de la carne wagyu, no dejó de sorprendernos.
Para el postre nos decantamos nuevamente por la recomendación de la casa: tostada con helado de toffee. La combinación, acompañada de naranja confitada, alcanzó también una nota sobresaliente. Antes, sin embargo, preguntamos por los quesos, lo que nos llevó a tomarnos media tabla de quesos del país que, por conocidos, no necesitan más comentarios.
Regó tan excelente comida un Muga, crianza de 2004, seleccionado de la amplia carta de vinos. Tal vez pecamos de conservadurismo al elegir el vino, pero es que hay cosas que no cansan nunca y un buen Rioja clásico es una de ellas.
lunes, 24 de marzo de 2008
De pinchos por Zaragoza
Seguidamente fuimos a otro bar, La Taberna Doña Casta, donde me recomendaron, de entre sus numerosas especialidades, pedir el foie. Se trata de un pincho que está muy de moda, pero no en todas partes lo hacen igual. En este caso la materia prima era buena y la elaboración también. Un acierto.
La ronda de pinchos terminó en un bar libanés llamado Fenicia, la casa de las empanadillas. Su especialidad, las empanadillas preparadas al estilo del Líbano. Allí pedimos un surtido variado que compartimos entre los presentes para probar todas. Gran idea pues hubiera sido una lástima perderse cualquiera de ellas: de pollo al curry, de queso, de carne con picante... Todas estaban buenas. Y para acompañar también se podía elegir vino o cerveza del Líbano. Como vino libanés probé hace poco, elegí cerveza. Suave, refrescante, de poco más de cuatro grados, me resultó muy agradable.
Para reposar los pinchos acudimos después a la tetería Sherezade que dispone de una extensa carta de especialidades. Yo tomé un té denominado mil y una noches. Suave y aromático, la combinación de especias que llevaba lo hacía tan evocador como las historias de las que toma su nombre. También preparaban narguiles y al ver la expresión de quienes los disfrutaban casi lamenté no ser fumador.
Pero lo mejor fue sin duda la conversación que al calor de las infusiones y de la buena compañía surgió y completó una jornada perfecta.
domingo, 23 de marzo de 2008
III Semana Santa Verde en Alfaro
Pero también nos encontramos con que en el Centro Cultural, Turístico y Medioambiental de Alfaro se puede visitar (del 14 de marzo al 20 de abril) una exposición titulada nada menos que Mitología Clásica y Vino. Se trata de una interesantísima colección de grabados báquicos que forman parte de la colección del Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco.
Y ya, habiendo recordado el clásico Absqve Cerere et Baccho friget Venvs, no nos quedaba más que iniciar la ronda por los bares de la localidad para tratar de impedir tan triste enfriamiento.
En el Casino La Unión servían el pincho denominado Mirada Verde, un huevo de codorniz a la plancha, sobre cama de verduritas de temporada salteadas. Sabroso en su conjunto, aunque bien distinto en aspecto del que muestra la fotografía del folleto. También cabe decir que el pan y el microondas no combinan bien.
En el Dalí tomamos sus Verduritas: base de hongos con salsa de verduras y ajetes frescos. Las verduritas estaban en su punto, la salsa nos pareció deliciosa y además el conjunto se presentaba en una fina tostada que no le restaba el menor protagonismo a ninguno de los ingredientes. Un pincho prácticamente perfecto.Nuestra siguiente parada fue en la Cafetería Crepúsculo, que ofrecía las Esencias de mi huerto: espárragos trigueros, ajos frescos, setas y pimiento sobre panini. Una combinación ciertamente lograda.
El Bar El Cortijo nos dio a conocer su Crujiente de verduras, a base de setas silvestres, champiñón, cebollitas frescas, ajos frescos, calabacín y berenjena en rebozado especial. Una empanadilla de verduras muy rica y en la que la masa estaba fina, crujiente y sobre todo, nada aceitosa.
El Bar Los Nidos es un local animado que suele estar lleno de clientes deseosos de tomar sus pinchos. Pese a ello la atención es siempre excelente. Este año su pincho era el Nido de verduras, calabacín relleno de crema de setas con jamón decorado con zanahoria. El jamón hacía de agradable contrapunto a la verdura y la crema de setas era muy sabrosa.
En el Bar Cafetería Cervantes la especialidad de la semana era la Tostadita de berenjena, sandwich de berenjena rellena de carne picada con salsa de queso gratinada. Nos lo sirvieron acompañado de un trozo de cebolla también rebozada. Y aunque el conjunto era sin duda atractivo, tal vez pecaba de exceso de aceite.
La Cafetería Ninfeo se encuentra en la estación de autobuses. Y si alguien piensa que por ello debe ser un lugar frío y anodino pues se equivoca. Es un lugar alegre, con una estupenda terraza para cuando hace buen tiempo y el trato es siempre amable. Por si todo eso fuera poco sus pinchos son de lo mejorcito. Y como muestra tenemos este Soufflé horneado con ajos y setas. Mantiene el alto nivel de los que hemos probado en otras ocasiones.Para terminar nos dirigimos al Hotel Palacios. Allí servían la Barqueta de verduras: calabacín frito relleno de verduras de la huerta salteadas con jamón. En teoría. Porque lo que nos sirvieron no tenía nada que ver con eso.
Hubiéramos querido probar más pinchos, pero lamentablemente los estómagos tienen límites y los nuestros ya habían alcanzado el suyo. Así que en otra ocasión volveremos y probaremos más pinchos.
Y como conclusión de esta crónica propongo un ejercicio de agudeza visual: ¿cuál es la diferencia más importante entre los siguientes mostos?
domingo, 9 de marzo de 2008
Quinta de Saes Reserva 2000
Y lamentablemente nos decepcionó. Su 12,5% de alcohol resultó ser su característica más importante. En los aromas el alcohol se mezclaba con el roble. Y en boca la sensación alcohólica también se superponía a una cierta astringencia. Una pena, porque con algo menos de grado podría haber sido un vino por lo demás agradable.
viernes, 7 de marzo de 2008
XI Cata Presentación Añada 2007 de PROVIR
El mecanismo de la cata, como en otras ocasiones, consistió en la adquisición a la entrada de una copa de Rioja para seguidamente usarla para probar los vinos recorriendo las distintas mesas que las bodegas tenían dispuestas.
La asistencia de público creo que fue muy buena. El recinto se encontraba lleno, aunque sin llegarse a producir agobios. Además el ambiente, como corresponde a una fiesta en la que el vino es protagonista, era alegre y animado.
Nosotros empezamos por visitar el puesto de David Moreno. Además de los vinos de este año ofrecía su reserva de 2001 que nos pareció un vino casi perfecto. Un Rioja clásico muy equilibrado en todos los aspectos. Y también se podía catar el Vobiscum, un vino muy cuidado aunque tal vez más moderno y algo más apartado de nuestro gusto.
Seguidamente visitamos Cuna de Reyes. Esta bodega de Nájera presenta dos líneas de vinos etiquetadas Cuna de Reyes y Naira respectivamente. Catamos el Naira en esta ocasión, y nos pareció tan agradable como recordábamos el Cuna de Reyes.
Otro vino que tenía ganas de probar es el que traía desde San Vicente de la Sonsierra Ramírez de la Piscina. Había oído buenas críticas de sus vinos y ahora puedo decir que eran fundadas. Nos obsequiaron con un tinto afrutado muy agradable.
También de San Vicente probamos el tinto Murmurón, de Sierra Cantabria. Intenso en color, aromas y sabor, a nuestro gusto un tanto excesivo. También en cuanto a grado alcohólico. Pero desde luego muy del gusto actual, como demuestran los numerosos reconocimientos que han recibido sus vinos, tanto nacional como internacionalmente.
Cuando llegamos a Consejo de la Alta lo hicimos con la intención de probar sus vinos del mismo nombre. Por desgracia para nosotros mucha más gente debió pensar lo mismo, porque se les había terminado. A cambio probamos un Alta Río, que sin duda es ya todo un clásico de Rioja.
La bodega Señorío de Villarrica, de Hervías, también nos dio a probar su vino del año. Muy recomendable, sin duda.
En Viña Ijalba es donde encontramos la sorpresa de la jornada. A su interesante gama de varietales ya han añadido las nuevas variedades que, según nos comentaron, están sólo a falta de un mero trámite para completar su aprobación para el uso en la DOC Rioja. Con verdadero placer probé su maturana tinta, un vino de intenso tono violáceo, aroma a frutas rojas y astringente y levemente ácido en boca. Espero tener ocasión de volver a probarlo con más detalle, así como de catar las demás nuevas variedades.
Terminamos nuestro recorrido en bodegas Florentino Martínez, de Cordovín. Llegamos justo a tiempo de probar su reserva, al parecer también muy solicitado. Y sin duda con motivo, pues nos pareció excelente.
Una gran jornada, en definitiva, en la que destacar la gran calidad de todos los vinos que probamos. Podrán ser más o menos de nuestro gusto porque desde luego hay diferencias importantes, pero sin duda todos comparten una elaboración cada vez más cuidada en todos sus detalles. Si algo puedo lamentar es tan sólo no haber podido probar más vinos. Pero el paladar ya no daba para más. Otras ocasiones habrá y allí estaremos.
domingo, 2 de marzo de 2008
Baita Gaminiz
El Museo Guggenheim Bilbao va cambiando sus exposiciones periódicamente, y, siempre que podemos, intentamos visitar las más interesantes. Estuvimos en la exposición sobre los aztecas (sin duda, la mejor exposición museística que he visto en mi vida) y esta vez nos animamos a visitar “Art in the USA: 300 años de innovación”, un recorrido por los trescientos años de historia artística de Estados Unidos y “Cosas del Surrealismo”, que explora la influencia del Surrealismo en el mundo del diseño. Ambas son altamente recomendables; no dejen de acudir si tienen la oportunidad.
Pero, por supuesto, había que comer. Y fuimos a Baita Gaminiz, el hermano “pequeño” de Gaminiz, el restaurante de Aitor Elizegui. La experiencia fue altamente satisfactoria. Un local pequeño, pulcro, con espléndidas vistas de la ría y del barrio de Ciudad Jardín. Según nos cuentan, tiene también una terraza muy concurrida en verano, pero ayer –como es lógico– estaba cerrada. Aunque estaba casi lleno, el ambiente era muy agradable y relajado. Al fondo, dos familias comían con sus hijos pequeños, uno de ellos en su cochecito, lo que contribuyó a que el ambiente tuviera esa cierta alegría que siempre dan los niños. El servicio, atento y eficaz.
La carta era enormemente atractiva y la elección difícil, así que hicimos lo más aconsejable: pedir el menú degustación. Y creo que fue un acierto. El aperitivo: crema de calabaza; los entrantes: ensalada de bonito, hojaldre de olivas, piparras y pimiento asado; arroz caldoso de setas, txipis e idiazábal; los bacalaos: láminas de bacalao con pil-pil de porrusalda y ajoarriero de centollo; las carnes: magret de pato y cremoso de foie con hongo; los postres: bebida de frutas del bosque; vainilla natural helada y torrijas de crema. Todo estaba muy bueno, aunque hemos de destacar el arroz caldoso (una delicia) y el magret de pato, con la carne al punto y una salsa que acompaña a la carne sin imponerse sobre ella: una autentica excelencia culinaria. Por ponerle un pero, no me gustó el pan. A pesar de tener una cesta bien surtida, su calidad era manifiestamente mejorable.
Uno de los grandes atractivos del Baita es su amplia carta de vinos (también tienen tienda). Así que aprovechamos para salir de Rioja y, siguiendo el consejo de la sumiller, nos atrevimos con un tinto del Bierzo [Tilenus Crianza, año 2001, de bodegas Estefanía. Tinto de variedad mencía. Color granate, aromas a madera y sabor muy astringente, amargo y algo ácido.] Acompañó muy bien a la comida, aunque alcanzó su mayor expresión al encontrarse con el magret de pato. Una pareja realmente bien avenida.
Tuvimos que irnos, pero nos queda la firme convicción de volver en cuanto podamos.