lunes, 31 de julio de 2006

Echaurren, de Ezcaray (La Rioja)

Después de la cata de vino que ha sido ya comentada en otro lugar de este blog, no estabamos en condiciones de garantizar la seguridad de los puntos del conductor, así que hubo que quedarse a comer en Ezcaray. Resignación, total, solo tiene tres o cuatro de los más afamados restaurantes de La Rioja, amen de otros no tan conocidos, pero no menos interesantes.

Por aquello de no pensar demasiado y de que lo bueno no cansa, acabamos sentados en las mesas del Echaurren. Perdón, a la mesa del Echaurren, que no es lo mismo. El menú, los clásicos de toda la vida, impecable. El servicio bueno. La sensación, inmejorable. Una de las cosas que más me gustó -y ya es triste tener que destacarlo- es la acústica del local, que permite mantener una conversación audible incluso con el restaurante lleno.

Tomamos de entrantes, además de las croquetas que ya han sido reseñadas, una deliciosa morcilla de Ezcaray con pimientos riojanos en tiras (dulces, no picantes), terrina de queso de cabra con aceite de miel y costra de sésamo (deliciosa) y paté crujiente y templado de caza con salsa agridulce y helado de cebolla (merece la pena el viaje solo por probar esto).

Como los entrantes llenan lo suyo, ninguno de nosotros pidió primer plato y atacamos directamente la carta de carnes (no eramos nosotros, era el vino el que pedía). Las carrilleras de ternera a la plancha con esparrágos verdes y manzana asada se derretían en la boca, llenándola con un estupendo sabor tradicional e inimitable. Otros prefirieron probar el solomillo de ternera braseado con jugo del asado, patatas fritas a la sartén y puré de manzana, más tradicional que el anterior y, a mi modesto juicio, no tan logrado.


El carácter tradicional del que presume la carta del Echaurren se extiende también a los postres, donde podemos encontrar una tarta de chocolate con nueces, helado de vainilla y salsa de chocolate muy rica. Pero junto a ella, podemos encontrar imaginativas y deliciosas variantes como la torrija tostada con helado de dulce de leche y sopa fresca de cacao y la mejor opción de todas: la tosta templada con queso de Cameros, manzana reineta y helado de miel. Extraordinaria. Si el paté justificaba el viaje, la tosta realmente obliga a hacerlo.

En la elección del vino nos permitimos bucear en la extensísima carta y nuestro "sumiller" eligió un crianza "Pagos del Camino" de 2001, de las Bodegas Bretón de Navarrete, elaborado exclusivamente con garnacha de viñedos centenarios (bueno, de viñedos viejos, dice la botella, más modesta).


En fin, señores, esto es lo que hubo y así nos lo comimos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

saluditos desde finland!!!!

ya veo que compensais la ola de calor con buena comida, eh???

yo tengo ya un empacho de salmon que no puedo mas... (nunca pense que diria esto...)

Un abrazote

Javier dijo...

Hola, hola... ya pensé que te habías quedado congelada dentro de un fiordo... ah, no, ¡qué eso en Noruega! :-)

¿Solo salmón? ¿No pescan nada más?

Guillermo dijo...

Acabo de cometer un error. He leído el artículo por completo y además he visto las fotos. ¿Por qué tenías que describir todo con tanto realismo? Ahora añoro aquellos sabores.
¿Cuándo volvemos?