jueves, 2 de septiembre de 2021

Cueva Restaurante Los Poinos


  Dirección: Canal de Rozas, 81 - Valdevimbre (León)

  Teléfono: 987 304 018

  Web: www.lospoinos.com

  Email: lospoinos@lospoinos.com

A tan solo 25 kms de León encontramos la localidad de Valdevimbre, cuna de la D.O. León. Es innegable decir que ofrece una gran panorámica de un pueblo lleno de bodegas subterráneas, con sus características zarceras o pequeñas chimeneas que asoman en las lomas que se crean en las entradas a las bodegas.

Algunas de ellas se han convertido en cueva-restaurante y es realmente fantástico poder disfrutar en verano en alguna de ellas. Y eso es lo que hicimos recientemente. En esta ocasión elegimos Los Poinos, situado al final del pueblo. Y aunque dispone de terraza y patio, preferimos comer en el interior, no solo por la temperatura, que también, si no por estar en el interior de la bodega.

Ya solo al entrar se percibe el gran contraste de temperatura. Pasamos a nuestra mesa y quedé fascinada de lo formidable que es el lugar. La bodega en sí se diferencia bastante de las que yo conozco en la Ribera del Duero: tiene un techo bastante más alto y la salida de la chimenea es amplia y de forma trapezoidal en vez de un pequeño agujero en el techo. Todo ello sin un escalón, a nivel de calle, algo que me resultó muy curioso. Lo que no cambia son los rasgos auténticos de las bodegas, como esas marcas de los picos que se usaban hace siglos para excavarlas. La iluminación está muy cuidada y tiene una decoración minimalista muy autóctona. Otro elemento que se mantiene es la larga viga del lagar, con el husillo y el pilón. Hay numerosas cavidades, así que considero que era una bodega con mucha capacidad de cubas y barricas.


Enseguida nos acercaron la carta en versión QR. Sí, efectivamente, no hay cobertura móvil dentro de la bodega, pero podemos conectarnos a su wifi sin problema alguno. La carta era muy apetitosa, pero el entrante lo teníamos bastante claro: cecina de León.

Tras elegir el menú, nos trajeron agua, pan de hogaza y vino. Por supuesto, un monovarietal prieto picudo de la Bodega Pardevalles. Intenso de color y muy fresco en boca. Además de un pequeño aperitivo consistente en una ligera crema con virutas de chorizo y aceite servida en un tradicional vaso de barro. Perfecta para abrir apetito.

Esta vez la cecina de vaca IGP estaba marinada en aceite con hígado de pato. Se acompañaba de unas pequeñas rebanadas de pan de pipas. Simplemente delicioso.

Como platos principales elegimos Secreto de Ibérico con salsa de Prieto picudo y setas. Que yo no sé si había desayunado poco, pero estaba tan sumamente extraordinario que no me duró nada en el plato. El secreto estaba perfectamente cocinado y la salsa era muy melosa. El otro plato elegido fue asado de Lechazo IGP de Castilla y León. También asado en su punto y con su propia salsa.


Con los postres comenzaron las dudas, pues todo tenía una pinta espectacular, pero debido al calor que nos esperaba afuera, nos decantamos por Chocolates en textura, que se acompañaba con unas bolas de helado de vainilla. ¿Qué puedo decir? Salsa de chocolate caliente en el fondo que funde lentamente el helado y está copado por chocolate helado.

Finalmente el café. Muy auténtico servirlo en el puchero de toda la vida. Con opciones para elegir el dulzor según gustos y la vajilla también, la de toda la vida, la que tenían nuestras abuelas en casa. Me encantó ese detalle.

En resumen, una perfecta elección el poder acercarnos a Los Poinos y a Valdevimbre. A la salida dimos un pequeño paseo viendo las innumerables bodegas que hay. Quedó pendiente visitar el Museo del Vino en el que se ha creado un centro interpretativo dentro de otra de las tantas bodegas del pueblo. Pero eso será para la próxima vez.

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