jueves, 11 de julio de 2013

De pinchos por Haro

   Hace unas semanas, aprovechando que fuimos a la famosa Batalla del Vino, durante las Fiestas de San Juan, San Felices y San Pedro 2013, tuve la oportunidad de ir de pinchos, como el año pasado, por la ciudad de Haro, en la Rioja Alta.
   Pensamos que, al ser en sábado la gran fiesta, iba a estar difícil poder probar algunas de las delicias gastronómicas del lugar, pero ni mucho menos.
   Al primer sitio al que nos dirijimos fue la calle Santo Tomás. Una calle, en la que, a ambos lados, podemos encontrar pequeños establecimientos hosteleros. Es la primera parte de la llamada "herradura" que llega hasta la plaza de la Iglesia, y se baja por la otra parte de la herradura, la calle San Martín. Nosotros entramos en varios bares y en todos ellos combinamos el pincho con un tinto Rioja, bien del año o crianza.
 
   En el primer bar, el Beethoven I, probamos una deliciosa y gran croqueta casera de jamón y una tosta que llevaba un pequeño saquito de hongos, muy rico.
 

   Seguimos nuestro periplo en el siguiente bar, en el que pedimos una tosta de chaca con gamba y salmón y otra tosta de jamón, chistorra, huevo y pimiento. Sin salir de la misma calle, entramos en el siguiente para pedirnos unos champis a la plancha.

   En la plaza de la Iglesia, entramos a probar unas patatas ali-oli en la Jarrera. Seguidamente, nos pasamos por el otro Beethoven, frente a la Parroquia de Santo Tomás Apóstol, donde pedimos un bocatita de chistorra, un pimiento relleno, un saquito de espárragos trigueros con bacon y un crujiente. Muy ricos estos últimos.
  
   Ya en la plaza San Martín entramos en un par de bares. El primero fue el mítico Los Caños, en el que pedimos una ración de bravas. Tampoco nos pudimos resistir a probar unas mini-hamburguesitas, que al mirarlas en la barra nos susurraron un "cómeme".

   Y después entramos en el Kaya, donde tomamos un saquito de hongos sobre una tosta con mermelada y una gamba gabardina napeada. Además, pedimos unas deliciosas croquetas de jamón.

    Y con esto terminamos de cenar un poco. Aún quedaba una larga noche para disfrutar de la fiesta jarrera y sobre todo para prepararnos para la gran batalla del día siguiente.

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