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Danza Invisible
"A este lado de la carretera"
martes, 31 de julio de 2007
viernes, 20 de julio de 2007
Ubaga
Como parte del periplo que a cuenta del jazz realizamos el pasado fin de semana por Ezcaray no nos faltó tiempo tampoco para, entre cata y cata, dedicarnos a la sana costumbre del tapeo. Y en esta ocasión el lugar elegido fue el Bar Ubaga, local de barra amplia y apetecible. Como muestra un botón: probamos el foie con pera y salsa de vino blanco y la ensalada templada de ventresca. Dos auténticas exquisiteces en tamaño pincho.
Ahora sólo queda reflexionar y concluir que entre lo que nos resta por probar en ese mismo lugar más lo que tenemos pendiente en otros bares de la localidad, empieza a ser una necesidad el que un día vayamos a Ezcaray exclusivamente a disfrutar de los pinchos. ¿Para cuándo?
Ahora sólo queda reflexionar y concluir que entre lo que nos resta por probar en ese mismo lugar más lo que tenemos pendiente en otros bares de la localidad, empieza a ser una necesidad el que un día vayamos a Ezcaray exclusivamente a disfrutar de los pinchos. ¿Para cuándo?
lunes, 16 de julio de 2007
Comer en COMILON.COM
Conocida es nuestra predilección por cierto restaurante de Ezcaray cuyo nombre no voy a repetir. De ahí la sorpresa generalizada del pasado domingo cuando nos vieron dirigirnos al restaurante comilon.com. Pero no, amigos, no; el fin del mundo aún no ha llegado: se trata de la tercera pata restauradora del Echaurren y, por tanto, es como comer en casa.
De entrada, el servicio es tan esmerado como en sus hermanos mayores. Quizá tardaron un pelín en tomarnos nota, pero desde ese momento la profesionalidad y la rapidez fueron impecables. Ya podían aprender algunos, ya.
La carta ofrece la posibilidad de componer un menú degustación de cuatro platos (siempre que lo comparta toda la mesa), lo que permite obviar la eterna discusión, ¿carne o pescado?, y pedir ambos. Una vez hecho esto, he aquí lo que comimos:
Entrante: La ensalada del comilón. Variada y servida ya perfectamente aliñada. Desapareció antes de que pudiéramos analizarla.
Primer plato: Risotto de hongos y verduritas. Sencillamente exquisito. Una rissoto muy similar a este lo servían en el Portal hace un par de años.
Pescado: Tartar de salmón con mayonesa de trufa. Una buena combinación, muy bien presentada.
Carne: Rabo guisado con parmentier al perejil. Una carne muy tierna, guisada en su punto y aderezada con una salsa muy sabrosa. Debajo de la salsa, un puré de patatas justificaba el nombre del plato acompañando perfectamente a la carne.
Postre: Las tartas caseras de Marta. En esta ocasión una de manzana, otra de arroz con leche que nos encantó y como añadido una espuma de almendras.
La carta de vinos es limitada, pero de una variedad más que suficiente para el planteamiento de este Comilón. Nosotros decidimos ir sobre seguro y pedimos todo un clásico entre los Riojas: el crianza de CVNE 2004. Ni que decir tiene que no nos decepcionó en absoluto.
Y para terminar, una sorpresa: ¿vasos de plástico arrugados para el café? No, una cerámica de original diseño. El efecto es sorprendente, como puede apreciarse en la foto.
Nadie es perfecto, y una pequeña sombra oscureció el final de la comida: nos cobraron el pan. Puede parecer una tontería, pero hay cosas que se dan por supuestas y, de la misma manera que no me cobran el plato (y tampoco pido que me lo pongan), no deberían cobrarme el pan (y mucho menos si tampoco lo he pedido). Son solo sesenta céntimos (más IVA), pero, francamente, prefiero pagarlos de más en el plato que ver esa mancha en la cuenta. De paso, tampoco nos ofrecieron el licor que anuncian en la carta.
Sin embargo, esta pequeña crítica no debe eclipsar la buena impresión que nos dejó el lugar. Un restaurante sencillo sólo en apariencia y que se beneficia de la experiencia que acumulan sus "hermanos mayores" para ofrecer una comida excelente a un precio razonable y con un esmerado servicio.
De entrada, el servicio es tan esmerado como en sus hermanos mayores. Quizá tardaron un pelín en tomarnos nota, pero desde ese momento la profesionalidad y la rapidez fueron impecables. Ya podían aprender algunos, ya.
La carta ofrece la posibilidad de componer un menú degustación de cuatro platos (siempre que lo comparta toda la mesa), lo que permite obviar la eterna discusión, ¿carne o pescado?, y pedir ambos. Una vez hecho esto, he aquí lo que comimos:
Entrante: La ensalada del comilón. Variada y servida ya perfectamente aliñada. Desapareció antes de que pudiéramos analizarla.
Primer plato: Risotto de hongos y verduritas. Sencillamente exquisito. Una rissoto muy similar a este lo servían en el Portal hace un par de años.
Pescado: Tartar de salmón con mayonesa de trufa. Una buena combinación, muy bien presentada.
Carne: Rabo guisado con parmentier al perejil. Una carne muy tierna, guisada en su punto y aderezada con una salsa muy sabrosa. Debajo de la salsa, un puré de patatas justificaba el nombre del plato acompañando perfectamente a la carne.
Postre: Las tartas caseras de Marta. En esta ocasión una de manzana, otra de arroz con leche que nos encantó y como añadido una espuma de almendras.
La carta de vinos es limitada, pero de una variedad más que suficiente para el planteamiento de este Comilón. Nosotros decidimos ir sobre seguro y pedimos todo un clásico entre los Riojas: el crianza de CVNE 2004. Ni que decir tiene que no nos decepcionó en absoluto.
Y para terminar, una sorpresa: ¿vasos de plástico arrugados para el café? No, una cerámica de original diseño. El efecto es sorprendente, como puede apreciarse en la foto.
Nadie es perfecto, y una pequeña sombra oscureció el final de la comida: nos cobraron el pan. Puede parecer una tontería, pero hay cosas que se dan por supuestas y, de la misma manera que no me cobran el plato (y tampoco pido que me lo pongan), no deberían cobrarme el pan (y mucho menos si tampoco lo he pedido). Son solo sesenta céntimos (más IVA), pero, francamente, prefiero pagarlos de más en el plato que ver esa mancha en la cuenta. De paso, tampoco nos ofrecieron el licor que anuncian en la carta.
Sin embargo, esta pequeña crítica no debe eclipsar la buena impresión que nos dejó el lugar. Un restaurante sencillo sólo en apariencia y que se beneficia de la experiencia que acumulan sus "hermanos mayores" para ofrecer una comida excelente a un precio razonable y con un esmerado servicio.
domingo, 15 de julio de 2007
Cata de añadas singulares
Dentro de las actividades paralelas del Festival de Jazz de Ezcaray, se ha celebrado una cata de añadas singulares, organizada por PROVIR. Como no podía ser menos, una representación de B-Logia se ha personado en el lugar para conocer de primera mano las nuevas añadas que salen al mercado.
Allí hemos reencontrado a los amigos de "Viñedos del Ternero" que nos han dado a probar su Picea 650 de 2004. Un vino exquisito y ya difícil de encontrar (ya saben, lo dijo Gracián, lo bueno si breve, dos veces bueno). El Picea de 2004 no se parece al de 2003, sin desmerecer a ninguno de los dos. Ha perdido algo de aroma, pero ha ganado en boca, con un toque de acidez y algo de astrigencia. De color intenso y aromas con matices de cedro, regaliz y cacao (por cierto, gran idea el incluir muestras de estos aromas en el estuche del vino para disfrutar aún más con su cata). Hemos probado también el Miranda crianza de este año, un rioja mucho más tradicional, con sus tiempos ortodoxos de roble y botella. Por eso mismo resulta un vino mucho menos original, aunque la uva (y la altura) le dan también su personalidad propia. Para los aficionados a los "vinos finos de Rioja" (no los confundan, por favor, con los finos de Jerez), es una apuesta segura.
"Cuna de Reyes", la bodega de Nájera, tenía también su puesto, donde ofrecían sus reservas y crianzas del año. Hemos probado un excelente reserva de 2001, de bonito color rubí y que nos pareció muy equilibrado en aroma y sabor.
David Moreno tiene una bodega que, poco a poco, va consolidándose como una referencia dentro de la denominación. A sus excelentes vinos une una completa visión de lo que debe ser el negocio "integral" del vino: una bodega visitable, un acogedor comedor con vistas a su sala de barricas y algunos productos complementarios del vino; no los clásicos sacacorchos o termómetros, sino artículos singulares como el "colgante de uva" o la "pulsera de la leyenda del vino" que tenían a la venta en el puesto. Allí tenían también sus reservas y crianzas del año (y un plato de croquetas escondido... ¡ah, pillines!). Probamos el reserva de 2001, que nos pareció que rozaba la perfección.
Finalmente, nos queda destacar la bodega Usoa de Bagordi, de Andosilla que nos ha permitido probar dos vinos ciertamente atípicos: un crianza monovarietal de graciano y un "reserva especial" del año 2000 con 60% de graciano y 40% de... ¡merlot!. Preguntado al respecto, el responsable nos aclara que se trata de un cultivo experimental y que, aunque sale con la etiqueta del Consejo Regulador, respeta la norma de no señalar las variedades. En todo caso un vino muy diferente a lo que estamos acostumbrados y en el que las dos variedades se complementan a la perfección.
Por supuesto, había muchas más bodegas, pero no hemos podido atender a todas (ya saben, tacita a tacita... y no puedes volver). Que nos perdonen; como decían los latinos: ars longa, vita brevis. Y si no creen que el vino sea un arte, vengan, por favor, a descubrirlo a la tierra con nombre de vino.
Allí hemos reencontrado a los amigos de "Viñedos del Ternero" que nos han dado a probar su Picea 650 de 2004. Un vino exquisito y ya difícil de encontrar (ya saben, lo dijo Gracián, lo bueno si breve, dos veces bueno). El Picea de 2004 no se parece al de 2003, sin desmerecer a ninguno de los dos. Ha perdido algo de aroma, pero ha ganado en boca, con un toque de acidez y algo de astrigencia. De color intenso y aromas con matices de cedro, regaliz y cacao (por cierto, gran idea el incluir muestras de estos aromas en el estuche del vino para disfrutar aún más con su cata). Hemos probado también el Miranda crianza de este año, un rioja mucho más tradicional, con sus tiempos ortodoxos de roble y botella. Por eso mismo resulta un vino mucho menos original, aunque la uva (y la altura) le dan también su personalidad propia. Para los aficionados a los "vinos finos de Rioja" (no los confundan, por favor, con los finos de Jerez), es una apuesta segura.
"Cuna de Reyes", la bodega de Nájera, tenía también su puesto, donde ofrecían sus reservas y crianzas del año. Hemos probado un excelente reserva de 2001, de bonito color rubí y que nos pareció muy equilibrado en aroma y sabor.
David Moreno tiene una bodega que, poco a poco, va consolidándose como una referencia dentro de la denominación. A sus excelentes vinos une una completa visión de lo que debe ser el negocio "integral" del vino: una bodega visitable, un acogedor comedor con vistas a su sala de barricas y algunos productos complementarios del vino; no los clásicos sacacorchos o termómetros, sino artículos singulares como el "colgante de uva" o la "pulsera de la leyenda del vino" que tenían a la venta en el puesto. Allí tenían también sus reservas y crianzas del año (y un plato de croquetas escondido... ¡ah, pillines!). Probamos el reserva de 2001, que nos pareció que rozaba la perfección.
Finalmente, nos queda destacar la bodega Usoa de Bagordi, de Andosilla que nos ha permitido probar dos vinos ciertamente atípicos: un crianza monovarietal de graciano y un "reserva especial" del año 2000 con 60% de graciano y 40% de... ¡merlot!. Preguntado al respecto, el responsable nos aclara que se trata de un cultivo experimental y que, aunque sale con la etiqueta del Consejo Regulador, respeta la norma de no señalar las variedades. En todo caso un vino muy diferente a lo que estamos acostumbrados y en el que las dos variedades se complementan a la perfección.
Por supuesto, había muchas más bodegas, pero no hemos podido atender a todas (ya saben, tacita a tacita... y no puedes volver). Que nos perdonen; como decían los latinos: ars longa, vita brevis. Y si no creen que el vino sea un arte, vengan, por favor, a descubrirlo a la tierra con nombre de vino.
viernes, 6 de julio de 2007
Las Cubanas
En la calle San Agustín de Logroño se encuentra el restaurante Las Cubanas. Su origen data de 1926 pero hay que aclarar que ha pasado por etapas muy distintas. Hace años yo lo conocí como restaurante tradicional de comida casera. Pero tras la última remodelación ha modernizado su estilo y ahora presenta una carta con dos apartados bien diferentes: el tradicional y el moderno. Reconozco que en mis últimas visitas me he decantado por este último debido a su originalidad sin excesos.
Desde ese punto de vista el menú degustación resulta de lo más recomendable, ya que hace un completo repaso a lo más llamativo de la carta moderna.
Empezamos con un Ravioli de gamba con brandada de bacalao, sabroso y delicado. Acontinuación llega la Ensalada templada de kokotxas rebozadas en setas, crestas de gallo y patatas en salsa verde en la que todo resulta sabroso individualmente, pero que quizá adolece algo de "sensación de conjunto". La Crema tibia de patata y bacon con láminas de trufa natural es, a juicio de varios de los comensales, lo mejor del menú: el toque de bacon da sabor a lo que sería un simple puré de patata, pero además la trufa y el aceite de sésamo lo convierten en algo
excelente. El Rape a la plancha con hongos y ajetes es más clásico, pero está sabroso y en su punto. En cuanto al Cochinillo crocante y salsa de naranja a la vainilla, debo decir que era esperado con escepticismo. En distintas degustaciones hemos probado platos similares en los que la carne de cerdo se elabora a baja temperatura y nunca nos ha llamado la atención. Y sin embargo en este caso y gracias seguramente a la textura crocante de la lámina superior y a la salsa de naranja, el resultado nos ha parecido de lo más satisfactorio. De todas formas nos seguimos preguntando por qué este plato es un fijo en tantos menús de degustación. Para terminar, el Milhoja de manzana caramelizada y helado de vainilla es un discreto alarde culinario al servicio de un postre exquisito. La manzana se presenta en tres formas diferentes: láminas crujientes, taquitos caramelizados y crema. Y el helado lo complementa a la perfección.
Para beber y queriendo salir de los vinos de Rioja, hemos aprovechado la completísima carta disponible para pedir un Pago de Carraovejas, tinto de crianza de 2004 de la Denominación de Origen Ribera de Duero. Se trata de un vino elaborado en su mayor parte de Tempranillo, con un 10% de Cabernet y un 5% de Merlot. Intenso en aroma y en color y de alta graduación alcohólica (un 14%), su sabor pleno de taninos acompaña bien al cochinillo y no desentona en el resto de platos. Aunque nos resulta un tanto excesivo a los que tan acostumbrados estamos a los vinos finos de Rioja.Como última nota, decir que el trato es agradable y cercano. Se cuidan todos los detalles para conseguir que el comensal esté a gusto. En suma, una grata experiencia.
Desde ese punto de vista el menú degustación resulta de lo más recomendable, ya que hace un completo repaso a lo más llamativo de la carta moderna.
Empezamos con un Ravioli de gamba con brandada de bacalao, sabroso y delicado. Acontinuación llega la Ensalada templada de kokotxas rebozadas en setas, crestas de gallo y patatas en salsa verde en la que todo resulta sabroso individualmente, pero que quizá adolece algo de "sensación de conjunto". La Crema tibia de patata y bacon con láminas de trufa natural es, a juicio de varios de los comensales, lo mejor del menú: el toque de bacon da sabor a lo que sería un simple puré de patata, pero además la trufa y el aceite de sésamo lo convierten en algo
excelente. El Rape a la plancha con hongos y ajetes es más clásico, pero está sabroso y en su punto. En cuanto al Cochinillo crocante y salsa de naranja a la vainilla, debo decir que era esperado con escepticismo. En distintas degustaciones hemos probado platos similares en los que la carne de cerdo se elabora a baja temperatura y nunca nos ha llamado la atención. Y sin embargo en este caso y gracias seguramente a la textura crocante de la lámina superior y a la salsa de naranja, el resultado nos ha parecido de lo más satisfactorio. De todas formas nos seguimos preguntando por qué este plato es un fijo en tantos menús de degustación. Para terminar, el Milhoja de manzana caramelizada y helado de vainilla es un discreto alarde culinario al servicio de un postre exquisito. La manzana se presenta en tres formas diferentes: láminas crujientes, taquitos caramelizados y crema. Y el helado lo complementa a la perfección.
Para beber y queriendo salir de los vinos de Rioja, hemos aprovechado la completísima carta disponible para pedir un Pago de Carraovejas, tinto de crianza de 2004 de la Denominación de Origen Ribera de Duero. Se trata de un vino elaborado en su mayor parte de Tempranillo, con un 10% de Cabernet y un 5% de Merlot. Intenso en aroma y en color y de alta graduación alcohólica (un 14%), su sabor pleno de taninos acompaña bien al cochinillo y no desentona en el resto de platos. Aunque nos resulta un tanto excesivo a los que tan acostumbrados estamos a los vinos finos de Rioja.Como última nota, decir que el trato es agradable y cercano. Se cuidan todos los detalles para conseguir que el comensal esté a gusto. En suma, una grata experiencia.
martes, 3 de julio de 2007
Viña Real de CVNE
La Compañía Vinícola del Norte de España es una de las bodegas más tradicionales de Rioja. Situada en Haro, recientemente tuve la oportunidad de visitarla. Y aparte de un grato recuerdo también me llevé alguno de sus vinos más representativos. Entre ellos el Viña Real Gran Reserva de 1996 que fue sometido a la cata de la Logia.
Según la etiqueta se trata de un vino tinto elaborado con uva Tempranillo y tiene una graduación alcohólica de 13%.
De aspecto es limpio y de un intenso color rubí, con ribetes teja.
Su aroma es complejo, destacando la fruta madura, la madera tostada y toques especiados y de regaliz.
El sabor, agradable y muy persistente, es ácido y astringente, a la par que cálido y con cuerpo.
El conjunto resulta armonioso y muy equilibrado y suscitó la unanimidad en su alabanza.
Según la etiqueta se trata de un vino tinto elaborado con uva Tempranillo y tiene una graduación alcohólica de 13%.
De aspecto es limpio y de un intenso color rubí, con ribetes teja.
Su aroma es complejo, destacando la fruta madura, la madera tostada y toques especiados y de regaliz.
El sabor, agradable y muy persistente, es ácido y astringente, a la par que cálido y con cuerpo.
El conjunto resulta armonioso y muy equilibrado y suscitó la unanimidad en su alabanza.
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