El pasado sábado visitamos Bodegas Ontañón, situadas en el logroñés barrio de Varea. Ya habíamos estado anteriormente, en concreto en mayo de 2008, y lo que comentamos entonces sigue siendo válido. Sin embargo algunas cosas han cambiado y diría que la experiencia ha mejorado. También ha mejorado mi teléfono, que ahora hace fotos decentes, lo que me va a permitir ilustrar mejor esta crónica.
La visita comienza en un edificio nuevo donde se encuentra el Wine Bar "La Sacristía". Aquí nos hablan de la familia Pérez Cuevas, propietaria de las bodegas y de sus inicios en Quel, donde elaboran sus vinos de Rioja a partir de cepas cultivadas en las laderas del monte Yerga. En la bodega que visitamos se realiza la crianza de esos vinos tanto en barrica como en botella.
Tras la presentación se nos invita a participar en un entretenido juego de preguntas sobre el vino y de identificación de aromas, que además sirve como introducción a la cata. El vino que probamos es el Ontañón Tempranillo Blanco 2020 edición limitada. Con aromas a piña y fresco en boca, muestra una gran expresión de esta variedad.
La visita a la bodega se realiza en grupos reducidos por separado. Para las explicaciones se utilizan breves vídeos a los que podemos acceder con nuestros móviles mediante códigos QR. Como ya he comentado, es una bodega sin elaboración, sólo de crianza, por lo que vamos a ver las salas donde se encuentran los depósitos, las barricas y las botellas. Más interesante aún es la faceta que tiene como museo en el que se muestra la obra de Miguel Ángel Sáinz, artista originario de Aldeanueva de Ebro, y que está relacionada con el vino y la mitología griega.
Comenzamos en la sala donde se encuentran los depósitos. La iluminación es muy reducida y proviene de dos vidrieras, situadas una en cada extremo, que representan un comportón cargado de uva. Por sus dimensiones, manteniendo el símil con la arquitectura religiosa, diríamos que es La Catedral.
De la sala de barricas que vimos a continuación podría poner una foto con muchas de ellas, pero eso no sería distinto de lo que podemos ver en la mayoría de bodegas. En cambio tengo que mostrar la foto de la impresionante escultura del centauro, símbolo de Ontañón, que se encuentra en este lugar.
Otro gran momento es cuando recorremos el botellero en forma de laberinto. En su centro encontramos a Perséfone y, a su alrededor, las láminas de mármol que la reflejan con distinta iluminación, creando una maravillosa alegoría de las estaciones.
Tras pasar por La Capilla, subimos a visitar El Altar, sala de exposición de las obras de Miguel Ángel Sáinz, donde encontramos pinturas, esculturas y vidrieras siempre relacionadas con el vino y la mitología. Por su distribución, domina la sala la escultura de Dionisos y Ariadna, pero todas las obras presentes merecen ser contempladas con detenimiento.
La visita finaliza de nuevo en La Sacristía, donde catamos ahora el Ontañón Reserva 2010, tinto de Tempranillo con Graciano. Un excelente vino en el que apreciamos el equilibrio de fruta (cerezas) y madera. Acompañan al vino unas tapas de queso y pimientos, junto con pan untado en aceite de oliva, elaborado de sus olivos. También nos dan a probar el Marco Fabio, Moscatel de vendimia tardía, un riquísimo vino blanco dulce.
Tras cerca de dos horas concluye así una interesantísima visita en la que el arte y los vinos combinan a la perfección. Absolutamente recomendable.