Esta vez era el turno de Ribera del Duero, y los tres vinos elegidos fueron los Lara, de Bodegas Fusión, distribuidos por Bodega Histórica Don Carlos.
Se trata de una pequeña bodega, cuyos viñedos se localizan en la zona de Gumiel de Mercado y La Horra, es decir, el corazón de la Ribera del Duero. Con una antigüedad de 50 años, se consiguen hacer unos vinos realmente agradables y muy auténticos. Su marca principal es Lara O, llamado así por la hermana del enólogo y la inicial del apellido familiar, sin duda, un gran detalle y un guiño a la empresa familiar de la que todos forman parte. Hay que mencionar, que es una bodega de producción pequeña, llegando a enumerar todas sus botellas.
En primer lugar descorchamos el Pro para que fuera abriéndose mientras hacíamos la cata de los otros dos. Es importante este detalle, pues es un reserva especial.
Lara O crianza 2011.
Tiene 12 meses de crianza en roble francés, americano y húngaro. Su uva es 100% tempranillo y tiene una graduación de 13,5º.
Su color es picota muy intenso, y en nariz notamos la madera y una intensidad baja, quizá olores a vainilla. En boca es poco astringente, seco en boca aunque tiene una larga persistencia.
Lara O Hispania 2010.
La principal característica de este vino es su crianza en roble español, 18 meses. Totalmente tempranillo con 13,5º es un vino muy característico de la Ribera del Duero. Ya tuvimos en otra ocasión la oportunidad de probar algún vino similar. Es el vino mimado de la casa, del que sólo se han elaborado 999 botellas.
Tiene una capa media y su color es granate. Olor a madera poco tostada, más bien ahumada y afrutado. En boca se nota más la fruta que la madera, que es muy fina.
Lara O Pro 2010.
Sin duda, el vino estrella. También tempranillo, con 28 meses en barrica de roble europeo y 14º. Tiene el premio 2015 Decanter World Wine Awards Gold. Su elaboración nace a partir de las mejores barricas, creando un vino único y elegante.
En este, el color cambia
un poco al anterior, se va del granate hacia el teja. Mucha madera y
tostados como el café en nariz. En boca recuerda a la mermelada de frutas,
es muy dulce. La madera es más fina, es más suavizado y tiene una ligera
aspereza.
Y con todo esto, dimos por finalizada la gran tarde, por supuesto lo acompañamos con algo de picoteo: aceitunas, taquitos de jamón ibérico, crema de jamón ibérico, patatas fritas artesanas, etc. Y como era de esperar, no pudimos acabar mejor que probando un chocolate negro artesano al vino tinto.